041 - Enero - Febrero 2016

Visitas e insurgencias

Este número de EN EL VOLCAN INSURGENTE coincide con coyunturas nacionales y  efemérides importantes que habría que recordar, si tomamos en cuenta que la memoria de los pueblos y las naciones forma parte de sus identidades primordiales, renovadas siempre en las resistencias contra todas las formas de explotación y dominación a las que se enfrentan.

La visita a México del jerarca máximo de la iglesia católica, el Papa Francisco, el primer latinoamericano en ocupar la silla vaticana, coincide con la situación de mayor emergencia nacional que se recuerde  en el México contemporáneo, caracterizada por un conflicto armado interno encubierto en una supuesta guerra contra el narcotráfico, que ha ocasionado alrededor de 150 mil muertos en una década, más de 40 mil desaparecidos forzados, más de 500 mil desplazados, así como un ambiente generalizado de incertidumbre y desasosiego. El Papa Francisco visitó el país de los feminicidios, los periodistas asesinados, los estudiantes desaparecidos, los torturados, los secuestrados y violentados. Durante su vuelo, para no ir más lejos, tuvo lugar una masacre en una cárcel sobrepoblada, que por cierto era dirigida por el “crimen organizado”, que produjo 49 reos muertos y otros presos heridos. Mientras tanto, la economía va en picada con la caída internacional de los precios del petróleo, la devaluación de la moneda nacional, que podría rebasar los 20 pesos, el alza exorbitante de los precios de la canasta básica y el consiguiente crecimiento de la pobreza y la pobreza extrema, esto es, la miseria. 


Foto: AP

El Papa aterrizó en tierra chiapaneca, paradójicamente, el 15 de febrero, día que hace 50 años, en otras tierras, las colombianas, cayó en combate el cura católico Camilo Torres Restrepo, representante de otra iglesia, la de los pobres y los explotados. Camilo exhortó a la unidad entre cristianos y marxistas en la lucha por instaurar la justicia e igualdad y predicó, con su ejemplo, el compromiso de un sacerdocio con el pueblo y para el pueblo y no con el poder y los explotadores. Asimismo, como sociólogo, instó expresamente a sus alumnos a asumir el sentido de la ética y la realidad social, por encima del arribismo pragmático de la academia al servicio de los yanquis y la oligarquía.

Asimismo, el Papa ofició misa en San Cristóbal de las Casas un día antes del 16 de febrero, fecha en que se cumplieron 20 años de los acuerdos de San Andrés, incumplidos y traicionados por el Estado mexicano en la máxima representación de sus tres poderes de gobierno: ejecutivo, legislativo y judicial. El crimen de Acteal expresa la verdadera cara paramilitar de ese Estado criminal. La figura de Samuel Ruiz, como obispo de la paz y del diálogo, estuvo presente en esa visita papal, como pudo observarse en la ceremonia en la que el pontífice decretó que las lenguas indígenas serían permitidas en la liturgia de la misa. No escapó para los observadores y menos para los pueblos indígenas, el importante mensaje de Francisco, basado en su Encíclica Laudato Si, en la que hace un importante llamado a cuidar la casa común y en la que reconoce a los pueblos indígenas, de quienes, afirmó “tenemos mucho que aprender.”


Foto: AP

En aras del equilibrio, no pasa desapercibido que ciertamente, en su visita, Francisco se negó a recibir a los padres de los estudiantes de Ayotzinapa y a las víctimas de la pederastia, y no se manifestó directamente respecto a esos y otros ultrajes significativos y lacerantes. Están ahí, esperando una justicia pendiente y atestiguando contradicciones también pendientes de resolución. Cuidarse de incomodar a los poderosos no es el camino para esa resolución, pues callando, se otorga. Se llaman silencios funcionales.

Desde la autoridad de su desempeño, el Padre Alejandro Solalinde llega a plantear que el Papa Francisco fue manipulado por la pareja presidencial y por la clase política, quienes acompañados por sus familias recibieron sus bendiciones desde lugares privilegiados de los actos públicos del pontífice. Lo cierto es que un solo individuo, por más innovador y progresista que se manifieste, no puede transformar las vetustas estructuras de la iglesia católica como aparato institucional, cuya cúpula siempre ha formado parte de los grupos dominantes del país, jugando un papel subversivo a lo largo de su historia y evidenciado en momentos clave: contrario a la independencia, activo impulsor de aventuras imperiales, favorable a las intervenciones extranjeras, opuesto a los movimientos revolucionarios, en apoyo a usurpaciones, contrario al cardenismo y un largo etcétera.


Foto: AP

Este número presenta el texto de una pertinente conferencia pronunciada por el doctor Pablo González Casanova sobre las circunstancias actuales y las perspectivas en torno a los efectos del modelo económico, esencialmente depredador, que domina en el planeta, señalando que desde la organización actual de la vida y el trabajo es totalmente imposible resolver los problemas sociales y ecológicos de la humanidad y del planeta. 

Miguel Ángel Mijangos elabora una significativa reflexión sobre la perspectiva de la comunalidad respecto al territorio y los movimientos de resistencia y defensa ante las afectaciones previsibles o consumadas del mismo, a propósito de las explotaciones de minería a tajo abierto y del modelo extractivista que subyace en ellas.

A su vez, Fernando Sánchez y Mauricio Valencia comparten imágenes fotográficas de su autoría que fueron motivo de una reciente exposición en Cuernavaca, y donde develan la belleza de formas y colores procedentes de plantas existentes en el Jardín Etnobotánico del INAH, destacando, mediante acercamientos, matices insospechados de sus modelos vegetales.

Se nutre también este número con una oportuna recensión de Nayar López Castellanos sobre dos obras recientes, relativas a la geopolítica, el imperialismo y la contrainsurgencia en América latina: el texto de Gilberto López y Rivas intitulado “Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos. Manuales, mentalidades y uso de la antropología”, (Ocean Sur, 2013, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2015), y el de Atilio A. Borón, “América Latina en la geopolítica del imperialismo” (UNAM, 2014).

Incluimos a continuación el segmento de una entrevista realizada por el periodista argentino Adolfo Blanco Ferrer al profesor, literato y filósofo mexicano Enrique González Rojo.

