039 - Septiembre - Octubre 2015

Editorial: A un año de Ayotzinapa, a 47 años del 2 de octubre

No tuvo que pasar un año para que quedara en evidencia el embuste oficial en torno a la desaparición forzada de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa y los asesinatos que también se perpetraron en esos días ominosos de septiembre del año pasado en Iguala, Guerrero. Disponiendo de cuantiosos recursos públicos y del apoyo de muchos medios de comunicación a su servicio, los criminales quieren ocultar la tragedia y eludir su responsabilidad, pero no pueden. La realidad empecinada los deja al descubierto, exponiendo las redes de los hilos gubernamentales, narco-empresariales, militares y partidarios que conforman el llamado crimen organizado en este país, dejando en claro los hechos progresivamente, pero también la impunidad, el cinismo y la mal calculada mentira, propalados sin límite.  Al ritmo de un escándalo semanal, nos preguntamos si hay límite, y quién lo va a fijar. El aniversario de esta indignación que no cesa permea las páginas de este número de En el Volcán Insurgente

También recordamos, porque nunca podrá olvidarse, a 47 años, la masacre del 2 de octubre de 1968. El ataque contra una multitud pacífica e indefensa se realizó con todos los agravantes de ley: con premeditación, con alevosía y con ventaja, y, como autores materiales, en él participaron el ejército en uniforme y sin uniforme, esto es, el grupo paramilitar autodenominado “Batallón Olimpia”, y los francotiradores apostados en las azoteas de los edificios próximos, los diversos cuerpos policíacos y de inteligencia de la época. 

Los autores intelectuales más señalados son el presidente Gustavo Díaz Ordaz; su secretario de gobernación, Luís Echeverría Álvarez; los mandos militares de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y el Estado Mayor presidencial, así como altos funcionarios de la policía y del entonces Departamento del Distrito Federal.

Ninguno de los responsables materiales e intelectuales ha sido castigado por ese crimen de Estado y de lesa humanidad, por lo que a 47 años priva la impunidad. Este acontecimiento cimbró para siempre a una generación que guarda en su memoria una lección indeleble: la clase en el poder  recurre al uso de la violencia genocida si considera amenazados sus intereses y privilegios. Como en Iguala, los masacrados eran estudiantes politizados y comprometidos con las luchas de su pueblo. 2 de octubre, 26 de septiembre, no serán olvidados.

 

¿Secretaríade Cultura?

Iniciando el mes de septiembre, el prócer de la incultura, habilitado presidente, anunció su iniciativa de instaurar una “Secretaría de cultura” a nivel federal.  Las múltiples implicaciones posibles de dicha medida técnicamente malparida han motivado preocupación en diversos circuitos vinculados al tema, para empezar porque la iniciativa no parte de un diagnóstico objetivo, integral ni consensuado.  Este número de En el Volcán Insurgente presenta dos referentes de reflexión en torno a dicha ocurrencia, surgidos de trabajadores académicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Este número presenta a su vez dos aportaciones de compañeros nuestros, uno de Hortensia de Vega Nova, arqueóloga del INAH Morelos, relativo al sitio arqueológico de Yautepec, y otro de Antonio Sarmiento, matemático de la UNAM, que se ocupa del complejo proceso del calentamiento global y de las medidas que respecto a ello se están tomando en la actualidad.

Agradecemos de corazón a nuestros lectores por su estoico ejercicio como tales y los invitamos a comunicarnos sus puntos de vista.

La ciudad prehispánica de Yautepec, Morelos

TOPÓNIMO DE YAUTEPEC

De acuerdo a la interpretación de su glifo, Yautepec significa “En el cerro del yauhtli, palabra que proviene del náhuatl, compuesta por yauhtli (que se refiere a una planta silvestre de olor y sabor semejante al anís y que  actualmente se conoce como “pericón”) tepetl que se traduce como “cerro” y la letra “cque es una contracción de co, preposición que significa “en”. Figura 1.


Figura 1.- Glifo del poblado de Yautepec.
Tomado de la Matrícula de Tributos.

El único edificio conservado hasta nuestros días de la antigua ciudad prehispánica de Yautepec, corresponde a un palacio o tecpan (en náhuatl). A partir del año 1989 el Instituto Nacional de Antropología e Historia, a través del Centro INAH Morelos, ha protegido el edificio, delimitándolo al interior de la denominada Zona Arqueológica de Yautepec, ubicada en el extremo suroeste de la actual ciudad del mismo nombre, en la Colonia Rancho Nuevo. Figura 2.


Figura 2.- Ubicación del Municipio de Yautepec, la ciudad actual y vista aérea del tecpan.
Mapa de Morelos tomado de: www.reydocbici.com Mapa y foto aérea tomada de Google Earth.

 

ASENTAMIENTOS HUMANOS EN YAUTEPEC. ÉPOCA PREHISPÁNICA.

El resultado de las investigaciones arqueológicas que ha llevado a cabo el Instituto Nacional de Antropología e Historia en la zona arqueológica de Yautepec y áreas aledañas, han permitido acercarnos al entendimiento de los procesos culturales acontecidos en las comunidades que habitaron Yautepec.

En los valles aledaños a la actual ciudad de Yautepec, se han descubierto restos óseos de Mamut y Gonfoterio, animales Pleistocénicos que se extinguieron hace más de 10,000 años. Estos hallazgos comprueban la presencia de este tipo de fauna en la región para aquella época, cuando existían varias lagunas  en la región. Estos cuerpos de agua actualmente están azolvados y visualmente dan la apariencia de ser campos planos cubiertos con pastos, como la laguna Pleistocénica ubicada frente al actual poblado denominado “La Nopalera”. Las evidencias indican que a los litorales de esta laguna, se acercaban a abrevar Mamutes y Gonfoterios. Uno de estos últimos al quedar atrapado en el lodo del litoral y no poder liberarse, murió en las orillas, donde fue descubierto.

En las excavaciones realizadas para recuperar los restos óseos de animales Pleistocénicos, no se han descubierto, en asociación directa, instrumentos o utensilios manufacturados por el hombre (lo que podría sugerir que fueron cazados) por lo que no se tienen evidencias para afirmar que el ser humano fue contemporáneo de la fauna Pleistocénica de Yautepec.   Figura 3.


Figura 3.- Recreación de un  Mastodonte, Mamut y Gonfoterio.
Tomado de: www.abc.es/ciencia/20140714/abci-gonfoterios-elefantes-ancestrales-convivieron- 201407141744

Los grupos sociales que llegaron a la región de Yautepec en época prehispánica, eligieron principalmente los valles y planicies cercanos a las aguas permanentes que bajaban de las montañas a través de los arroyos y ríos, para asentar sus residencias.

El clima favorable del área y la calidad de los suelos, les fueron propicios a los hombres para desarrollar adecuadamente la agricultura, habiendo podido obtener durante todo el año los alimentos que les eran necesarios. La  producción  de maíz, frijol, chile y calabaza pudo haber prosperado con cierta facilidad y seguramente lograron cosecharlos hasta dos veces al año, pero fue el algodón el que se cultivó a gran escala. Figura 4.


Figura 4.- Campesinos mexicas usando la coa para sembrar.
Tomadas del Códice Florentino.

Los primeros hombres que asentaron su residencia en Yautepec, llegaron a principios del espacio temporal conocido como Preclásico (1200 a. C.- 150 d.  C.). A partir de ese momento, hasta el contacto con los españoles (principios del  Siglo

XVI) los habitantes de la ciudad y la región, formaron parte de un “sistema político–social” que fue compartido por las comunidades establecidas en un amplio espacio geográfico conocido como “Mesoamérica”. La estructura del “sistema” se gestó precisamente durante el Preclásico y estaba compuesta por diversos factores como: la especialización económica (dividida por edad, sexo, trabajo de medio tiempo, trabajo de tiempo completo), el intercambio (ya sea al interior de los miembros de un pueblo, o entre varios pueblos), la estratificación social, la politización, el militarismo y el urbanismo, entre otros.

De las comunidades que habitaron Yautepec durante el Preclásico, se conocen una gran variedad de objetos. Manufacturados en barro cocido se han descubierto cajetes, cazuelas, ollas y otras formas de vasijas que formaban parte  de las vajillas que usaron para el consumo de alimentos en su vida diaria. También en barro cocido modelaron figurillas antropomorfas. Los diseños de las figurillas han permitido visualizar los tipos físicos que debieron haber tenido los habitantes de la época, así como los ropajes y ornamentos que portaron, y algunos de los tocados que usaron en la cabeza. Figura 5.


Figura 5.- Fragmentos de figurillas antropomorfas. Yautepec. Barrio de Santiago. Donación: C. Cecilio Brito.

En el período cronológico denominado Clásico (150-750 d. C.) el grupo social que habitaba la ciudad de Teotihuacan sustentaba el poder sobre una gran cantidad de pueblos ubicados en un amplio territorio de Mesoamérica. Entre ellos, absorbió dentro de sus redes de influencia a muchos de los que se encontraban asentados en el que actualmente es el territorio del Estado de Morelos, incluyendo a los pobladores de la ciudad de Yautepec.

Durante el Posclásico Temprano (750-1150 d. C.) se sabe que los residentes de la ciudad de Yautepec, sostuvieron cierto grado de integración con el imperio Tolteca, cuyo centro rector se encontraba en la ciudad de Tula, en el actual estado de Hidalgo.

Postclásico Medio y Tardío (1200-1519 d.C.). Alrededor del año 1220 d. C. llegaron al territorio que ocupa actualmente el Estado de Morelos, una de las 7 tribus de lengua náhuatl que salieron del mítico Aztlán, los llamados tlahuicas Figura 6.


Figura 6.- Salida de Aztlán de las siete tribus.
Tomado del  Códice Aubin.

De acuerdo a lo mencionado por Fray Diego Durán, los tlahuica  toman como capital a Cuauhnáhuac y de allí se extendieron hacia Yauhtepec, Huaxtepec, Yecapichtlan y Tlaquiltenango.

En los últimos siglos de la época prehispánica, la sociedad que habitaba la ciudad de Yautepec fue famosa por la producción de algodón, el cual acostumbraron comerciar con otros pueblos, ya sea como materia prima, o procesado en lienzos de manta, o en huipiles que eran bordados con brillantes colores. La fama alcanzada por la calidad y comercialización de estos productos, propició que las sociedades establecidas en el Valle de México, codiciaran estas mercancías. Con el tiempo, el algodón, producto de su auge económico, sería el causante de su propia esclavitud, ya que las luchas entre estas sociedades cristalizaron cuando Yautepec es dominado por los mexicas, a quienes tuvieron que entregar como tributo, estos productos.

