Número 18

4 va radical de una corporación transnacional como la minera canadiense, no tiene problemas de fi - nanciamiento para operar en un área cuya despro - tección se encuentra ahora en franca evidencia. ¿Cómo llegamos a eso? ¿Cuántas facetas tiene esa desprotección? La corporación minera tampoco tiene problemas de tiempo; por el contrario, siguiendo la lógica de todo capital, busca maximizar sus ganancias en los tiempos más cortos, avasallando voluntades con una retórica de simulación positiva sobre sus bondades en materia de empleo y de respeto al entorno habi- tado y sus recursos de vida. El principal escudo ideo - lógico de la minera es su oferta de empleo, punto que merece discutirse porque su régimen de contra - ta deja muchas dudas sobre la dignidad del mismo y su modernidad. No parecer ser moderno ese empleo ofrecido, acorde con las prácticas inherentes al asala - riado libre frente al capital bajo contrato capitalista. No lo parece porque existen indicios visibles de que los trabajadores al servicio de la minera están sujetos a un régimen de coerción extra-económica, es decir, se trata de un empleo condicionado táci - tamente a la defensa de la actividad minera, con - formando una masa de maniobra, fuera de las ac- tividades laborales propiamente dichas. Como ha sucedido en la historia mexicana de la contratación semicapitalista y envilecida de la mano de obra por grandes empresas privadas mineras o industriales, pero también por paraestatales como PEMEX, el trabajo se vuel - ve indigno al envilecerse. Esta subcultura del clien - telismo patronal y de mercenarización de la fuerza de trabajo persiste en México y se reproduce, apo - yándose en un bastión determinante para las empre - sas: las necesidades de una población en condición

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