Presentamos también, en reconocimiento al trabajo de nuestro compañero Ricardo Melgar, el mensaje que con motivo de haber sido distinguido con el Premio Leopoldo Zea sobre Historia de las Ideas 2015 que otorga el Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH), leyó en ceremonia pública la doctora María Elena Rodríguez Ozán. La obra premiada fue el libro “Los símbolos de la modernidad alternativa. Montalvo, Martí, Rodó, González Prada, Flores Magón” (Sociedad Cooperativa del Taller Abierto. Grupo Académico La Feria, México, 2015)”. Felicitamos a Ricardo por esta merecida distinción.

Finalmente, pero no de menor importancia, se encuentra la inclusión de cuatro materiales de referencia y de actualidad inmediata:

  1. Las certeras reflexiones emanadas del simposio “La situación de la práctica profesional de la antropología frente a la flexibilización laboral” en el marco del Tercer Congreso Mexicano de Antropología Social y Etnología, realizado en la ciudad de México del 23 al 26 de septiembre del 2014, y presentadas ante la asamblea del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales A. C., y
  2. Una carta dirigida a los titulares de la Secretaría de Cultura y del INAH, en la que se solicita el reconocimiento al desempeño de la arquitecta y maestra Sonia Espinosa Martínez y su reinstalación; trabajadora del INAH por 39 años y distinguida con el premio Puebla Patrimonio de la Humanidad en 2013; a Espinosa Martínez le fue rescindido su contrato a partir del mes de febrero de 2016, y en el origen de esa medida no se puede descartar precisamente, como causal, su destacada participación en la defensa del patrimonio cultural de las ciudades de Puebla y Cholula en iniciativas de afectación patrimonial impulsadas por el gobierno de dicho estado.
  3. y dos alusiones a la lucha contra el extractivismo depredador y en homenaje a Epitacia Zamora, Pita, ejemplar luchadora social de Zacualpan, en Colima, y a Berta Cáceres, líder indígena del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), recientemente asesinada en Honduras, y un llamado a la protección urgente del compañero Gustavo Castro, coordinador de Otros Mundos Chiapas A.C. Amigos de la tierra México, y miembro del Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas (MAPDER) y la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) y del Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero (M4).

Consúltense al respecto:

http://www.proceso.com.mx/429114/inah-despide-a-arquitecta-que-critico-obras-promovidas-por-moreno-valle

http://www.e-consulta.com/nota/2016-02-16/sociedad/en-carta-al-inah-piden-reinstalar-arquitecta-despedida-en-puebla

http://mundonuestro.e-consulta.com/index.php/cronica/item/ciudadanos-exigen-la-reinstalacion-de-la-arquitecta-sonia-espinosa-martinez-en-el-inah

http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/02/17/exige-comunidad-academica-e-intelectual-del-inah-la-reinstalacion-de-sonia-espinosa/

https://www.change.org/p/directora-general-del-inah-ma-tereza-fraco-exigimos-la-reinstalacion-de-sonia-espinosa-m-fue-despedida-por-denunciar-irregularidades/share?after_sign_exp=default&just_signed=true

http://www.proceso.com.mx/430339/academicos-e-intelectuales-piden-reinstalar-a-perito-del-inah-en-puebla

La organización de la vida y el trabajo en el mundo

Texto presentado en la II Conferencia Internacional
CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS,
que se realizó en La Habana, del 25 al 28 de enero
con motivo de la reunión del Consejo Mundial del Proyecto José Martí.
Se publica EN EL VOLCAN INSURGENTE con el permiso expreso de su autor.

No vamos a esbozar aquí los problemas que plantea a la imaginación, la utopía de More, Bacon, o Fourier. Vamos a limitarnos a esbozar algunos problemas de distopia, y no sólo en relación a los muchos, para quienes es un infierno la vida en la tierra, sino para todos los seres humanos, incluso para los que gozan de la dolce vita, y, de hecho, para cuanto ser viviente se encuentra en el Planeta y goza de eso que se llama la biósfera.

En una segunda parte vamos a ver cómo conocimientos y denuncias no faltan en relación al infierno de los muchos, y tampoco sobre los peligros de ecocidio que a todos los seres vivientes amenazan.

Es más, existiendo conocimientos precisos, válidos, confiables y abundantes, y viniendo ese saber de numerosos investigadores científicos, que en su inmensa mayoría son de “la corriente principal”, es decir de la que recibe el apoyo de fundaciones y gobiernos, resulta sorprendente que cuando comprueban esos daños y peligros del ecocidio ni les hacen caso, ni sólo los descalifican por cuanto medio está a su alcance, sino hasta los persiguen, como si fueran culpables al no legitimar sus autores el sistema de los decision makers, integrantes del “poder oculto” tras el capitalismo corporativo al que dominan unos cuantos billonarios superpoderosos, como los del tristemente famoso Grupo Bilderberg que se reúne regularmente en los grandes hoteles con sus think tanks, y sus invitados distinguidos, algunos candidatos a gobernar. Ese grupo sobre todo, y algunos otros cuyos miembros que se le integran o asocian, determina la suerte de buena parte de la humanidad y de los conflictos a enfrentar mediante colusiones, cooptaciones, corrupciones y represiones de variadas tramas, organismos e instituciones...

En palabras llanas, la descalificación y el asedio contra los investigadores que publican hechos y evidencias sobre peligros de que son causantes los grandes propietarios y accionistas de las corporaciones multinacionales, trasnacionales y globales, psicológicamente corresponde a esa “negación” freudiana de causas y efectos que política y consciente o inconscientemente buscan ocultar sus autores, y que en términos psicopatológicos y hobbsianos se ocultan a sí mismos.

Daños al mundo y peligros actuales y futuros que sufre la humanidad se niegan de varias maneras. O se afirma que los informes y estudios que los revelan son falsos, y eso se sigue afirmando todo lo que se puede, o cuando ya no se puede más, se afirma que los fenómenos “negados” no son ni tan peligrosos ni tan amenazadores como sostienen personas y grupos a los que se califica de apocalípticos o perversos y, ya en último extremo, esto es, cuando aparecen una tras otra las crisis anunciadas, se dice entonces que los males que las provocan van a ser resueltos, y se emplean varias formas de mentir sobre el tiempo y magnitud en que van a resolverse, o sobre los recursos que van a emplearse y los subsidios e inversiones que se van a hacer, o sobre las tecnologías que los resolverán y que por supuesto en nada afectarán las inmensas ganancias que para las corporaciones significa, como efecto no deseado, la destrucción de la tierra.