Los sucesos históricos de los habitantes de Yautepec antes de la llegada de los españoles, estuvieron fuertemente ligados a los acontecimientos ocurridos de las comunidades que habitaban en el Valle de México; ejemplo de ello es lo sucedido alrededor del año 1396, cuando Huitzilihuitl, señor de Tenochtitlan se casa con Miahuaxihuitl, hija del tlatoani de Cuauhnáhuac, llamada Tezcacohuatzin (con diferentes nombres según la fuente que se consulte). Este tipo de  alianzas políticas a partir de matrimonios era común entre las comunidades de Cuauhnáhuac y las del Valle de México y, en este caso, resulta obvio que tuvo como objetivo acceder con más regularidad a los beneficios que les brindaba el algodón de Cuauhnáhuac-Yautepec a los mexica, ya que los documentos  del Siglo XVI apuntan que poco después del matrimonio, el algodón les era enviado por comercio, y no por tributo, a través de las montañas del Ajusco.

No es sino hasta el reinado de Itzcóatl, señor de Tenochtitlan y la creación en el Valle de México de la Triple Alianza, alrededor del año 1438, cuando Cuauhnáhuac, Yautepec y otras ciudades fueron formalmente conquistadas y obligadas a enviar a Tenochtitlan el pago de tributos.

Con la pérdida de su independencia, Cuauhnáhuac tuvo varios enfrentamientos con Tenochtitlan, mismos que fueron sofocados por los mexicas a partir de conquistas y reconquistas. Netzahualcóyotl, señor de Texcoco, toma Yautepec y Moctezuma Ilhuicamina, lo hace dos veces. El resultado de los  enfrentamientos fue la subordinación e integración de la región de Cuauhnáhuac-Yautepec a las actividades del poderío mexica; los habitantes fueron obligados a participar en las campañas militares de los conquistadores, en la construcción de sus edificios y en la creación de los jardines de Nezahualcóyotl en Texcoco, aunque contradictoriamente, la nobleza de Yautepec era también invitada a ciertos eventos como coronaciones, funerales, ceremonias rituales y conmemoraciones. Figura 7.

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Figura 7.- a: Vista del cerro del Tetzcotzinco, lugar donde se encuentran los baños de Nezahualcoyotl. Tomado de: www.defin.mx/fin-de-semana-en-tetzcotzingo-los-banos-de- nezahualcoyotl-en-el-estado-de-mexico. b: Acercamiento del llamado baño del Rey. Tomado de: www.reconoce.mx/tezcotzingo o los baños de nezahualcoyotl

A partir del momento en que fueron conquistados por los mexica, hasta el contacto con  los  europeos,  los  habitantes  de  la  ciudad  de   Yautepec permanecieron ocupando los edificios de la ciudad y en varias ocasiones sobrepusieron nuevas construcciones a las ya existentes.

A la llegada de los españoles, la ciudad de Yautepec estaba compuesta por varios Palacios o tecpan, donde habitaban los gobernantes, diversas plataformas piramidales que sostenían templos, numerosas plazas, unidades habitacionales y casas aisladas. Desafortunadamente, no es posible describir con precisión la apariencia que debió de haber tenido la ciudad en esa época, ya que entre los documentos escritos en 1580 por los españoles denominados “Relaciones Geográficas”, los referentes a la comunidad de Yautepec, donde se describían detalladamente los usos y costumbres de los habitantes prehispánicos, se extraviaron en el Siglo XVII.

Para 1519, Yautepec era una de las 7 provincias que regían Morelos y una de las 5 más importantes. De la Provincia de Yautepec dependían 4 ciudades-estado: Atlihuayan, Oacalco, Huitzililla y Tlaltizapan.

En la época colonial, gran parte de las estructuras prehispánicas de Yautepec fueron destruidas, muchos de sus elementos de construcción se utilizaron para erigir iglesias, edificios públicos y civiles. Figura 8.


Figura 8.- Convento de la Asunción de María en Yautepec. Vista aérea.
Foto de Luis Delgado Alvarado.

Lo anteriormente expuesto, se apoya tanto en las menciones de los textos que fueron escritos en el Siglo XVI, como en los resultados obtenidos de las investigaciones arqueológicas que ha llevado a cabo el Instituto Nacional de Antropología e Historia en el tecpan de Yautepec y alrededores, por lo que es posible afirmar, sin lugar a dudas, que la ciudad de Yautepec ha estado habitada durante los últimos 3000 años.

 

EL PALACIO O TECPAN  DE YAUTEPEC.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia inició las investigaciones arqueológicas de Yautepec en el año 1988, pero no es sino hasta el año 1990 cuando se estructuró el “Proyecto Yautepec” que planteó, como primer paso, la necesidad de realizar estudios de fotointerpretación del área, recorridos de superficie, verificación de datos en campo, recolección de  materiales arqueológicos en el interior de la ciudad actual (terrenos baldíos, patios de casas y otros) análisis de los mismos, excavación arqueológica de pozos de sondeo en lugares estratégicos, análisis de los materiales arqueológicos recuperados en éstos, etcétera, todo ello con la intención de definir las variables de la extensión de la ciudad de Yautepec a través del tiempo prehispánico. El INAH, en el año 1992, otorgó permiso al Doctor en Arqueología Michael Smith (que en aquella época trabajaba en la Universidad de Nueva York, en Albany) para realizar los trabajos de prospección arqueológica en Yautepec y comunidades circundantes, circunscribiendo al “Proyecto Yautepec” a investigar exclusivamente el tecpan.

De acuerdo al resultado de las investigaciones del Doctor Smith, ahora sabemos que la extensión de la ciudad de Yautepec durante el Postclásico Tardío-contacto español (1300-1521 d.C.) abarcaba aproximadamente 208.7 hectáreas y debió de haber tenido alrededor de 11,500 habitantes.

En la actualidad, la mancha urbana de la ciudad de Yautepec, cubre a la ciudad prehispánica. Con la intención de obtener una imagen de la extensión que debió de haber tenido en esa época, en la Figura 9 se ha marcado  con línea roja el límite del área que ocupaba la ciudad sobre una fotografía aérea, de acuerdo a los datos obtenidos de las investigaciones arqueológicas realizadas por el Doctor Smith.


Figura 9.- Vista aérea del pueblo actual de Yautepec, donde se ha marcado con línea roja la extensión de la ciudad prehispánica durante el período denominado Postclásico Tardío-contacto español (1300-1521 d.C.). El tecpan se señaló con líneas rojas paralelas. Tomado de: Google Earth. Dibujó: Arq. Teresa Ontiveros Ortíz.

La zona arqueológica de Yautepec resguarda uno de los edificios más importantes que tuvo la ciudad en época prehispánica y el único que se ha conservado hasta nuestros días. En este espacio, los antiguos habitantes construyeron un Palacio o tecpan que fue ocupado durante los períodos conocidos como Posclásico Medio y Tardío (1220-1521 d.C.) por dos grupos sociales de filiación náhuatl que  entraron a Yautepec, los tlahuica y los mexica.

En la Figura 10 se muestra una vista aérea donde se ha marcado con línea roja el espacio donde se ubica el tecpan, al suroeste de la ciudad de Yautepec.


Figura 10.- Vista aérea rumbo al este, donde se aprecia el tecpan de Yautepec.

En época prehispánica en la ciudad había varias plataformas piramidales semejantes a esta (que sostenían habitaciones reales en su parte superior) diversas plazas limitadas por edificios, un gran número de casas habitación y templos.

El palacio fue construido en uno de los lugares más altos de la ciudad, sobre una loma que se encuentra a 1220 metros sobre el nivel del mar. Las dimensiones del edificio y la selección estratégica de su ubicación, no responden a una casualidad, ya que desde este lugar, las personas que lo habitaron pudieron haber ejercido un mayor control político y social sobre el común de la población, haciendo uso del impacto visual de la misma estructura como auxiliar para reforzar su estadía en el poder.

El diseño arquitectónico del palacio o tecpan consta de una plataforma de planta rectangular, que en su eje mayor (este-oeste) tiene 100 metros de longitud  y  en su eje menor (norte-sur) 65 metros. Figura 11.


Figura 10.- Vista aérea rumbo al este, donde se aprecia el tecpan de Yautepec.Figura 11.- Dibujo de la planta general del tecpan. Con el número 1 se marcó la ubicación de los 7 cuartos que pueden ser visitados. Con el número 2 la fachada oriente del edificio, que puede ser visitada. El número 3 señala el área de servicios.

Originalmente, el tecpan debió haber tenido más de 10 metros de altura, pero las habitaciones reales que fueron construidas en la parte superior durante el último momento de ocupación, fueron arrasadas casi hasta sus cimientos a mediados del siglo pasado, debido principalmente al uso del arado para adaptar el área para la siembra. En la actualidad la altura máxima del edificio es de solo 7 metros. Figura 12.

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Figura 12.- a: vista de la fachada principal del Tecpan (poniente). b: vista de la esquina suroeste del edificio.

El edificio fue utilizado durante los tres siglos anteriores a la conquista y, a lo largo de este tiempo, tuvo varias modificaciones arquitectónicas. Las evidencias recuperadas hasta este momento, nos permiten afirmar que el tecpan fue cubierto con otras estructuras en dos ocasiones.

Los siete cuartos, pasillos y patios que pueden visitarse actualmente en la parte superior del edificio, pertenecen a la época constructiva más antigua descubierta hasta este momento. Figura 13.

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Figura 13.- a: Dibujo de la planta de los 7 Cuartos. b: Vista rumbo al oeste, donde se aprecian los Cuartos 7 y 6.

La habitación número 5 fue utilizada como cocina, donde los prestadores de servicios acostumbraron procesar los alimentos haciendo uso de metates para la molienda, comales para la cocción de tortillas (que eran colocados sobre un fogón). La distribución de alimentos se realizaba en cajetes de diversas formas y el agua se almacenaba en grandes vasijas. Figura 14.


Figura 14.- Tinaja de barro cocido, descubierta en el Tecpan de Yautepec que fue utilizada para almacenar líquidos.

Las evidencias indican que en la habitación número 6 se desarrollaron actividades manuales vinculadas con la elaboración de textiles. En su interior se descubrieron 5 agujas que fueron manufacturadas en cobre. Figura 15.


