Número 46

72 Desde el inicio ¡De panzazo! se ajusta a dicho esquema: después de ver un fragmento en el que una madre soltera en plena tarea de lavar auto- móviles en un estacionamiento dice cómo se esfuerza en educar a su hijo para que sea alguien en la vida, sobre pantalla negra una voz nos pone en alerta y dispara: Lo que están a punto de ver es muy duro. Ha estado escondido por años y hay gente muy poderosa interesada en que no se sepa. Pero se va a saber. Porque muchos estudiantes aceptaron grabar lo que viven todos los días. No es para que nos gane la depresión, sino para que el coraje nos mueva a resolver esta tragedia. Porque ya casi no nos queda tiempo… de ello depende el futuro de nuestros hijos. (Luego sabremos que el dueño de esta voz de dramáticos matices es la del periodista Carlos Loret de Mola, escritor y codirector del documental.) El punto central es que la educación en México está muy mal, especial- mente si se compara con la de otros países desarrollados, y en lugar de ser un elemento de progreso personal y social se convierte en un obstáculo para éste, asuntos que se demuestran con estadísticas y comparaciones. La educación elemental debe transformarse, la meta es tener una educación de calidad (que no se especifica en qué consiste) pero hay obstáculos que lo impiden, por ejemplo los maestros y sus sindicatos y los funcionarios gubernamentales obsecuentes con maestros y sindicatos. Lleno de lugares comunes, el documental intenta demostrar que aún es vigente la educación como factor de promoción social, que quien más estudia más gana –incluso proporciona una tabla de ingresos mensuales por niveles de escolaridad-; aborda casos de delincuencia juvenil que se achacan maniqueamente a la falta de educación y casi al final uno de los especialistas entrevistados, el politólogo y analista Federico Reyes Heroles, declara con enjundia que “Estos niños debe saber que pueden llegar a tener un mejor ingreso, vivir mejor. No tiene nada de malo vincular a la educa- ción con la prosperidad de manera descarnada.” El tercer factor al que se le achaca culpa son los padres de familia. De- nisse Dresser, en su calidad de politóloga y analista concluye que “estamos tan mal educados que no entendemos lo mal educados que estamos. En las encuestas los padres están totalmente satisfechos con la educación que sus hijos reciben, cuando es una educación que dista mucho de ser buena”. Y aquí el documental hace una operación de manipulación burda: cuando los padres opinan de los docentes como problema de la educación, se les califi - ca negativamente; sin embargo, los maestros se vuelven buenos cuando sus opiniones coinciden con las del documental en cuanto a culpabilizar a los padres del desempeño escolar de los chicos. Las tomas de los maestros que provienen de las cámaras de los estudian- tes no muestran un solo ejemplo positivo de los maestros, como tampoco por la cámara principal operada por el codirector Rulfo, que en su mayoría muestra a maestras (en razón de tres maestras por un maestro) en situa - ciones negativas. Otras tomas que pueden provenir, según los créditos, del archivo de Televisa, muestran asimismo imágenes muy desfavorecedoras de los maestros en mítines y marchas. Muchos estudiantes, en su mayo-

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