La situación cognitiva resulta ser todavía más grave cuando se comprueba que a tamañas falsedades se añade el hecho invariable de que las partes se cuidan de adquirir compromisos vinculantes, o acuerdos ejecutivos, que en alguna y poca medida lograrían las políticas con que creen y hacen creer que se resolverán los problemas ecológicos, todo lo cual entraña una conclusión necesaria en que los ricos y poderosos no quieren ni pensar, y es la de que desde la organización actual de la vida y el trabajo es totalmente imposible resolver los problemas sociales y ecológicos de la humanidad y del planeta. Y ese totalmente es rigurosamente determinista como algunas leyes de la física… Pero con una diferencia, que eso no ocurrirá si se implanta otra organización de la vida y el trabajo con “atractores” que no sean la maximización de poder, riquezas y utilidades.

Ese es el verdadero problema y aquélla la ciega defensa de los intereses creados. Ese es el origen del mentir y mentirse. Aquélla la irracionalidad de mentiras y peligros que se acallan o descalifican y que muestra las entrañas innegables de la prioridad por el poder y la riqueza que lleva a sus beneficiarios a disponer lo que, por un tiempo, les permita alargar la vida de que gozan, con una “duración” que no incluye ni siquiera a sus jóvenes descendientes. No, literalmente no piensan más que en ellos mismos y para nada en los demás y ni en sus estirpes, observación que hago aquí más que como un problema ético, como un problema cognitivo y psicopatológico.

La “negación” que Freud descubriera casi un siglo atrás en algunos de sus enfermos, la “negación” como descalificación actual de quienes sostienen eso que en inglés se llama unconfortable knowledge, y la insistencia en recurrir a las “ilusiones” de que “las amenazas ecológicas son problemas tecnológicos”, que van a resolver las corporaciones con sus nuevas tecnologías, son consecuencia de un gigantesco y dramático autoengaño, pues si las nuevas tecnologías realmente se aplicaran y realmente fueran resolviendo los problemas, correlativamente irían reduciendo las inmensas utilidades y riquezas que los accionistas de las corporaciones tienen, problemas que en el fondo saben y ocultan super-ricos y super-poderosos, para entregarse a los problemas y temas habituales de pensar y tomar decisiones que aseguren su poder, sus ganancias, y su seguridad personal y corporativa, así como las que consoliden la inmensa fe que tienen en el poder de las tecno-ciencias y de los recursos de producción, mediación, corrupción y destrucción de que disponen para dominar y acumular, para persuadir e ilusionar, y para acentuar las crisis hechizas que desde los años sesenta aplican cada vez más y que los ayudan a enriquecerse, fortalecerse y dominar el mundo. Con crisis, corrupción y deudas dominan los estados con los mercados y los mercados con los estados, amén de variadas medidas que entrañan las políticas neoliberales.

Que esas crisis buscadas y controladas deriven en una crisis no buscada, incontrolada e inevitable, no cabe en los problemas de que se ocupa la mayoría de los actores ni en la prepotencia mental o en la mentalidad bursátil, policial o mafiosa de quienes sólo ponen atención, inteligencia y energía en un negocio o crimen o peligro determinado, o en un conjunto de ellos, pero no en los que forzosamente, y hágase lo que se haga se darán con el tiempo en todo el mundo y por los que al fin perderán con su propia vida sus propios bienes. No es ese su tema. No forma parte de su existencia.

Es así como ni por asomo, el común de los ricos y el poderosos plantea el problema de que con la crisis del capitalismo estamos asistiendo también a la crisis de la civilización y de la misma especie humana, y que en la causa de ellas ocupan un primer lugar el capital corporativo y su entramado mundial de asociados, coludidos, cooptados, corrompidos, así como las articulaciones de los complejos-empresariales-militares-políticos-y-mediáticos, y la fusión del negocio organizado y el crimen organizado. No pensar que corporaciones y complejos son causantes de lo que Bush padre llamó “la guerra sin fin” y que con ella advino la crisis terminal del sistema capitalista y de la civilización occidental, representa para todas esas fuerzas un conjunto de problemas que dan por ideológicos, o académicos, o falsos, y que, en todo caso, no les interesan, interesados como están en la maximización de su poder, utilidades y riquezas con un bienvenido subconsciente que los lleva a vivir los atributos de la eternidad…

Los complejos militares-empresariales, políticos y mediáticos dominantes, que para la toma y puesta en práctica de las decisiones mundiales cuentan con el eficiente y eficaz apoyo de sus coludidos, cooptados, subrogados y empleados exigen de éstos un silencio cómplice que quien rompe –traidor o enemigo– se enfrenta a su inmenso entramado de organizaciones formales e informales, de negocios respetables y de crímenes organizados, con grandes fuerzas gubernamentales y mediáticas de alcance global que están comprometidas, “compradas” e inclinadas a obedecer, defender, y legitimar a los poderosos, y de criminalizar, perseguir, despojar y eliminar a los miserables, marginados o pobres, así como a destruir la vida, riqueza, libertad o fama de los insumisos y rebeldes, muchos de los cuales al ser acosados, cooptados o aplastados por el sistema también se doblan o se quiebran. Así piensan. Así actúan.

El sistema dominante opera con fuerzas amalgamadas muy eficientes e inescrupulosas y emplea sus variadas redes en una guerra integral, que diseñan y libran sus expertos y conocedores, y de la que se aprovechan -en todos los niveles de mando y servil obediencia- quienes dirigen o realizan las operaciones de la guerra real y virtual, que los señores del sistema han desatado, usando para apoyarla una notable variedad de armas en que destacan las finanzas, las asociaciones, las macro-corrupciones y macro-represiones por las fuerzas políticas y sociales, militares y paramilitares, abiertas y encubiertas, uniformadas y disfrazadas, reales y virtuales, todas con el encargo de combatir, crear y armar el terrorismo, el narcotráfico y el mercado negro o paralelo, y de perseguir y destruir a los competidores y rebeldes en medio de “un caos controlado” para una “crisis controlada”. Esas también son sus creencias, sus convicciones.