Figura 15.- Orfebre. Códice Florentino.

 

Etapas constructivas del edificio:

n el momento en que funcionaron los 7 cuartos que pueden ser visitados, las escaleras que daban acceso al palacio y a las habitaciones reales, se encontraban en la fachada oriente del edificio, la cual está en proceso de excavación arqueológica.

Posteriormente se cubrió el edificio con una plataforma de mayores dimensiones. Los techos de los 7 cuartos anteriormente mencionados, fueron destruidos y los derrumbes se utilizaron para rellenarlos, pues sobre ellos se construyeron otros cuartos de distinta proporción y orientación, modificando así el uso de los espacios techados y a cielo abierto. Todo indica que para esta época el acceso al edificio era todavía por la fachada oriente.

Más tarde, el basamento piramidal fue cubierto por otro de mayores  proporciones y la escalinata principal de acceso fue construida en la fachada poniente del edificio, donde actualmente el visitante puede observarla. Varias de las habitaciones reales de ese momento fueron arrasadas intencionalmente hasta sus cimientos, cuando los habitantes del palacio decidieron adecuar toscamente una plaza sobre el edificio, -quizá con la intención de permitir el acceso a un mayor número de individuos a esta área del palacio- y destruyen un mural de estuco policromado donde se había plasmado parte de la cosmogonía de la sociedad.

 

Los residentes del palacio.

Los cuartos del palacio fueron la morada del señor o “tlatoani” de Yautepec y de sus colaboradores más cercanos, los cuales pertenecían a un sector del grupo dirigente de la población y formaban parte de la nobleza. Lo habitaron también aquellos que eran los conocedores del mundo del arte y del símbolo, los sabios que observaban las estrellas llamados tlamatinime y los pintores o tlacuilos, quienes dejaron vestigios de sus funciones en un mural del cual fueron encontrados diversos fragmentos en donde fueron pintados con múltiples colores, signos y símbolos, cuyo contenido iconográfico está vinculado con la cosmovisión, la religión y la estructura del poder. Figura 16.


Figura 16.- Pintor o tlacuilo. Códice Mendoza.

Entre los fragmentos del mural de estuco destaca la representación de una faja celeste con sistemas de signos referentes a las gotas de lluvia, seis signos de “Venus” o luces astrales con motivos de copal que penden de una banda de color azul maya, semejando al cielo; representaciones con puntos blancos –como estrellas- sobre un cielo negro, asociados a un tocado de plumas  blancas  y azules, una orejera y una mandíbula de una deidad nocturna. Figura 17.

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Figura 17.- a: Dibujo de algunos fragmentos del mural policromado de Yautepec. b: detalle de uno de ellos. Autor: Arqueólogo Octavio Rocha Herrera.

Otro conjunto del mural muestra un sistema ordenado de nueve pares de ojos pintados sobre un fondo color amarillo-ocre con puntos negros, significando el culto al jaguar, la muerte o a la tierra. Algunos fragmentos presentan dos insignias de nobleza de guerreros o gobernantes de la población.

Coexistieron también en el tecpan los tequihuaque o capitanes y los calpixque o “recaudadores de tributos”, pero también personas que prestaban sus servicios, como los o (las) cocineros, dedicados al procesamiento de los alimentos  y aquellos encargados del mantenimiento del edificio, entre otros. Figura 18.

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Figura 18.- a: Muchacha moliendo, con tortillas, comal y olla a un lado. Códice Mendoza.
b, c, d:  Vistas de las excavaciones arqueológicas del área de la cocina, al interior del Cuarto 5.
Arqueólogo Octavio Rocha Herrera.

 

EL JUEGO DE PELOTA.

En la parte superior del cerro que en la actualidad recibe el nombre de  “El Tenayo”, se encontraba el juego de pelota de la ciudad prehispánica de Yautepec, precisamente rumbo al oriente de la ciudad actual. Desafortunadamente, durante la segunda mitad del siglo pasado, el juego de pelota fue destruido casi en su totalidad y solo se conservan algunos vestigios arquitectónicos de la estructura.

El juego fue practicado comúnmente por los pueblos Mesoamericanos y era conocido con el nombre de “Ulama”. Sus orígenes se remontan a los primeros siglos antes de nuestra era y se sigue practicando todavía por algunos pueblos en Nayarit, Sinaloa, Oaxaca y Michoacán. A partir de los textos de los cronistas, se sabe que cada equipo tenía entre uno y siete jugadores, dispuestos en la mitad de una cancha larga y ancha. Se lanzaban directamente, o a través de pases, una pelota de hule que pesaba alrededor  de tres o cuatro kilos; la pelota rebotaba con mucha velocidad y el juego era rápido y peligroso. Se practicaba de distinta manera por cada sociedad, pero, por lo general, estaba prohibido tocar la pelota con la mano, el pie o la cabeza, haciéndolo con el hombro, la espalda o las caderas; para protegerse se ponían cinturones o fajas, guantes y rodilleras de piel o de tela. Figura 19.


Figura 19.- Jugador de pelota. Tomado de: Códice Mendoza.

No se sabe de qué manera contaban los puntos, pero las faltas eran cometidas cuando uno de los jugadores tocaba la pelota con una parte del cuerpo no autorizada, o cuando no lograba recoger la pelota, también cuando ésta salía  de la cancha.

Las culturas Mesoamericanas respetaron siempre ciertos elementos arquitectónicos en el trazo de las canchas para el juego de pelota, como un pasillo estrecho y largo, entre dos estructuras laterales compuestas por un muro en talud que culmina en la parte superior con una cornisa. Un anillo era fijado en cada uno de los muros en talud de las estructuras laterales de la cancha. Entre las culturas del Altiplano Central, el pasillo llega en sus extremos a zonas cerradas por muros altos, lo que da a estas canchas la forma bien conocida de doble “T” o de “I”. Figura 20.


Figura 20.-  Cancha y jugadores de Tlachtli  (Ulama). Tomado de: Fray Diego Durán.

El pasar la pelota por el anillo resultaba muy difícil y el jugador que lo lograba recibía un premio especial. El juego de pelota está rodeado de símbolos que lo hacen convertirse de un simple pasatiempo, en una actividad ritual de tintes políticos y religiosos.

Del juego de pelota de la ciudad prehispánica de Yautepec, se ha descubierto uno de los anillos de piedra o tlachtemalacate.

 

TECNOLOGÍA

Los habitantes de Yautepec usaron diversas materias primas para manufacturar los objetos que les eran indispensables para resolver las necesidades durante las actividades cotidianas, ceremonias, rituales, o que portaron como ornamentos corporales o instrumentos para la cacería.

Tallaron el sílex para elaborar cuchillos. Algunos de los cuchillos formaron parte de los ceremoniales y fueron depositados como ofrenda en diversos lugares del tecpan, seguramente como un  acto reverencial a alguno de sus dioses.  Figura 21.


Figura 21.- Cuchillo tallado en sílex. Tecpan de Yautepec.

En obsidiana tallaron puntas de flecha de distintos tamaños, con las que cazaban animales, pero también navajas prismáticas que usaban para cortar y trabajar las pieles de animales y para cortar y elaborar productos de fibras vegetales. Figura 22.

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Figura 22.- a, b: Puntas de flecha talladas en obsidiana.  c:  nava prismática completa.
d: fragmentos de navajas prismáticas, talladas en obsidiana.
Procedencia: tecpan de Yautepec.

En cobre manufacturaron agujas que les fueron útiles para coser y bordar las mantas de algodón y otras fibras vegetales. Figura 23.


Figura 23.- Agujas de cobre descubiertas al interior del Cuarto 6 del tecpan de Yautepec.

En hueso fabricaron instrumentos musicales, como el omechicahuaztli y otros objetos de orden ritual. Algunas conchas de caracol fueron usadas como collar, ya que se les pulió una perforación circular para insertar el hilo que las sostenía. Figura 24.


Figura 24.- Pendiente de concha de caracol, descubierto en el tecpan de Yautepec.

En barro cocido, manufacturaron una serie de objetos de diversas formas, como cajetes, ollas, cazuelas, comales, jarras, etcétera, que utilizaron durante su vida cotidiana durante el consumo de alimentos y otros destinados a ciertas ceremonias.  Figura 25.


Figura 25.- Izquierda:  2 cajetes tlahuicas.  Centro: 1 jarra tlahuica.
Abajo a la derecha: 1 cajete Azteca. Foto: Teresa Ontiveros Ortíz.

También en barro cocido elaboraron los llamados malacates que solían usarse para hilar.  Figura 26.

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Figura 26.- a: Muchacha hilando, haciendo uso de un malacate. Tomado de: Códice Mendoza. b: diversas formas de malacates. c, d: vistas de un malacate decorado con diseños geométricos. e: dos malacates decorados con figura de animal.

Procedencia: excavaciones arqueológicas del tecpan de Yautepec.

Decoraron las telas con diseños geométricos o de animales y de plantas, que eran pintados utilizando sellos  manufacturados en barro cocido.  Figura 27.

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Figura 27.- a, b: dos vistas de un sello completo, con diseños de animales. c, d: fragmentos de sellos con diseños geométricos y vegetales.. Procedencia: excavaciones arqueológicas del tecpan de Yautepec.

Silbatos, cascabeles y figurillas antropomorfas o zoomorfas, fueron manufacturados también con barro cocido. Figura 28.

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Figura 28.- a: Tres vistas de un silbato manufacturado en época Colonial. b: Tres vistas de un cascabel prehispánico. c, d, e: vistas de nueve fragmentos de figurillas antropomorfas, prehispánicas.
Procedencia: excavaciones arqueológicas del palacio de Yautepec.

Los habitantes de Yautepec coexistieron con los españoles alrededor del año 1535, como lo demuestra el haber encontrado durante las excavaciones arqueológicas del tecpan, en asociación directa, tiestos prehispánicos, fragmentos de cerámica mayólica y figurillas de personajes que portan ropajes  occidentales de orden religioso.  Figura 29.

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Figura 29.- a, b: vistas de dos fragmentos de figurillas antropomorfas de individuos que portan vestimentas religiosas. Manufacturados en época colonial.
Procedencia: excavaciones arqueológicas del palacio de Yautepec.

 

COSTUMBRES FUNERARIAS

El patrón de inhumación más usado por la población de Yautepec durante el Posclásico, fue el enterrar a sus muertos depositándolos simplemente en oquedades excavadas en la tierra. Enterramientos de este tipo se descubrieron al poniente del edificio, frente a las escalinatas de acceso a la estructura.

