Este primero de diciembre se cumplirá un año de gobierno de Enrique Peña Nieto y los saldos negativos en todos los rubros están a la vista. El retorno del Partido Revolucionario Institucional al Poder Ejecutivo Federal, después del fracaso de una anunciada pero no llevada a cabo “transición democrática”, no resolvió sino agravó la situación de emergencia nacional provocada por doce años de gobiernos panistas.
Se calcula una cifra de 18 mil muertos en los primeros meses del gobierno de Peña Nieto, sin que las estrategias de la guerra social que inició Felipe Calderón hayan cambiado en su esencia de militarización, complicidad de las autoridades con el crimen organizado y criminalización de la protesta social que le caracterizan desde entonces.
Regiones enteras del país se encuentran controladas por los carteles de la droga, como es el caso de extensas áreas en la colindancia de Michoacán y Guerrero o de Tamaulipas y Nuevo León, sólo por dar un par de ejemplos, provocando un desplazamiento de población que ronda ya el millón de personas, quienes abandonan sus propiedades, huyen de la violencia, el trabajo esclavo y se niegan a pagar “el derecho de piso”.
En extensas zonas urbanas y rurales se vive la zozobra de un virtual estado de sitio, e incluso, en la propia capital de la República, grupos de ciudadanos hartos de la delincuencia intentan emular las policías comunitarias de los pueblos indígenas que constituyen las únicas estructuras de justicia y seguridad eficientes y confiables, como es posible comprobar en el territorio de las Juntas de Buen Gobierno Zapatista, en Cherán, Michoacán, o en los municipios de Guerrero donde actúan la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria.
Fotos: Eduardo Jimenez Fernandez, Proceso, La Jornada, Sipaz, noticidiario.wordpress.com
Con Peña Nieto regresó el modus operandi que caracterizó a los gobiernos priístas de antaño, consistente en utilizar grupos de provocadores, mediáticamente manipulados, que infiltran las manifestaciones de protesta para ocasionar actos de violencia desbordada y para justificar el encapsulamiento de manifestantes sin responsabilidad alguna en los hechos violentos y que actualmente se suman a la larga lista de presos políticos. En estos eventos se ha satanizado a grupos anarquistas como los chivos expiatorios de las prácticas de represión llevadas a cabo por el gobierno federal y el supuesto gobierno democrático de la ciudad de México.
El actual gobierno continuó la puesta en práctica de “reformas estructurales” de sus antecesores, al servicio de la ocupación neoliberal, iniciando con una reforma “laboral” que facilita al máximo la explotación de la fuerza de trabajo y su precarización, destruyendo de golpe las conquistas de varias generaciones de trabajadores. Siguió a continuación la reforma laboral educativa de los artículos 3 y 73 de la Constitución y sus leyes secundarias, que atacan de raíz los derechos laborales del magisterio nacional y atentan contra el mandato de una educación gratuita, pública y laica.
A partir de las reformas a los artículos 27 y 28 constitucionales, propuestas por Peña Nieto, los personeros de los intereses mercantiles foráneos pretenden entregar la renta petrolera a las grandes corporaciones extranjeras y con ello, hipotecar el futuro de México y la viabilidad de la independencia y la soberanía nacional.
El comité de redacción de EN EL VOLCÁN se pronuncia en contra de esas reformas, en favor del magisterio nacional democrático que, en las calles y con su resistencia, representa a los millones de mexicanos y mexicanas que debiéramos estar movilizados a su vez en defensa del patrimonio estratégico de la Nación. Recordamos al respecto la frase de José Martí: “Cuando muchos no tienen dignidad ni decoro, unos pocos tienen la dignidad y el decoro de muchos.” Recordamos la frase, pero nuestro Martí no se refería a la reivindicación de unos cuantos justos iluminados, sino al tema del compromiso inteligente impulsado por esa dignidad y ese decoro. Ante el escalofrío que provoca la imagen usual y patética de los dignos y decorosos perdedores marchando en medio del caos, no podemos dejar de preguntarnos sobre la clave determinante: ¿cuál es nuestra responsabilidad actual respecto a las tareas urgentes de educación, organización y participación social desde la base, con el sano propósito de dejar de perder? ¿Cómo se expresan la dignidad y el decoro de usted y de nosotros ante las condiciones actuales?
En este número, y complementando esta editorial en torno al análisis del primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto, tenemos un artículo al respecto de nuestro colega Ricardo Melgar Bao: “Lastres y riesgos de la política exterior mexicana”; asimismo, el investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, quien fuera Secretario General de nuestro sindicato de académicos, Felipe Echenique, nos proporcionó un magnifico texto sobre los nortes del virreinato de la Nueva España. El recién titulado Doctor en Desarrollo Rural, por la UAM-Xochimilco, Francisco López Bárcenas, nos entregó un trabajo por demás pertinente y actual, ya que refiere al tema de la mencionada reforma energética y los derechos de los pueblos indígenas. Por último, nuestro también colega en este Consejo Editorial, Gilberto López y Rivas, publica una reseña del último libro de Francisco Pineda: Ejército Libertador. 1915, que ofrece una bien documentada investigación sobre los zapatistas en ese año crucial para el rumbo que tomó la revolución mexicana.