El conjunto de los ejecutores de tamaña “guerra sin fin” fomenta cuanto atentado quepa imaginar, muchas veces revestido de un fanatismo a modo, que sus adeptos invocan cuando destruyen sus propios templos y ciudades, matan a sus propias familias, a mujeres, niños, jóvenes y ancianos, al tiempo que apoyan –como en Siria- los bombardeos de manzanas enteras y los “golpes aéreos inteligentes”, que según los jefes de estado de las grandes potencias son de tal modo precisos que sólo destruyen la habitación de la ciudad o villa en que se halla un terrorista identificado, sin que nadie más a su alrededor sufra daño alguno…

Como antecedente notable de tan siniestra y ya acostumbrada situación se da el hecho de que terroristas y bombarderos han tomado como campo de batalla las ciudades y poblados donde los terroristas se meten y donde los “aparatos inteligentes” indican el sitio exacto en que están los terroristas. En los hechos, al destruir a uno o a varios terroristas, los aviones y las fuerzas de mar y tierra, también destruyen las infraestructuras urbanas y rurales existentes. Y esa es la extraña coincidencia entre los terroristas y sus enemigos de las grandes potencias; los dos destruyen a los pueblos, tanto quienes los defienden o dicen defenderlos como quienes dicen atacarlos y los atacan.

Con tales artimañas, muchos de los habitantes de África, del Mundo Musulmán y Asia Central se han quedado sin ciudad, sin país, y con víctimas que llegan a millones entre sus residentes y entre quienes prefieren ahogarse en el mar con su mujer e hijos, buscando escapar a la macabra guerra de bombas y drones que acabaron con la casa que tenían, con la escuela a donde sus hijos iban, con los hospitales donde sus enfermos graves y leves se atendían, y hasta con las infraestructuras de transporte terrestre y aéreo, de electricidad, agua, gas y calefacción, tan necesarias todo el año y sobre todo en el crudo invierno.

Tal es el panorama de quienes viven en el Medio Oriente y en Asia Central, con diferencia en cuanto al clima en el Zagreb y en África Negra, pero con formas de horror y odio parecidas, todas ellas “adaptadas al contexto religioso e ideológico”, y aplicadas en variable escala con igual sevicia, como ocurre en las regiones de nuestra América donde habitan los pueblos indios campesinos, hoy despojados de sus tierras, con millones de ellos también desterrados de sus campos y países, y que viven bajo el terror y la miseria o que en el camino a la utopía de Hollywood caen en la esclavitud o la muerte, o en el paso de fronteras y ya en los territorios añorados caen en las redes de la migra y son deportados a su lugar de origen. Y así muchos que ya llegaron vuelven al mismo sitio del que habían buscado escapar.

La emigración de los miserables alcanza a millones de seres humanos de acuerdo con las estadísticas oficiales, y esos millones son mucho más cuando no sólo se incluye a quienes emigran a otros países y continentes, sino a los que emigran de un lugar a otro en su propio país, y dejan las tierras y casas de sus mayores. En estudios recientes –es cierto-, se ha descubierto que la mayoría de los emigrantes no viene de los más pobres, sino de las clases medias con profesionales y técnicos que tienen los recursos necesarios para pagar transportes costosos. Sumado este hecho a los anteriores, en que la mayoría de las víctimas siguen siendo los pobres, se ve que junto a la destrucción de las ciudades e infraestructuras se está cambiando la política que Andre Gunther Frank calificó de “desarrollo del subdesarrollo” por una política de “subdesarrollo del desarrollo”, que alcanza a numerosos países que vivieron con las ilusiones de los gobiernos desarrollistas. Para colmo de males, a los desastres de la guerra y de la emigración se añade la disminución de la esperanza de vida, y el incremento de la tasa de mortalidad por las hambrunas y pandemias y por el aumento de los desastres ecológicos producidos por el creciente peso económico-político-cultural e informático de las corporaciones y sus subsidiarias, y por los desastres ecológicos derivados de grandes incendios, inundaciones, y poluciones del agua, la tierra, el aire, los lagos, los ríos y el mar, hechos a los que se añade la disminución y desaparición de numerosas especies animales y vegetales y las afectaciones del medio ambiente desde el Polo Norte hasta el Polo Sur en que los deshielos causan la muerte de osos y esquimales.

A lo desagradable que resulta hablar de todo esto, se añade lo doloroso de vivirlo en carne propia. Pero como dijo un inglés notable “a todo nos acostumbramos”.

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No puedo menos de esbozar aquí esta breve descripción del mundo en que vivimos. Lo hago a sabiendas de que me encuentro ante los miembros e invitados de un organismo vinculado a la educación, la ciencia y la cultura.

La emoción que expresan verdades como éstas hace necesario un conocimiento de la ciencia, la cultura y la pedagogía que impulse acciones responsables destinadas a enfrentar, explicar y construir alternativas a una situación que en nuestro tiempo tiene enredadas las cabezas con profundas incógnitas, ante innegables dificultades y ante obstáculos abrumadores, en que la firmeza de las convicciones propias y de la fuerza de los pueblos, a pesar de todo y por encima de todo, nos llevará a repetir el firme clamor de “¡VENCEREMOS!” con la convicción de que, “más temprano que tarde”, como dijo Salvador Allende, nuestra nueva proclama de “otro mundo posible” se convertirá en realidad.

Nosotros aquí, y muchos otros en otros muchos lugares de Nuestra América y otros continentes, podemos contribuir al nuevo pensamiento crítico y creador que asuma los problemas y los enfrente en sus movimientos insumisos al amparo de la ciencia, la cultura y la educación.

La prioridad de los problemas a enfrentar –estoy seguro– es la política del desconocimiento, del engaño y de la barbarie reinantes, precisando la actual organización de la vida y del trabajo en el mundo, y no sólo buscando y practicando las alternativas más idóneas, sino atendiendo un problema no menos grave y descuidado: el de los procesos de transición a un mundo en que la vida y el trabajo se organicen en un sistema que no tenga como atractor principal la maximización de poder, de riquezas y de utilidades, sino la democracia con el socialismo y con la libertad, con los tres amalgamados, si conceptos y palabras se refieren a la realidad.

Llegados a este punto, vemos la necesidad de aclararnos “¿qué tanto es lo posible?” y cómo varía y variará “lo posible” en el tiempo, el espacio, la organización y la estrategia,-que es como varían muchas otras categorías reales y conceptuales…

Reparar en el significado actual de aquéllas categorías que sean fundamentales para la acción y la reflexión, y señalar el éxito de valor universal alcanzado por la Revolución del 26 de julio en Cuba, o por los indios mayas del movimiento zapatista en México, nos llevará a incluir también algunos de los avances y obstáculos de los movimientos bolivarianos que con Venezuela encabezó Hugo Chávez y que con el Estado Plurinacional de Bolivia encabeza Evo Morales, así como de los avances y retrocesos de gobiernos progresistas que surgieron en América del Sur y evolucionaron, se fortalecieron y debilitaron entre diferencias significativas.