Hasta este momento solo ha sido descubierta una oquedad, donde se rompió el piso de estuco de una de las habitaciones del palacio, para depositar el cuerpo de un personaje femenino, al que no se le colocaron objetos como ofrenda. Figura 30.


Figura 30.- Enterramiento de una mujer en posición decúbito dorsal extendido, con el cráneo orientado rumbo al poniente. El cuerpo fue colocado al interior de una oquedad, que al excavarla, se rompió el piso de estuco de una habitación del Tecpan de Yautepec.

El enterramiento de los infantes fallecidos, en algunas ocasiones se realizaba colocándolos en el interior de cazuelas. Otros individuos fueron enterrados en posición sedente, flexionados, acompañados de varios objetos como ofrenda, ya que se creía que le serían de utilidad durante su viaje al inframundo o mictlán. Figura 31.


Figura 31.- Vista de la excavación arqueológica del entierro de un individuo adulto, de sexo femenino, acompañado con un cajete de barro cocido, como ofrenda. El cuerpo fue colocado en posición flexionado-sedente.

Las evidencias indican la práctica del sacrificio humano, ya que se descubrieron manifestaciones de decapitación y desmembramiento intencional, acciones efectuadas con gran destreza y un profundo conocimiento de la anatomía humana.

En los 17 enterramientos encontrados hasta este momento, se han obtenido gran cantidad de fragmentos de barro cocido, lo que demuestra que la costumbre de “matar ollas” durante los ritos funerarios, fue aplicada por este grupo social.

 

INVESTIGACIONES RECIENTES

Hasta este momento, no se han finalizado las excavaciones arqueológicas en la parte superior del edificio,  ni al frente de la fachada oriente.

En el sector sur de la fachada oriente se descubrió una pequeña plaza que fue utilizada por los antiguos residentes como un espacio sagrado. Por el norte, la plaza estaba delimitada por un pasillo. Figura 32.


Figura 32.- Arriba: Vista de la fachada oriente, sector sur, donde se aprecia el pasillo que delimitaba a la plaza por el norte.

En la plaza se realizaron ceremonias y rituales, entre otras, las efectuadas en la pequeña plataforma de planta circular que construyeron en honor al dios “Ehécatl”- Quetzalcóatl”, el Señor del viento que barre los caminos de las aguas celestes, dándoles la vida. Figura 33.

a.

b.
Figura 33.- a: Acercamiento de la plataforma de planta circular construida a Ehécatl Quetzalcóatl, dios del viento. Tecpan de Yautepec. b: representación del dios Ehécatl. Códice Borgia.

Por el poniente, la plaza está delimitada por el muro en talud que corresponde al límite de la plataforma del palacio. Adosado al muro, los antiguos arquitectos construyeron un cuarto de una crujía, al que se accede por el sur a través de una puerta, remontando una plataforma con dos peldaños. Figura 34.


Figura 34.- Vista rumbo al norte del cuarto que fue adosado al edificio por el oriente.

Por el norte, era posible salir del cuarto y subir por una escalinata para acceder a otro nivel de cuartos, hoy desaparecidos. Figura 35.


Figura 35.- Vista del cuarto, donde pueden ser apreciados los restos de las escalinatas en el norte.

En este mismo sector se detectaron los restos arquitectónicos de lo que fue un altar de planta rectangular y otra plataforma. Figura 36.


Figura 36.- Fachada oriente, sector sur. Vista del altar de planta rectangular.

Las excavaciones arqueológicas realizadas al norte de la fachada oriente del edificio, permitieron descubrir los restos de dos cuartos cuyos muros fueron construidos con adobe. Los cuartos estuvieron en función cuando en este sector se encontraba una plaza a cielo abierto, justo al frente de la fachada. Años más tarde, los antiguos arquitectos construyeron 2 amplias plataformas que sostenían cuartos; la segunda plataforma cubrió a los cuartos de muros de adobe. Figura 37.


Figura 37.- Tecpan de Yautepec. Vista de la fachada oriente, sector norte, donde se aprecian los cuartos de muros de adobe y los dos muros exteriores de las plataformas que fueron construidas años más tarde.

Para acceder a los cuartos que sostenía la última plataforma que fue construida sobre el edificio, se remontaba un pasillo, donde se encontraban las escalinatas de acceso, de las que actualmente solo se conservan dos peldaños. Figura 38.


Figura 38.- Tecpan de Yautepec. Fachada oriente. Sector norte. Pasillo ubicado al extremo norte del edificio.

 

Recorrido

El visitante puede caminar libremente sobre las áreas que no han sido excavadas en el edificio. Los vestigios arquitectónicos de las áreas ceremoniales y habitaciones reales del palacio que han sido intervenidas  arqueológicamente hasta este momento, están delimitados con malla ciclónica, desde donde el interesado podrá observarlos. Se impide el acceso directo al visitante, con la intención de evitar su paulatina destrucción. Se solicita al  público  visitante respetar los espacios de acceso restringido, ya que ello redundará en beneficio de la conservación del Patrimonio Arqueológico de Morelos.

 

Información General

La zona arqueológica puede ser visitada todos los días de la semana, de 9 a 17 horas. La entrada es libre. Los servicios que se ofrecen incluyen un módulo informativo en el área de descanso, baños y custodios que orientan al visitante.

 

Autor: M. en C.A. Arqueóloga Hortensia de Vega Nova. Directora del Proyecto Arqueológico Yautepec. INAH.

La información aquí vertida se basa en los resultados de las investigaciones de Hortensia de Vega Nova y Michael Smith.

Han sido integrantes del proyecto los investigadores Pablo Mayer Guala+, Francisca Rosas Sánchez, Octavio Rocha Herrera, Jorge Jiménez Mesa, Tomás Villa Córdoba, Elba Estrada Hernández, Isabel Garza Gómez, Beatríz Sandoval Zaraúz, Teresita Loera Cabeza de Vaca,  Antonio Salgado García.

Fotografías: Hortensia de Vega Nova, Teresa Ontiveros Ortiz.

Gráficos y corrección digital: Arquitecta Teresa Ontiveros Ortíz.

Ayotzinapa: Jornadas dominicales en el Museo Nacional de Antropología

¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!

 ¡Si nos olvidan, ellos ganan!

¡Yo también ya me cansé de gobiernos genocidas PRI, PAN, PRD, PVE, PT…!

Los profesores-investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia que participamos en las “Jornadas Dominicales por Ayotzinapa” estamos convencidos, como millones de mexicanos más, que hay más hombres y mujeres que, independientemente de nuestra edad, somos buenos en el sentido humanístico, no absoluto, lo cual significa, en un extremo básico, que no seríamos capaces de matar a un ser humano.

En contraposición con esa inmensa mayoría, hay un número muy reducido de asesinos que se caracterizan por la falta absoluta de respeto a la vida de los otros y de sus propias personas, lo cual se manifiesta en sus acciones y conductas sádicas, violentas, cínicas, mentirosas y en todos los casos inconfesables.

Detrás de ese grupo se encuentra otro número más reducido de mandones, quienes dan órdenes a los matones y se caracterizan por su infinita sed de enriquecimiento a toda costa, lo que los conduce a la más absoluta abyección y degradación, iniciada desde el día que cometieron su primer crimen. Busquemos y veremos qué encontramos[1].

Con todo, ese grupo delictivo es una franca minoría. Nosotros no creemos que sean más de 587 mil 324 personas, que empieza con quien ocupa la presidencia de la República, gobiernos estatales, jueces, legisladores burócratas de mandos medios y superiores, muchísimas alcaldías y un sinfín de policías y soldados de los llamados “cuerpos de élite”, paramilitares y sicarios, así como los “gatilleros” de los medios de comunicación, como José López Dóriga, Javier Alatorre, Adela Micha, Carlos Loret de Mola, Víctor Trujillo (Brozo), Ciro Gómez Leyva, Denise Maerker, José Cárdenas y unas cien plumas y locutores más. Por supuesto no pueden faltar quienes aparecen en la lista de Forbes, que son los patrones de los mandones: los Slim, Azcárraga, Salinas Pliego, Zambrano, Servitje, Larrea, etcétera, mismos que dirigen e instruyen a los mandones y sus matones.

Aun suponiendo sin conceder que llegaran a 758 mil 321 personas o un poquito más, ellos no representan ni el uno por ciento de la población mexicana, conformada por más de 120 millones de hombres y mujeres. Lo cual significa que somos muchísimos más los hombres y mujeres buenos que tiene este país.

Algunos nos dirán: “No tan buenos”. Quizá tendríamos que concederles algo de razón, pues aquellos cientos de miles de matones y mandones, y el número muchísimo más reducido de patrones de los mandones, irradian mucho de lo que hacen en su círculo de familiares cercanos y lejanos, amigos, vecinos o empleados, convirtiéndolos en sus cómplices directos, ya que nunca los denuncian y, al contrario, los toleran pues finalmente los admiran por ser su ejemplo a seguir… en cuanto vean la oportunidad. Las complicidades pueden tener muchas causas y para qué las enumeramos, si estamos conscientes de que con ello no ganamos nada. Solo sabemos que matones, mandones y patrones irradian círculos concéntricos que, a lo más, contaminan a diez por cada uno de ellos. Lo cual significa que tendríamos por lo menos siete millones de enemigos reales de la sociedad; esto es, menos del seis por ciento de la población total del país.

Es posible que sean “pocos”. Pero, ¿por qué nos hacen tanto daño? En primer lugar, porque los patrones de los mandones y los matones están también en los puestos de gobierno y en cargos de lo que llaman “administración de la justicia” y “vida parlamentaria”. Y de ahí para abajo, hasta llegar a los gritones de los medios de comunicación.

Todos ellos están armados hasta los dientes y están habituados a matar sin ningún miramiento o escrúpulo. No importa si se trata de niño o niña, madre, joven estudiante, trabajador o adulto mayor. Nada de esto importa, lo único que interesa es cumplirle al que manda: lucirse con el patrón para seguir ascendiendo, aunque en eso les vaya la vida, pues la vida misma no vale nada, más que el rato que se disfruta con las prendas que se visten, los relojes que se portan, las pistolas que se enfundan, el alcohol, las drogas, las mujeres, hombres y amigos que se consumen en ocasión de celebrar el cumplimiento de una orden del patrón. Todo lo demás, no importa. Esos son los momentos y por ellos son capaces de hacer lo que nadie imagina. Así muestran su lealtad y pericia con sus mandones y patrones.

