Número 15

37 y de pertenencia a una comunidad, tal como se prac - tican los ritos ―dolorosos― de iniciación en algunas religiones. De tal manera, el dolor puede significar una libre ofrenda de amor y puede ser utilizado como instru - mento de dominación a través de la tortura, el su - plicio y la humillación. En cualquiera de los casos se manifiesta como ejercicio de poder, ya que “El domi - nio sobre el cuerpo es el dominio sobre el hombre, su condición, sus valores más queridos”. 9 Ésta es la 9  Ibid, p. 247 explicación de los castigos ejemplares ejecutados por la justicia penal. Pero también las prácticas do - minantes de maltrato de género, el abuso infantil, la violación, la profanación, la indiferencia y la deshon - ra, que no comprenden el sentido original del dolor y continúan repitiéndose las prácticas de los dolientes y los no-dolientes. Ahora se sabe que es posible transformar esas experiencias en mecanismos constructivos, como dice Le Breton: “El dolor es punción de lo sacro, por - que arranca al hombre de sí mismo y lo enfrenta a sus límites, pero se trata de una forma caprichosa,

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