En todo caso, de los movimientos revolucionarios y progresistas buscaremos deducir algunos requisitos para la construcción de otro mundo posible y necesario…

Para emprender el análisis de la organización de la vida y el trabajo en el capitalismo del siglo XXI, es un buen principio partir de los Estados Unidos de Norteamérica, en tanto se trata del único Estado-Nación que tiene bases militares en toda la Tierra y una influencia global mucho mayor que la de cualquier otro país. Es más, si no vivimos en un mundo unipolar como pretende el complejo militar empresarial norteamericano, los habitantes de América y el Caribe sí vivimos en lo que tradicionalmente ha sido el “patio trasero” del imperio norteamericano. Desde fines del siglo XIX, Estados Unidos es la principal potencia que domina esta región del mundo con la excepción de Cuba. Estados Unidos destaca también en el entramado de poder empresarial, militar, político y mediático que caracteriza al capitalismo global y al Estado neoliberal de Occidente como el sistema autorregulado más eficaz para lograr las mediaciones de gobiernos, partidos y movimientos afines.

El país metropolitano y los países dependientes -con excepción de Cuba- muestran una dialéctica controlable por su “complejo empresarial-militar”, en períodos relativamente largos, con inclinaciones a la derecha y a la izquierda que son aceptables para el “complejo”. En el propio país metropolitano, las inclinaciones a la derecha hasta ahora han mostrado ser controlables, incluso hoy en que revelan un movimiento parecido al de los años veinte en Alemania e Italia, con una ideología de extrema derecha a la “americana”, que acentúa sus rasgos y sus expresiones racistas, y abiertamente colonialistas y represivos.

El viraje a la derecha en los países latinoamericanos y caribeños tiende a modernizar sus tradiciones golpistas y ultra-conservadoras anteriores y a unir gobiernos, partidos y movimientos bajo nuevas posiciones de dependencia. El aggiornamiento de los dictadores civiles y militares los lleva a aplicar la vasta cultura de la contrainsurgencia y de los aparatos inteligentes para su mayor eficiencia en el gobierno de las democracias de fachada con estados adelgazados y países más y más empobrecidos, despojados de sus recursos naturales y sus mercados de producción y de servicios por los efectos de la política neoliberal.

Sobre todos esos países en el mundo entero y en el momento actual, se ha lanzado una ofensiva creciente, en que el complejo empresarial-militar de Estados Unidos ha logrado posiciones cada vez más ventajosas. La ofensiva no sólo afecta a los Estados Nación en lo individual sino a Nuestra América y a los convenios de solidaridad y apoyo mutuo como el ALBA y el ALMA. La ofensiva pesa en particular también contra los países ricos en recursos naturales –como el petróleo- y sobre los países que tienen gobiernos progresistas, desde los más moderados hasta los que significan un avance al socialismo, la democracia y la libertad, entre los que destaca Cuba con su gran experiencia martiana y marxista de valor universal.

La ofensiva cobra formas diferentes en cada circunstancia, pero abarca a todas las naciones, incluso a las más neoconservadoras o neoliberales. Así va desde Venezuela con su gran proyecto chavista y bolivariano y su petróleo, pasando por Ecuador, Brasil, hasta Argentina en el Sur y México en el Norte, aquélla que ya perdió su gobierno progresista y éste que ya privatizó su petróleo y una gran cantidad de propiedades que antes eran nacionales, sociales y comunales.

En medio de la ofensiva hay resistencias notables y nuevos peligros que se enfrentan como es el caso de Cuba, último y primer baluarte del socialismo, la democracia y la libertad, o el de Venezuela con un Estado de orientación bolivariana y socialista, o, el de Bolivia, constituido por las naciones de los pueblos originarios que buscan construir un nuevo estado pluriétnico. En la resistencia, destaca también el proyecto zapatista que abarca una inmensa región cultural y cuyos integrantes –organizados y armados– cuentan como una fuerza inmensa con su moral organizada, con su conciencia y su voluntad organizadas en que transfieren a la sociedad el poder del Estado. El movimiento zapatista en su pensar y hacer incluye el saber de los pueblos mayas y los nuevos valores y medios con que se ha enriquecido la democracia con el principio del poder en el pueblo, y por el pueblo. El zapatismo ha hecho aportaciones notables a la organización de un gobierno que es pueblo y de un pueblo que es gobierno. Desde l994 no cesa de enriquecer su pensamiento, su discurso, y la organización del trabajo y la vida hacia las metas que desde sus albores formuló en el decir y el hacer con su clamor de “Libertad, Justicia, Democracia”

Es un movimiento que cada vez más afirma y organiza su posición socialista, democrática y libertaria contra “la hidra capitalista”. Como todos los demás, se encuentra inserto en esta lucha mundial en que a las incógnitas sobre la mejor estrategia a seguir, algunos responden optando por una de las líneas tradicionales y otros respondemos apoyando toda lucha que tienda en los hechos a organizar la libertad, la justicia, la democracia y el socialismo con el pueblo, entre el pueblo, y por el pueblo.

Hoy, no podemos ignorar que están siendo acosados y en muchos casos destruidos muchos de los logros emancipadores de la Humanidad y que a los inmensos peligros de injusticia, terror y violencia actuales y polémicos de los complejos empresariales-militares que dominan el mundo, se añade un nuevo peligro en la historia de la humanidad, y es su capacidad de destruir la vida, y de provocar un ecocidio tanto con la acelerada destrucción de los recursos naturales, como con las luchas por los recursos naturales y los mercados y con las guerras reales y virtuales de desposesión y despojo que están lejos de asegurar la prevención de una guerra nuclear.