Esa manera de vivir efímera, cínica y abyecta se inicia en la presidencia de la República, y de ahí se sigue a gobernadores, presidentes municipales, procuradores de la república y estales, magistrados, diputados, senadores, la elite de los militares y policías, líderes sindicales, presidentes de partidos políticos y un largo etcétera, que son quienes actúan al cobijo de lo que se llaman gobiernos y también de los medios de comunicación.

Las presentaciones de los funcionarios en la TV y en programas de radio tienen por objeto engañar a los incautos y sembrar el terror entre los luchadores sociales y grupos opositores a los gobiernos. Esto se puede constatar si se revisan las declaraciones del 2 de octubre de 1968 o del 10 de junio de 1971, las declaraciones de la guerra sucia de los años setentas, ochentas y noventas, las alusivas al asesinato de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, del cardenal Posadas, de los campesinos en Aguas Blancas, Acteal, el Charco, a la muerte que soldados le dieron a Ernestina Asencio, a Digna Ochoa, a Regina Martínez, el secuestro y no presentación de Gabriel Alberto Cruz Sánchez, Edmundo Reyes Amaya…,  entre otras muchas y muchos más. El incendio de la guardería ABC de Sonora, los fusilados en Tlatlaya, la matanza de migrantes en San Fernando, el encarcelamiento de José Manuel Mireles, de Nestora Salgado o los seis asesinados y 43 detenidos-levantados por la policía y el ejército hasta el momento no presentados, estudiantes de la normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa…

“Lo que se hizo fue para salvar a la patria”. “Era una pugna intercomunitaria”. “Se murió de una pancreatitis”, “Estaban en una fiesta de sicarios”. “Eso les pasa porque provocan a los hombres”, “Es que portaba armas de uso exclusivo del ejército”. “Ella misma se disparó”. “Fue un corto circuito inexplicable”. “Fue un crimen pasional”. “Le decomisamos ‘churros’ y ‘grapas’ resistiéndose al arresto”, “Quién les manda haber estado allí y no en su casa”. “Eran migrantes centroamericanos”… El descaro y prepotencia para urdir las peores estupideces, los pinta de cuerpo entero como patrocinadores y ejecutores de los actos que dicen querer explicar.

El pueblo es engañado, en general y por diversas razones, y eso se debe a que su máxima preocupación está en la sobrevivencia, en lograr el sustento de su familia, que no es cosa menor, sino mayor por todos los esfuerzos que esto representa, privándose incluso de tiempo de descanso, esparcimiento y, consecuentemente, en la nula expectativa de querer informarse lo mejor posible respecto a lo que ocurre en la sociedad a que se pertenece.

Esta última carencia y esos apremios, lo único que propician es que millones de mexicanos reciban sin piedad los ecos estrepitosos de los medios de comunicación, quienes obtienen “la nota”, como se dice en el argot de los periodistas, de las cínicas y descaradas declaraciones de los funcionarios, que a base de repetirlas una y otra vez, en una y otra estación de radio, canal de televisión e inclusive en los periódicos nacionales o locales, van tomando la apariencia de verdad. Son voces estridentes que a fuerza de su repetición o glosa se van convirtiendo en mayoría y, consecuentemente, en hechos verosímiles para todos los incautos. Es más fácil y cómodo asimilar una frase corta, que buscar explicaciones, cuando la propia explicación, la suya, es “la mala suerte”, “el destino”, “la voluntad de Dios”, pues el “yo mismo tuve la culpa, compadre o comadre”… Y sí, así es para ellos mismos, no puede ser distinto para los demás, máxime cuando en las declaraciones de los funcionarios y los lenguaraces está siempre la consigna: “Ellos se lo buscaron”. “¿Qué hacían allí?”…

Así que, la buena gente de este país que trabaja o que estudia, con muchos esfuerzos y pesadumbres, no tiene tiempo para ponerse a investigar, reflexionar, meditar después de leer declaraciones y confrontarlas con reportajes o notas periodísticas; escuchar la radio con atención, sobre todo las universitarias, y confrontar eso con lo que se transmite en la TV privada para, pasados los días, leer los libros o artículos de sesudos articulistas y reporteros que tratan los temas. Y entonces sólo así se crea una representación de lo sucedido que confronte el cinismo y descaro de las afirmaciones de los funcionarios, que lo único que muestran, para quienes más o menos tiene la posibilidad de hacer otra lectura, es que sus declaraciones son totalmente irregulares ante lo que pretenden describir. Quienes lanzan sin rubor a los cuatro vientos esas mentiras, son los mismos matones o sus mandones, pues su verborrea sólo pretende ocultar lo totalmente evidente: que ellos son los responsables de lo sucedido; que ellos lo orquestaron o lo ordenaron por razones inconfesables públicamente y, por eso, intentan urdir expectativas de una simpleza infantil, porque presumen que el pueblo entero es imbécil y estúpido.

Ese actuar de los funcionarios es lo que irrita a los sectores medianamente informados, ya que resulta ofensiva la procacidad con la que se conducen los “servidores públicos”. Su palabrería ya ofende hasta a la llamada “clase media ilustrada”, a las que también está llegando ese actuar vil y displicente de los funcionarios declarantes, mandones y matones, que se saben inamovibles y seguros en sus chambas, pues sus patrones están muy contentos con ellos, quienes operan para la entrega de todo cuanto exigen: playas, subsuelos para minas, tierras para parques eólicos, pozos petroleros en aguas someras, bosques, selvas, manglares, trayectos carreteros, trenes, metros, introducción de semillas transgénicas, manantiales para la explotación del agua, y gas…

A fin de cuentas mandones y matones son fieles sicarios, filibusteros y soldados. Por eso, de vez en cuando, los dejan sentarse a su mesa, pasearse con ellos, tomarse algunas fotos en esos 20 metros de alfombra roja, tras maquillarse y quitarse la grasa de la cara y ponerse hasta la saciedad costosas lociones, perfumes y trajes cortados a la medida, terminando con un apretón de manos que congela la lente de los fotógrafos de los medios de comunicación para las notas televisivas o de la prensa escrita. Luego se ve que hasta eso les aburre, porque lo suyo es el trabajo rudo: matar o mandar matar, aplicar los desalojos, la impartición de intimidación y terrorismo. Maniobrar, calcular y engañar para controlar las cámaras y comprar diputados y senadores. Por todo eso cobran cantidades millonarias.

Las escenas de esos actos son presentadas en todos los medios como los grandes acontecimientos, que se repiten una y otra vez en la radio, la TV, la prensa, los espectaculares y las voces lacerantes de los comentócratas que, a fuerza de repetir una y otra vez hasta llegar a millones de veces, van construyendo ese ruido lacerante que aturde y desquicia a la sociedad. De ahí que muchos ciudadanos abandonan cualquier intento de enterarse de lo que sucede en el país o de querer comprender los hechos.

A fuerza de tanta abulia, todo pierde sentido. Ya nada vale. Las lecciones de los mandones y asesinos es que todo sea cada vez más cruel y más injusto, para que duela más, para que cale más hondo, para que se piense bien lo que se está haciendo. No necesitan matar millones, sino aterrarlos con cientos de miles de casos ejemplares. Y si los muertos no son suficientes, hay todavía algo más doloroso: los llamados eufemísticamente “desparecidos”, porque la incertidumbre es más fuerte que la muerte misma. Ello se sabe desde la antigüedad, por eso Príamo, el padre de Héctor, personaje de la Iliada, reclamaba el cadáver de su hijo para darle sepultura, pues quería verlo muerto, pero no desaparecido. (Canto XXIV).

La crueldad no tiene límites y no necesitan expandirla por millones, sino por miles. Ahí es donde más nos pega a la sociedad toda. Si los crímenes son repugnantes y aberrantes, las desapariciones forzadas tienen el adicional de la incertidumbre, que es quizás lo que más puede alterar al género humano. Tanto así que fue la incertidumbre lo que orilló a los seres humanos a inventar la agricultura y la ganadería. Dejar el azar. La incertidumbre es algo que modificó al género humano o, por lo menos, a una parte, pues le parecía insufrible.

Las desapariciones forzadas no son otra cosa más que la declaración de guerra más abyecta y cobarde que los gobiernos imponen a los ciudadanos que luchan por reivindicaciones sociales. Y es claro que en este país esos procedimientos los llevan a cabo los llamados “cuerpos de seguridad pública”, ejército o policías de élite auxiliados o que trabajan junto a los llamados sicarios (matones a sueldo, delincuentes comunes pero totalmente degradados). Todos ellos urden acciones que llegan a extremos aberrantes para el género humano, en cuanto al dolor que pueden provocar a los cuerpos y hasta los pensamientos y sentimientos tanto de aquellos a quienes se les violenta como a la de sus familiares.

Se busca que esa crueldad sea “ejemplar” y que se amplifique con otros tantos casos, no necesariamente vinculados al ejercicio de la acción política de luchadores sociales, incluyendo a periodistas dignos, en casos rebosantes de simbolismo social como sucede con los feminicidios, infanticidios, juvenenicidios… con el único fin de atemorizar y aterrorizar a la sociedad. De ahí su permisividad y su aumento; su no persecución ni castigo. De ahí la impunidad.

De esta forma, el ambiente de terror tiene dos vías: la que imponen las instituciones gubernamentales y la que propaga la llamada delincuencia organizada. Sí: organizada y prohijada por los gobiernos para tener un cuadro completo de terrorismo que ya algunos estudiosos comienzan a reconocer como acciones disciplinarias de los ricos hacia los pobres, para obtener una sociedad cabizbaja, sometida, totalmente atemorizada y que sigue con sumiso gesto los dictados de quienes ahora se han hecho de los poderes públicos y sociales.

Esos patrones, mandones y matones quieren que toda la sociedad mexicana acepte, sin más, el neoliberalismo, impulsado por los grandes capitales nacionales y trasnacionales. Hacen creer a la población que este sistema algún día dará libertad, estado de derecho, justicia, seguridad, salud, equidad, educación, vivienda digna…

Pero dicen los patrones y sus mandones, cada que pueden y tienen los micrófonos frente a sí, que esos beneficios no pueden ser, por ahora, para todos los mexicanos, por ésta o aquella razón, que nunca faltan, “razones“ unas veces internas y, otras externas, surgiendo las peores cuando se conjugan unas y otras de manera inexplicable y terminan empobreciendo más a los de por sí ya pobres y a los que comenzaban a tener algún tipo de ascenso, viéndolos caer, mientras los ricos son más ricos y los mandones y matones no dejan de recoger los frutos multimillonarios que deja el hacer cumplir las órdenes de sus patrones.