Si tan grave situación obedece a un sistema como el capitalista, cuyo atractor principal es la acumulación de poder, riquezas y utilidades, el fenómeno indica día a día que corresponde a una crisis del capitalismo y también de la civilización, con posibilidades de terminar con la historia de la especie humana y con cuanto ser viviente habita en la Tierra. Ante esos peligros, plenamente confirmados por las ciencias, y ante la vulnerabilidad que mostraron los países del llamado “campo socialista” que hoy viven bajo la restauración del capitalismo, lejos de caer en el fatalismo y el desánimo, debemos enfrentar éstos grandes problemas con propuestas derivadas de nuestras experiencias, y con las que sean capaces de frenar y derrotar las estrategias de dominación de corporaciones y complejos, y de una organización de la vida y el trabajo en la Tierra no sólo extremadamente cruel, sino ecocida.

1°. En el terreno del conocimiento y la acción por nuestra parte, en primer lugar creo que debemos considerar la estrategia y la táctica de quienes nos atacan. Al hacerlo descubriremos la importancia que para ellos tiene fomentar el individualismo en nuestras organizaciones. Con sus distintas formas de operar, el individualismo que fomentan los complejos empresariales-militares logra romper las organizaciones de la liberación de los pueblos y las que construyen las clases proletarias y los trabajadores o los jóvenes rebeldes que están con ellas. El individualismo representa a lo largo de la historia, una fuerza mucho mayor de aquélla que nos imaginamos con meras acusaciones y juicios de descalificación de personas o grupos, como los que se limitan a hacernos pensar que fulano o zutano son “oportunistas”, “disidentes” o “traidores”. Estas acusaciones, o las sanciones que los inculpados y organizaciones reciben, se quedan en el nivel de lo personal o de luchas entre grupos. No permiten destacar que el individualismo es una categoría general de la lucha contra la liberación y contra las clases explotadas y oprimidas. Tomar en cuenta la ofensiva del individualismo aplicado en nuestra contra como una estrategia de dominación, permitirá disminuir la vulnerabilidad de las fuerzas emancipadoras.

Y a continuación señalo otras formas de la ofensiva:

2º. La corrupción, que en gran y en pequeña escala acaba con líderes, partidos, sindicatos, uniones campesinas e incluso con estados-nación. Los funcionarios “vendidos” pueden ser frenados en todo momento por quien los compró, o denunciados por éste como corruptos si no obedecen demandas crecientes, más y más comprometedoras. En las clases y estratos sociales, la corrupción se presenta como cohecho, o como subsidio o como regalo, o como caridad, o como acción “humanitaria”. Para enfrentarla se usa el rechazo colérico o firme, y entre la gente pobre, la dignidad… La corrupción en los países que se encuentran encabezados por las fuerzas de liberación, se realiza en el mercado negro, y el mercado negro o la economía informal no sólo contribuyen a resolver algunos problemas de escasez de una parte de la población sino debilitan la moral de los usuarios, que empiezan a creer eso de que “la vida es así”. De muchos de ellos salen las bases de apoyo cómplice para la restauración del capitalismo. El problema no queda allí. Incluye a los negociantes del mercado negro que hacen fortunas impresionantes con la complicidad de empleados públicos y de altos funcionarios. La lucha contra la corrupción constituye un imperativo de combate defensivo que ha sido de máxima prioridad en Cuba, y que enfrenta un arma enemiga que no cesa en su ofensiva en la propia Cuba. Es vital contraatacarla, como lo saben los propios cubanos y todos aquellos que luchan por la emancipación.

3º. Ilusionar con los sueños de la “sociedad de consumo”, es característica de la propaganda y la publicidad que vuelve sumisa a una parte de la juventud rebelde. Y para eso también sirve el opio o la marihuana. Volviendo a Cuba, es cierto que la ilusión revolucionaria se pierde entre algunos jóvenes que no vivieron en la Cuba esclavizada anterior a la Revolución del 26 de Julio. Pero no es sólo eso lo que determina el atractivo de los jóvenes que quieren irse y buscar fortuna o que añoran revivir el pasado. Tanto en los viejos tiempos como ahora, hay muchos jóvenes –hombres y mujeres- que eran y son conformistas, y otros que eran y son insumisos… orgullosamente rebeldes. Y éstos son hoy más que ayer. Pero incluso con aquéllos puede la pedagogía moral y política crear una conciencia, una inteligencia, una voluntad de lucha, muchas veces admirables e inesperadas con su participación orientada en acciones y organizaciones colectivas.

4º. Y aquí tocamos otro objetivo que amerita capítulo aparte: el de la moral como moral de lucha y como moral de cooperación y de “compartición”, ese neologismo zapatista que la computadora pone en letras rojas. Ya Benedetti decía que cuando hablamos de moral no hablamos de “moralina”. Es más: aquí queremos acentuar que la moral es una fuerza de tal modo importante, que sin moral se despedaza toda revolución, todo movimiento emancipador, toda lucha por el socialismo, por la democracia y la libertad. Si usar el término de “moral” se ha prestado a razonamientos que la reducen a una conducta personal o a una posición meramente idealista, ya es tiempo de que nos percatemos que sin moral personal y colectiva estamos gravemente desarmados.

5º. El teatro de la guerra, el engaño y la mentira del poder establecido han progresado enormemente desde la época de Shakespeare. Las guerras “virtuales” y las guerras “a modo” son su máxima expresión. No sólo se diseñan para confundir la realidad con sus imitaciones de lo real y sus materializaciones de lo teatral. Sirven para organizar juegos de guerra en que los imperialistas arman el juego y los pueblos ponen los muertos. Y para que los juegos hagan destrozo y medio entre los propios pueblos, tanto la guerra política como la militar despojan a las luchas de toda ideología, de todo programa que pugne por la organización de un mundo menos injusto y menos autodestructivo. No hacen de los mahometanos una raza maldita, como los nazis la hicieron de los judíos: hacen de ellos unos terroristas criminales a los que juntos bloques, estados, corporaciones y pueblos deben castigar o eliminar. Es así como luchas y guerras son relegadas al orden de lo criminal y se dan contra los terroristas o contra los narcotraficantes; son relegadas a este orden sin más alternativa.

Y allí donde la guerra es más fuerte -en la inmensa región musulmana-, la guerra neofascista se junta con la guerra por el petróleo y otras riquezas, y de paso con la eliminación neodarwinista de negros y musulmanes desechables, en que los genocidios acostumbrados sustituyen a los campos de concentración y a los hornos crematorios que los nazis organizaron para eliminar a los judíos. En cambio la destrucción de los pueblos africanos, árabes, y mahometanos se hace dizque para castigar a “quienes merecen castigo”, que son enjuiciados, comprobados como culpables y castigados mediante acciones que lejos de ser terroristas constituyen supuestamente una “guerra justa” de cielo, mar y tierra. Y esas mentiras colosales son compartidas por los pueblos y gobiernos partidarios de una globalización que incluye a Estados Unidos y Europa y a la que China cada vez se acerca más.

Actualizar, reforzar y comprometerse con ideologías y programas que den teérmino al actual modo de dominación y acumulación, de organización del trabajo esclavo, tributario, servil, y mentirosamente asalariado, así como al inmenso desempleo de miles de millones de jóvenes que luchan inútilmente y desesperados por un trabajo o una escuela, es una tarea urgente que ha de tomar en cuenta todas las experiencias anteriores que fallaron, para no recurrir a ellas y todas las que tuvieron éxito para aplicarlas y adaptarlas, más las que han florecido recientemente y que enriquecen el proyecto revolucionario de otro mundo verdaderamente posible.

Ese mundo no puede tener como “atractor” o atractivo principal la maximización de poder y riquezas, sino la organización de la sociedad y del mundo entero en torno a los valores humanos que los clásicos y los nuevos movimientos emancipadores defienden.

Lograr ese objetivo en la práctica corresponde a un proceso que se da, y tal vez se dé, como muchos otros, entre movimientos insumisos y rebeldes, políticos o armados, y entre confrontaciones y negociaciones. En cualquier caso, las fuerzas progresistas y revolucionarias tendrán que encontrar tanto las alternativas que efectivamente les permitan construir la libertad, el socialismo y la democracia, como los procesos de transición que den mínimas garantías a los participantes para defender sus intereses y valores vitales en la nueva organización mundial.

La alternativa principal no es hoy reforma o revolución, sino desconocimiento o conocimiento de que la actual organización de la vida nos lleva a genocidios descomunales, a crisis crecientes de la civilización, y a la muerte del planeta. Éste ya nos está enviando un mensaje indiscutible: capitalismo y muerte, o libertad, socialismo, democracia y organización de la vida y del trabajo para alcanzar esos objetivos.

En el mundo entero el país más indicado y con más experiencias en las luchas y las negociaciones emancipadoras es Cuba. Muchos consideramos que en ella debe organizarse el diálogo mundial permanente sobre las alternativas y las transiciones posibles para la organización de un mundo que asegure la vida y el trabajo. En ese diálogo, tendrían que participar los think tanks de las corporaciones y complejos y los representantes de las luchas contra “la hidra del capitalismo”, imagen clara de los zapatistas, quienes, de las mil cabezas, nos indican una que es necesariamente mortal, y en este caso mortal para el capitalismo.

El capitalismo sin fin es un mito. Y sin embargo ese mito es el que se está imponiendo en el mundo, no sólo con la aplicación del neoliberalismo, sino con la instauración del capitalismo corporativo en el antiguo “campo socialista”, y a últimas fechas con una creciente ofensiva, que coincide con la presencia cada vez mayor de la extrema derecha en Estados Unidos y Europa, y con el avance de la globalización en el camino de un mundo unipolar encabezado por Estados Unidos, y donde entre los grandes obstáculos están los que representan entre contradicciones Rusia y China.

Tales hechos, sin duda constituyen un freno para cualquier proyecto de transición negociada a la organización del trabajo y de la vida en dirección al post-capitalismo. Y en este terreno Cuba es también la que nos convoca a hacer de nuestra voluntad, de nuestra moral, de nuestra conciencia una norma a seguir hasta el fin, y no sólo controlando el miedo, sino perdiendo todo miedo, como les dijo Fidel hace tiempo a los estudiantes de la Universidad de la Habana.

Y termino esta plática de una manera no acostumbrada: ¡Viva la vida! ¡Venceremos!

Maravillas de la naturaleza

Sin la intención de pasar por fotógrafos profesionales, los autores de esta serie de imágenes, presentamos recientemente una exposición con una serie de fotografías tomadas en nuestro diario entorno y que tienen la intención de describir la belleza de los detalles en medio de la inmensidad de la naturaleza, escapando a otro pequeño mundo, observando, descubriendo e intentando plasmar aquello que puede pasar desapercibido a simple vista y que nos revelan hermosos colores y composiciones abstractas dentro de lo que captamos.

Al aproximarnos a cualquier textura puede ganar en relevancia y las formas y colores pueden ganar en atractivo.

Llevar la serenidad de la naturaleza a su máxima expresión a través de la fotografía es una cualidad para encontrar en lo menos lo más y permite ver lo que constituye la majestuosidad de lo que nos rodea.

Es nuestra intención que el espectador se involucre en la fotografía intentando ver, a través de las tecnologías fotográficas actuales, lo que hay detrás de esas figuras que nos aportan algo reconocible dentro de un entorno de abstracción.


Nenúfar. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Corteza de cuajiote. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Fruto de achiote. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Flor de anturio. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Flor de pasionaria. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Flor de sensitiva. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Tronco en la playa. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Iguana. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Flor de cactácea (pitaya). Autor Fernando Sánchez-Martínez


Palma de Madagascar (Pachypodium). Autor Fernando Sánchez-Martínez


Calanchoe (Kalanchoe). Autor Fernando Sánchez-Martínez


Hoja de Agave. Autor Fernando Sánchez-Martínez


Vibora. Autor Mauricio Valencia Escalante


Flor de San Miguel. Autor Mauricio Valencia Escalante


Tulipán mexicano. Autor Mauricio Valencia Escalante


Caimán. Autor Mauricio Valencia Escalante


Chincuete. Autor Mauricio Valencia Escalante


Fósil de Nautilus. Autor Mauricio Valencia Escalante


Chinche. Autor Mauricio Valencia Escalante


Huevecillos de mariposa. Autor Mauricio Valencia Escalante


Orquídea. Autor Mauricio Valencia Escalante


Flor diminuta. Autor Mauricio Valencia Escalante


Larva de mariposa. Autor Mauricio Valencia Escalante


Bromelia. . Autor Mauricio Valencia Escalante

La defensa del territorio es por la vida

[i]

¿POR QUÉ DEFENDER EL TERRITORIO?