Se debe reconocer que aquella prédica y práctica capitalista desplegada en todo su accionar alcanza para dar trabajo a unos diez o quince millones de personas que, en círculos expansivos, hace que a lo más se terminen “beneficiando” otros cuatro por cada uno de los “afortunados” del sistema. Con todos ellos no se llegan a integrar unos 40 millones de personas que son quienes forman la llamada clase media alta y baja.

Es indiscutible que este sistema económico dependiente, mezquino, atrabiliario y excluyente oculta su verdadero rostro depredador y aniquilador de millones de seres humanos y de la propia naturaleza, tras la oferta de sus múltiples “beneficios” que, publicita, pueden obtener todos los ciudadanos si se disciplinan y participan creativamente con él. Atiborra hasta el hartazgo con su publicidad, donde cualquier ciudadano puede sacarse la lotería en el sentido estricto, jugando cada ocho días; aunque nunca sea el afortunado, nunca perderá la esperanza de que se cumpla aquella promesa, o ya en estos nuestros tiempos, en el caso de obtener un “buen trabajo”, sea decente o indecente pero que a fin de cuentas permita tener un coche del año, ropas de marcas, perfumes de moda, aretes y joyas que destacan o disimulan figura y facciones, los departamentos en zonas exclusivas, que van dando claros indicios de ascenso social que se completa en los modelos a seguir, con las casas de descanso, el yate, el avión.

Bueno, todo eso puede parecer una ilusión, pero son alcanzables, según hemos podido recoger textualmente en aseveraciones de diversos personajes y que comienzan como sigue:

 

Ve a mi carnal… Mi primo ya lo logró… El cuate de un cuñado… El hermano de un cuate… La esposa de aquel ¡te acuerdas!... Bueno, si no puedo llegar a tanto ve al profe que es del sistema nacional de investigadores nivel 10, tiene los más altos niveles de estímulos de la UNAM, el Polí, la UAM, UACM y ya no me acuerdo si también del CONACULTA, INAH y Bellas Artes… Bueno, y todo ese séquito de jóvenes y seños que le ayudan en sus tan sesudas investigaciones y se mantienen gracias a las becas que les consigue en Conacyt, Prospera y hasta de adultos mayores. Es tan buena onda y tan trabajador que, algún día,  lo colocarán como el segundo Premio Nobel mexicano, que como el científico Mario Molina hoy, hará hasta lo imposible, con su prestigio e innovaciones, para que caigan inversiones extranjeras que saquen al país de esta pobreza en que nos tiene metida tanta indolencia de los pobres. Esos más de 55 millones de personas que no acabamos de saber bien a bien por qué muchos de ellos siguen teniendo tierras, pues las tienen totalmente abandonadas, sin una productividad elevada, orientadas a cultivo de auto consumo, sin inversión tecnológica, habiendo tanta necesidad de esas tierras que si las dejaran en manos de otros ya verías cómo producirían, ya veríamos lo que dejan de renta, así como lo que pasó con Teléfonos de México, en manos del gobierno un fracaso, en manos de Carlos Slim, una mina de hacer dinero y le puedes seguir así, con todo lo que se ha privatizado. Ése es el secreto del desarrollo.

El gobierno no puede organizar para producir. Los únicos capaces de hacerlo con rentabilidad son las personas que se rigen por la ley de la oferta y la demanda, que se inscriben en los mercados nacionales pero sobre todo los internacionales, por eso de la globalización que a querer o no ya nos alcanzó. Los gobiernos, los pueblos y las comunidades no lo pueden hacer. Son incapaces…

 

Esta forma de pensar es la que permite que patrones, mandones y matones sigan reproduciendo el sistema y si alguien del pueblo, de esos “pobres incapaces” o inclusive de las clases medias o periodistas, se opone a la prevalencia de ese discurso y empiezan a concitar a más gente para oponerse a las acciones que se derivan de aquel modo de entender la realidad, se les comienza a fustigar o reprimir, llegando al extremo, si los patrones así lo consideran necesario, de matarlos o inclusive desaparecerlos, con el fin de que quienes los seguían, abandonen aquellas ideas y acciones; que entiendan de una vez y para siempre de que los patrones, mandones y matones no están jugando, que ellos son quienes dicen qué, cómo, cuándo y dónde se deben hacer las cosas.

Esto se confirma a través de los dolores que atraviesan y laceran a muchos pueblos y comunidades de todo el país, a familias de luchadores sociales –incluyendo a periodistas- a padres y madres de niños o jóvenes de uno u otro sexo asesinados o desaparecidos, a familiares de migrantes que nunca llegan a su destino, sino al infortunio de una fosa clandestina que termina con esperanzas e identidades.

Los patrones y mandones han decidido imponer su prédica y manera de proceder por medio del terrorismo, imponiendo casos que ellos consideran como verdaderamente aterradores para que terminen paralizando a la sociedad por la brutalidad con que se llevan a cabo los asesinatos o lo que puede significar las llamadas desapariciones forzadas.

No necesitan matar o desaparecer a millones, sino a miles, quizá hasta cientos de miles para que el resto de la sociedad entienda que el papel que ellos les asignen es el que deben desempeñar, por degradante que sea. No hay de otra. Y tan es así que cada día que pasa vemos o nos enteramos de casos mucho más monstruosos y brutales, como lo que le hicieron al compañero Julio César Mondragón, al periodista Rubén Espinosa Becerril, a Nadia Vera Pérez, activista del movimiento estudiantil #Yosoy132, a Yesenia Quiroz Alfaro, de 18 años, originaria de Mexicali, Baja California, entre los más recientes asesinatos que por doloroso que sea siquiera recordarlos, no hay que olvidarlos. Porque al olvido, como dijera el subcomandante insurgentes Marcos, se le declaró la guerra con la Memoria.

Y en ese inmenso y diversificado espacio que es la memoria, los académicos del INAH nos hemos colocado, no sólo porque sea parte de nuestro trabajo profesional, sino porque los mismos padres de los normalistas de Ayotzinapa, en la reunión que tuvimos con ellos en la escuela el 8 de noviembre del 2014, a nuestra pregunta de ¿cómo querían que los apoyáramos o los ayudáramos?, nos contestaron: “No nos dejen solos y que no se olvide nuestra demanda: ¡Vivos se los llevaron, Vivos los queremos!”

Después de esa petición, diversos investigadores comenzamos a planear las acciones que podíamos llevar a cabo para honrar ese compromiso. Estando todavía en Ayotzinapa, consideramos que podíamos recuperar la experiencia que habíamos tenido, no hacía más de tres años, en el Museo Nacional de Antropología, para exponer públicamente nuestro rechazo a las políticas gubernamentales que estaban modificando y destruyendo referentes históricos tan emblemáticos como los Fuertes de Loreto y Guadalupe, en Puebla, entre otros tantos atentados más a nuestro patrimonio nacional.

Aquella toma pacífica sirvió para plantear nuestros desacuerdos y demandas de respeto a las zonas históricas y arqueológicas del país, al tiempo que dejábamos pasar a los visitantes gratuitamente para que recorrieran el museo y aun vieran las exposiciones temporales, que por cierto son muy caras y que muchos ciudadanos se quedan sin visitarlas… por los costos que representan.

Esa toma estuvo acompañada por una exposición fotográfica que mostraba las zonas y monumentos afectados por la corrupción de los funcionarios del INAH, de los gobiernos de los estados y de la propia Presidencia de la República.

Como una actividad adicional, y para integrar a los niños a nuestra lucha y demandas, se planteó realizar la confección de lo que llamamos “Memoriales de Agravios” a los bienes nacionales arqueológicos e históricos, a través de dibujos que los niños y niñas nos ayudaron a diseñar y colorear. De esos trabajos surgieron varios lienzos que nosotros llamamos Códices de la Destrucción de los Patrimonios Nacionales Arqueológicos e Históricos.

Con ese referente de lucha en la memoria quedamos en que habría que ir trabajando algo para ver cómo lo podíamos concretar en apoyo a la exigencia por Ayotzinapa: “¡Vivos se los Llevaron! ¡Vivos los queremos!” “¡Sí nos olvidan, ellos ganan!”

El compañero Juan Manuel Sandoval comenzó a trabajar junto con las compañeras Martha Monzón, Elsa Hernández y Ángeles Colunga en el diseño de lo que denominaríamos como Códice de Ayotzinapa, mientras que el compañero Felipe Echenique y Carmen García conocieron y apreciaron el trabajo del colectivo Ilustradores con Ayotzinapa convocados por la artista Valeria Gallo, para que otros tantos compañeros del mismo quehacer artístico se preguntaran a su vez y desde su sensibilidad por el paradero individualizado y colectivo de normalistas, gracias a lo cual terminaron creando más de 400 reproducciones de los rostros de los compañeros secuestrados y no presentados por los cuerpos policiacos y militares de la normal rural de Ayotzinapa.

Las ilustraciones individualizadas, genéricas, abstractas o figurativas con la pregunta ¿Dónde estás? son contundentes para mostrar esas aberrantes desapariciones forzadas, al tiempo que el trabajo artístico, por su significado estético y social, hace que el observador se conmueva e indigne por aquel hecho aberrante, o si es del reducido bando de los enemigos del pueblo, las repudien por lo fuerte que resulta la expresión político-artística lograda por los ilustradores con relación a lo sucedido en Ayotzinapa.

Teniendo esa apreciación de aquellos trabajos político-artísticos, los compañeros se dieron entonces a la tarea de montar una exposición en la Dirección de Estudios Históricos del INAH (Allende 173, colonia Centro Tlalpan) permaneciendo en su sala de exposiciones del 17 de noviembre hasta finales de febrero de 2015.

La recepción que tuvo esa exposición entre los compañeros de dicha dependencia y los visitantes a la misma, propició que en el pleno de Delegados de del Sindicato de Académicos del INAH, se planteara replicarla en distintos museos nacionales y de los estados de la República.

El Museo Nacional de Antropología, por lo que ya se dijo en párrafos anteriores, nos pareció que sería un primer espacio a ocupar para difundir la demanda y exigencia de Ayotzinapa: ¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos! ¡Si nos olvidan, ellos ganan! ¡Yo también ya me cansé de los gobiernos genocidas…!

El acuerdo fue inmediato. A partir del domingo 7 de diciembre, comenzamos las Jornadas Dominicales por Ayotzinapa en el vestíbulo del Museo Nacional de Antropología, que se nutrió de nuestra experiencia previa y de lo apreciado en la cancha de básquetbol durante nuestra visita a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en donde están colocados 43 pupitres y que nosotros convertimos en 43 sillas vacías, a las que se les adicionó –a cada una- un cuaderno, una pluma y el rostro de cada uno de los compañeros normalistas diseñado por Ilustradores con Ayotzinapa. Asimismo, se redactaron distintas hojas volantes –que hasta la fecha suman más de 70 mil repartidas-- y se comenzó la confección del Códice Ayotzinapa donde se expresa, en ilustraciones tomadas de códices prehispánicos y coloniales y adaptadas a la situación actual por Diego Sandoval, los agravios cometidos por el Neovirrey de la Neo Nueva España a sus habitantes y principalmente a los Pueblos Originarios de este territorio, por la entrega de riquezas y recursos estratégicos a los nuevos imperios norteamericano y europeos.

En este códice se muestra cómo este virrey actual ha retomado prácticas de origen prehispánico, como tomar prisioneros en las “Guerras Floridas” y el “Desollamiento” (Xipe Totec) en contra de los guerreros tigre del Calmecac de Ayotzinapa, para aterrorizar a los pueblos y comunidades; pero también se muestra la indignación que estos agravios han provocado en los mismos, lo que los ha llevado a la organización y lucha en contra de los gobernantes y sus esbirros. El códice se puede apreciar en este número de En el Volcán Insurgente y también en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=l0Hk_V0XLA0).

Diciembre, mes festivo y de celebración navideña, nos hizo pensar que a lo mejor no sería bien recibida aquella actividad político-artística por parte de los visitantes al museo. La sorpresa fue inmediata: un sinfín de ciudadanos de distintas edades, sexos y nacionalidades comenzaron a tomar los 43 cuadernos y plumas para escribir pensamientos a los normalistas desparecidos que, después notamos, también se dirigían a los padres de los normalistas.

La solidaridad con los jóvenes secuestrados y el repudio para con los gobiernos municipal, estatal y federal, podemos decir sin ambages, resultó abrumadoramente mayoritaria, al igual que el sentimiento de acompañamiento a los padres, aunque no estuvieran allí con nosotros físicamente. Las expresiones de solidaridad con los normalistas y de repudio al mal gobierno están plasmadas en las hojas de estos cuadernos.

Las actitudes fraternas de muchos ciudadanos se evidenciaron tanto en la forma de recorrer la exposición-instalación, como por lo que escribieron en los cuadernos y en la lectura de los volantes que repartíamos. Todo aquello nos llevó a pensar que se debería ampliar la información sobre las luchas sociales y sobre las aberraciones que cometen los gobiernos en contra de luchadores sociales, periodistas, pueblos y comunidades indígenas a lo largo y ancho del país e inclusive, ampliar la denuncia de los desaparecidos, de los periodistas muertos, de lo injusto del encarcelamiento de los compañeros yaqui, de Luna, Mireles, Nestora… La exposición creció en imágenes que ilustran e informan sobre las luchas sociales que se mantienen vivas por la dignidad de las personas, los pueblos y las comunidades que las enarbolan.

Los compañeros que hemos participado en estas actividades dominicales vimos cómo muchos ciudadanos se interesaban en los contenidos de la exposición y se sumaron a la indignación y exigencia de presentación con vida de los compañeros normalistas.

Ver a niños, niñas, jóvenes, mujeres, hombres, mexicanos y extranjeros, sorprenderse y sumarse a los reclamos y exigencias que se exhibían con dicha instalación, nos llevó a considerar que deberíamos continuar con aquellas jornadas por más domingos y llevarla inclusive a otros espacios.

La comunicación de esta experiencia con los compañeros de los centros-INAH de trabajo en los estados de Oaxaca, Nuevo León, Jalisco, Yucatán, Morelos y zonas arqueológicas como Teotihuacán y el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec y de la Dirección de Etnografía y Antropología Social, propició que se organizaran otras actividades, sobre todo en los museos o en la propias zonas arqueológicas o en plazas públicas, como fue en la Macro Plaza de Monterrey, donde junto con otros grupos de ciudadanos se montó una exposición similar a la del Museo de Antropología, que luego se fue rolando por espacios universitarios, barrios y hasta llegar a la Casa de Todas y Todos.

Algo similar sucedió en Cuernavaca, Morelos. Si bien inició la exposición en el Museo Palacio de Cortés, hoy está itinerando por distintas escuelas de la entidad, y lo mismo sucede en Yucatán y Jalisco. En Oaxaca se instaló la exhibición en Monte Albán y en este trabajo colaboró muy activamente el maestro pintor Francisco Toledo.

En la Zona Arqueológica de Teotihuacán, como en otros muchos centros de trabajo, en fachadas, bardas o espacios de acceso se colocaron mantas con las exigencias y denuncias: ¡Vivos de los llevaron! ¡Vivos los queremos! y ¡Fue el Estado!

A un año de la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa y no presentación con vida, les informamos a los padres de familia: Hemos cumplido con su demanda y exigencia hasta ahora, en la medida de nuestras posibilidades y dentro de los espacios que hemos logrado hacerlo.

Otros muchos compañeros del INAH han realizado otras acciones de acompañamiento y seguimiento al justo reclamo de los padres de los normalistas y estamos seguros que ni ellos, ni nosotros abandonaremos su lucha y la de otros pueblos, comunidades y seres humanos dignos que han alzado la cabeza para reclamar Justicia, Libertad y Dignidad.

No olvidarlos y seguir con su lucha es mantenerlos vivos y actuantes. Seguiremos trabajando en nuestros espacios y con nuestras posibilidades bajo esas únicas consignas que dan sentido a las vidas y muertes dignas: Justicia y Libertad.

Responsables internos de las Jornadas Dominicales por Ayotzinapa:

Ángeles Colunga, Juan Manuel Sandoval, Marta Monzón, Guillermo Molina, Amparo Sevilla, Jaime Garduño y Esperanza Muñoz, León Felipe y Ximena Valentina Echenique, quienes en distintos domingos compartieron con nosotros la experiencia de esta intensa actividad política. Pero también a María de la Luz Aguilar, Daniel Nahmad, John Joseph Temple, María Teresa Olivera, Samantha Adame, Fernando Miranda, Fernando Sánchez, Carlos Ortega, Rosa María Vanegas, Javier Guerrero, Alejandra Gómez, Alfonso Velazco y José Concepción Jiménez, quienes se dieron un tiempo para acompañar durante algunas horas en las jornadas dominicales.

En Monterrey: Lidia Espinoza; en Yucatán: Martha Medina; en Morelos: Ricardo Magaña; en Oaxaca: Enrique Fernández; en Teotihuacán: Sergio Gómez y en Guadalajara estudiantes de la Escuela de Historia y la compañera María Gracia Castillo académica del INAH, poniéndose literalmente la camiseta, negra con letras blancas con la leyenda “Vivos se los llevaron Vivos los queremos” “Ayotzinapa 43 fue el Estado”, han expuesto el códice, las ilustraciones de los compañeros normalistas y las representaciones de la represión de la que ya hemos tratado, dentro de las escuelas, plazas y barrios. Elaboraron muchas mantas alusivas a la ausencia de los compañeros, al crimen del estado, y a la imposibilidad de continuar con las clases cuando faltan 43 compañeros estudiantes. También elaboraron unos cuadernitos con material de reciclaje en donde pusieron la imagen de cada uno de los 43 estudiantes desaparecidos de las hechas por los ilustradores y además pusieron algunos datos de cada uno de ellos. Estos cuadernos acompañaban la exposición itinerante y se invitaba a las personas a que pusieran algún pensamiento para los padres. También pusieron el salón de los ausentes en la calle al lado de la Escuela de Historia y en la plaza de la liberación el 26 de marzo de 2015. (Desgraciadamente no se ha conseguido que los funcionarios del INAH permitan que se ponga en el Museo Regional de Guadalajara). Las reacciones de las personas fueron muy diversas, desde quienes pedían que nos conformáramos con la explicación oficial, quienes querían escribir en cada uno de los cuadernos, y quienes con lágrimas en los ojos no pudieron hacerlo por la impotencia de transmitir lo que sentían.

Todo ello de una u otra manera replica las jornadas dominicales por Ayotzinapa en el Museo Nacional de Antropología.



[1]    Salinas de Gortari mató a su sirvienta, Zedillo o Salinas a Colosio, Peña a su esposa, Fox y Calderón, si acaso no tenían antecedentes, hicieron crecer las listas de homicidios y secuestros políticos de manera similar y aun aumentada respecto a GDO, LEA, JLP y MMH.

 

El Códice de Ayotzinapa

 

Autoría: Juan Manuel Sandoval, Martha Monzón, Elsa Hernández, Ángeles Colunga, Diego Sandoval.

La verdadera embajada: reflexiones en torno a una marcha

En la actualidad, la analogía entre la guerra y la construcción del estado, por un lado,
y el crimen organizado, por otro, se está convirtiendo en una trágica tendencia
Charles Tilly

Los peatones y conductores, hasta los perros elegantes, miran, casi todos con cierto azoro, la marcha de cientos de personas que van por varias avenidas parisinas lanzando consignas a un año de la forzada desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa. 

Una banda de metales, Les fanfares, presente a menudo en manifestaciones públicas[1], acompaña al contingente: los saxofones, trombones, trompetas, tubas, el clarinete, la caja de percusión van dejando en el aire, entre reclamos y exigencias que no cesan, las notas de Bela Ciao, del himno de la unidad popular chilena y de muchos otros cantos de lucha.


Les Fanfares en la Fuente de los Inocentes

Aparece en la marcha la figura de un iceberg: en su punta visible los 43 alumnos, luego los más de 26,271 oficialmente desaparecidos, y en su base, 80,000 muertos.  A la indignación en marcha, se suma la vergüenza.

 

La pasarela

¿Amerita eso una marcha militar, y para vanagloria de quién o de qué?

¿Por qué no marchar esa tarde de domingo en París en homenaje a la vitalidad de la democracia mexicana, en homenaje a la integridad de un gobierno elegido libremente?  Pues porque no estamos para fantasías.


De su iceberg no quieren ver ni la punta


Ayotzinapa: un año de impunidad

Ya para eso marcharon una centena y media de cadetes mexicanos el pasado 14 de julio en París, pero ni los uniformes ni la coreografía castrense pudieron ocultar lo que con todo ese adorno se pretendía. No lucieron nuestros soldados en los Campos Elíseos sus retenes, ni sus torturados, ni sus cadáveres, ni sus vejaciones, ni sus abusos; pero todo ello persista, imborrable, indeleble.

Ese mismo 14 de julio, las fuentes de París se tiñeron de rojo, en categórica coherencia cromática, recordando la sangre de miles de mexicanos cuyas vidas han sido cercenadas por la indiferencia, ausentes en la planificación de un Estado que los excluye desde antes de nacer.

La activa presencia del Colectivo París Ayotzinapa y de otras agrupaciones[2] ha sido determinante en estas manifestaciones, con volantes presentando a Enrique Peña Nieto con la mano derecha ensangrentada y bajo el título de “¡Vergüenza! por la visita del presidente de México”, señalando al gobierno francés como cómplice del encubrimiento.


El costoso juego de los símbolos prostituídos: la bandera mexicana en la avenida de los Campos Elíseos


Fuente parisina el día de la visita presidencial de Peña Nieto

http://www.masde131.com/2015/07/la-visita-de-epnpersonanongrata-a-francia-vista-desde-abajo-parte-i/

Los 149 cadetes y 5 oficiales mexicanos llevados a las tierras del emperador Napoleón III  se toparon con la tierra del escritor Víctor Hugo. Así, el burdo empeño por tapar con marcialidades de pacotilla el indigno papel que el ejército jugó la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, la tarde del 30 de junio anterior en Tlatlaya, la tarde de un 10 de junio en el casco de Santo Tomás, la tarde de un 2 de octubre en Tlaltelolco y tantas otras tardes, mañanas y noches más, quedó en eso, en un burdo empeño cosmético que la misma prensa francesa denunció con agudeza.

Frédéric Saliba escribió ese día en Le Monde un artículo bajo el título de “El embarazoso desfile del ejército mexicano en los Campos Elíseos” donde exponía el papel del ejército en Tlatlaya y Ayotzinapa contrastado con su presencia en París y citaba las afirmaciones de la presidenta de Aministía Internacional en Francia, Geneviève Garrigos: “las desapariciones forzadas, la tortura y las detenciones arbitrarias constituyen prácticas generalizadas entre las fuerzas de seguridad y las polícías mexicanas”.

El asunto no mejoró recordando el peculiar escape previo del Chapo del 11 de julio, mientras viajaba a Francia la numerosa comitiva mexicana, inspirando al caricaturista belga Nicolás Vadot, también del diario Le Monde,  para publicar el 16 de julio una viñeta donde, como gesto de despedida antes de entrar a su túnel, del empresario de mota, coca y goma que ha diversificado sus inversiones emerge el dedo medio de su mano. Y los símbolos siguen su marcha: el escudo nacional se reduce a una tapadera… dejada de lado junto al sombrero, las jeringas y la cadena rota del preso.

Al respecto, la página electrónica del colectivo “Cartooning for peace” en el diario Le Monde (http://www.cartooningforpeace.org/), donde colabora el autor de la caricatura anuncia:

“¡Adiós amigos! La evasión rocambolesca del narco El Chapo. Sábado 11 de julio, el más célebre de los barones mexicanos de la droga, El Chapo, se evadió de una prisión de alta seguridad por un túnel high tech, hecho a más de 10 metros de profundidad, equipado con electricidad, ventilación…  ¡una patada en la nariz al presidente mexicano en visita presidencial en Francia!”

(http://cartooningforpeace.blog.lemonde.fr/2015/07/16/vadot-6/)


Dos filas en una sola

 

La marcha

Sin embargo, esta manifestación del 26 de septiembre en exigencia de que aparezcan los 43 estudiantes desaparecidos, muy, muy lejos de la ridícula pasarela oficial del 14 de julio, es a su vez una marcha en homenaje a la esperanza que no ha sido humillada y que se manifiesta cuando un joven campesino decide dedicar su vida a la enseñanza primaria en su pueblo; es una marcha para reivindicar lo que los 43 y tantos otros representan de esperanza para todos los mexicanos; es una marcha recordando el extraordinario proceso civilizatorio que hemos heredado de los pueblos originarios en América Latina junto con su poderosa cultura de comunalidad, es una marcha en homenaje al ejercicio pleno de la ciudadanía al que aspiramos y al cual pretendemos contribuir.

La marcha exigiendo en París la aparición de los futuros profesores rurales salió de una fuente, la de los inocentes y llegará esa tarde de sábado a una glorieta, la de las victorias, porque de ahí a la embajada de México la policía no permite más el paso. 


La Fuente de los Inocentes


Bandera parchada

Sin embargo, ¿cómo se puede llegar de una fuente de los inocentes a una glorieta de las victorias?  No es cierto que deambulando por varias avenidas en la capital francesa, como se pretende en los mapas. Como tampoco se llega de las tinieblas a la luz siguiendo la ruta de la ingenuidad. Sólo es posible ese tránsito al paso de la indignación, y sólo cuando ella se transforma en compromiso cotidiano.

Las 43 figuras de cartón en contorno llevan pegada la cara de cada uno de ellos; la bandera mexicana actualizada que vemos en las marchas de México, que ya no es tricolor, también forma parte del contingente, que grita en español y en francés ¡“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”!

No dejaron pasar la marcha, la atajaron para que no llegara a la embajada de México en París. En realidad los policías parisinos no se habían dado cuenta que la representación de nuestra patria estaba en esa marcha, en ese lugar, en ese momento: dejando patente que los burócratas no nos representan: representan a un gobierno que ha hecho de la impunidad y la corrupción su esencia. Y ni la impunidad ni la corrupción son la esencia de nuestro país.

Así que ahí, esa tarde, la embajada de México en París se instaló en la glorieta de las victorias. No en el edificio oficial que representa al gobierno espurio, que el sábado vespertino estaba tan vacío de México como el resto de la semana, sino el México presente en el corazón de los asistentes: no en las versiones cosméticas de la mentira sistemática que por encargo los embajadores del régimen vierten por todo el mundo, minando su propia honorabilidad, como parte de ese “cuerpo diplomático” nutrido ahora precisamente con la figura de Murillo Karam, quien como sabemos vomitó en público aquello de la “verdad histórica” en la versión oficial del crimen para encubrimiento de la delictuosa asociación entre poderes.


Plaza de las Victorias


Otra bandera actualizada

Y es que el “crimen organizado” está mucho más articulado de lo que se le quiere reconocer. Esa organización cuenta con instancias y personeros por todo el país: componen ese sistema, más por comisión que por omisión gobernadores, diputados estatales y federales, senadores, jueces, “autoridades”  electorales; lo componen medios funcionales de comunicación: periódicos, revistas y en particular canales de radio y televisión, así como partidos políticos, cúpulas eclesiásticas, confederaciones patronales, sindicatos convenientes, mandos policiacos y militares.


Banderas acá y allá, de diferentes planetas


La verdadera embajada

No es por cierto un aparato desdeñable. Ese es el crimen organizado; no sólo se articula con quienes trafican a gran escala con drogas y los abarca y encubre: también comprende a quienes participan en la diversificación de sus inversiones. Es, en efecto, una estructura criminal muy organizada.

La descarada entrega del país y de sus recursos, las medidas contra la propiedad comunal y nacional en tierras, aguas y subsuelo, la mascarada de una protección ambiental discursiva, la mercantilización del patrimonio cultural, la exportación programada de excluidos, el mantenimiento a ultranza de mano de obra barata, la privatización de la educación, el desmantelamiento de la salud pública, todo ello presidido por la adecuación del aparato jurídico en todos los frentes, hacen posible este estado de cosas, no sin pasar, por supuesto, por la venia tácita de los contingentes de subciudadanos que permitimos esta degradación, de académicos y profesionistas preocupados en exclusiva por su trayectoria personal, a menudo ajena e inclusive contrapuesta con los caminos, el sentido y la sobrevivencia misma de la población.


Embajadores y cónsules


Una voz por 43

No hallamos a los jóvenes normalistas aunque se encuentren en nuestro corazón. Necesitamos encontrarnos primero para hallar una salida a esta pesadilla. Y no: aun llegando a la glorieta de las victorias no hemos llegado aún a la victoria de la vida, en tantos casos vulnerada. Hay mucho por definir y organizar en una larga marcha, cuyas pancartas y consignas ni se leen ni se escuchan aunque se griten, porque se expresan en el proceder de cada día. Porque hay un emplazamiento clave que nos confronta, con su ausencia-presencia, cada desaparecido y cada asesinado: ¿qué hacer con nuestra indignación?

 

Referencias y fuentes

  • Ackerman, John (2015) “México: la transición pendiente. Déficit democrático y organizaciones sociales”, Nueva Sociedad, 256, marzo-abril de 2015, http://nuso.org/media/articles/downloads/4100_1.pdf
  •  Anónimo, “LA VISITA DE #EPNPERSONANONGRATA A FRANCIA VISTA DESDE ABAJO. PARTE I” Mas de 131.com, 26 de julio de 2015, http://www.masde131.com/2015/07/la-visita-de-epnpersonanongrata-a-francia-vista-desde-abajo-parte-i/
  • Saliba, Frédéric, “14-Juilliet: L’embarrassante parade de l’armée mexicaine sur les Champs-Elysées”, Diario Le Monde, 14 de julio de 2015, http://www.lemonde.fr/ameriques/article/2015/07/11/la-drole-de-parade-parisienne-des-cadets-de-l-armee-mexicaine_4679451_3222.html#vH4LZZ6WjmPRczAP.99
  • Tilly, Charles, “Guerra y construcción del Estado como crimen organizado”, Revista Académica de Relaciones Internacionales, Núm. 5, Noviembre de 2006, UAM-AEDRI, http://relacionesinternacionales.info/ojs/article/download/52/45.pdf (reimpresión del original “War Making and State Making as Organized Crime”, aparecido  en P, Evans, D. Rueschemeyer y T. Skocpol (eds), Bringing the State Back, Cambridge University Press, Cambridge, 1985.


[1]      Véase por ejemplo: https://www.youtube.com/watch?v=EUapdlyRDQM

[2]      Consúltense por ejemplo: https://www.facebook.com/collectifparisayotzinapa http://mexico.indymedia.org/spip.php?article3715  http://www.somosmass99.com.mx/en-el-otro-14-de-julio-los-normalistas-son-invitados-de-honor/