Dentro del contexto en el cual trabajamos, la palabra defensa siempre nos lleva a pesar en acciones para la protección o salvaguarda ante un peligro latente o eminente, y muchas veces nuestras reacciones suelen pensarse para uno mismo o lo más cercano de nuestro entorno. No obstante, cuando hablamos del territorio y las amenazas que sobre él se vislumbran, nuestras acciones y pensamientos sobre su defensa suelen adquirir una dimensión multifactorial y compleja; los interpretamos o relacionamos en función de nuestros propios contextos o circunstancias, de tal manera que podemos reaccionar desde lo local hasta lo global según el caso.

La dimensión del territorio nos lleva a tener muchas y marcadas diferencias sobre cómo lo interpretamos y por ende, igual se diversifican las acciones para defenderlo ante amenazas dadas o potenciales. No es casual entonces que existan y coexistan múltiples actores -mujeres y hombres-, quienes definen sus estrategias de acuerdo a sus propias características y condiciones, y por ello hay quienes las realizan a través de las leyes o lo jurídico, así como también los hay con enfoques citadinos o urbanos, al igual que a partir de lo rural o como sucede también con los pueblos originarios, quienes bajo sistemas de gobiernos locales basados en “los usos y costumbres” definen diversas acciones para la defensa.

En términos generales, podemos afirmar que existen y se recrean miles de diferencias entre las acciones y estrategias que se realizan sobre “defensa”, de acuerdo a las condiciones y particularidades de los sujetos para con su territorio.

Derivado de esas características, en algunos casos las y los sujetos o entidades sociales suelen apropiarse del “Territorio” a partir de una demarcación o límite geográfico o político, pero generalmente son expresiones sociales que se encuentran separadas o atomizadas unas de otras, como sucede por ejemplo con los municipios o los distritos políticos, en donde la “acción social y colectiva”, no siempre encuentra pluralidad en orden y para la gobernanza[ii], aunque por supuesto siempre hay excepciones a la regla.

En otros casos, aun dentro de ciertos “límites geográficos”, y a pesar de tratarse de espacios que han sido “reconocidos o entregados” por otros -por ejemplo los núcleos agrarios-, son las acciones colectivas y comunitarias las que a través de sus expresiones sociales y culturales lo “demarcan en gobernanza”, encontrando su propio crecimiento cultural y espiritual, de tal manera que existen vínculos territoriales de coexistencia para con los bienes naturales, como la tierra, el agua, el viento, la flora y la fauna, sin que sea limitativa a éstos su conexión, así como también es ahí donde se establecen las conexiones espirituales, religiosas y cósmicas, las cuales por supuesto, prácticamente nunca están separadas de lo terrenal. Quienes mejor expresan esta condición “territorio/sujetos” son sin duda alguna los pueblos originarios.

No obstante, sin importar cómo sea que conceptualicemos y vivamos “El Territorio y la Territorialidad”[iii], siempre hay factores internos y externos que suelen amenazar y poner en riesgo parte de los componentes que integran al territorio y en consecuencia, ello provocará cambios, alteraciones y modificaciones simples o complejas para un colectivo, mismas que en ocasiones llegan a ser cambios de tipo estructural tan graves, que pueden eliminar -parcial o totalmente-, expresiones culturales e identitarias, tanto individuales como colectivas, expresiones que, entendemos, son esas diferencias que nos hacen distintos entre y para con otros y otras, pero que en el sitio en donde se recrean y construyen son muy parecidas e incluso iguales para con nuestro sujeto colectivo.

Es decir, un factor o elemento amenazante es capaz de alterar la construcción del sentido de pertenencia de los sujetos individuales y colectivos, ya que los sujetos a través de sus interacciones cotidianas, o seleccionan o le imponen “repertorios culturales” que pueden o no responder a sus intereses y aspiraciones personales, así como a las exigencias sociales colectivas; de tal manera que la identidad colectiva se convierte en una construcción subjetiva y cambiante, la cual puede y suele ser transformada de forma acelerada cuando se encuentra íntimamente vinculada al territorio.

Los rasgos identitarios, herramientas, fechas, ritos, procesos de organización individuales, familiares y colectivos, tipos de semillas, conocimientos ancestrales y climáticos, así como conocimientos nuevos, además de la forma en que se transfieren entre generaciones, son una pequeña muestra de que, bajo las mismas circunstancias del usufructo del territorio en su sentido amplio, es decir, considerando todos los componentes que lo integran, es como se construye la identidad de los sujetos individuales, pero sobre todo la identidad como colectivos desde lo familiar y hasta el pueblo mismo. Una amenaza al sujeto o sobre uno o varios elementos naturales del territorio, necesariamente cambiará la construcción identitaria del sujeto.

Caso Carrizalillo: Ahí opera la empresa Goldcorp. En solamente dos años de operación de la empresa, el 100% de los campesinos dejaron de serlo y el 50% de ellos pasaron de ser dueños de su tierra, a ser trabajadores proletariados y empleados de una actividad nueva y por lo tanto, desconocida. Su satisfacción de ser pueblo cedió ante la satisfacción de tener dinero. Actualmente en Carrizalillo, tanto el territorio como los sujetos dejaron de conformar el pueblo que eran: la mitad han sido despojados y desplazados y ahora su población ha tenido que dispersarse por varias entidades del país.

En contrasentido… ¿qué pasa cuando a través de la resistencia de las y los sujetos, se organizan acciones para la defensa del territorio ante las amenazas que los ocupan? El sujeto y su colectivo refuerzan y fortalecen sus lazos identitarios, depuran su sentido de pertenencia y con ello se adhieren aun más a sus bienes colectivos concentrados al interior del territorio, ese territorio que definen y delimitan geopolíticamente o que delimitan con o sin linderos, pero que recrean en su cotidianeidad terrenal, espiritual y celestial y que, en conjunto, otros conocen como cosmovisión.

Derivado de lo anterior partimos de una premisa: No hay sujetos colectivos sin territorio. En otras palabras, sin territorio él/los sujetos son incapaces de recrear la totalidad de los elementos que permiten construir un proceso identitario sólido y capaz de articularse a otro y con otros en solidaridad; por lo tanto, se ven forzados a romper su propia naturaleza de lo comunitario que responde al sujeto social colectivo, y en consecuencia, aflora el individualismo y el sujeto se vuelve incapaz para ejercer sus propios procesos relacionados a la libre determinación y de auto-adscripción, a la vez que le cuesta mucho más su construcción espiritual; por lo tanto, es más fácil que se encuentre desconectado de sus creencias, deidades, religiosidad y por ende menos capaz de construir una CULTURA COLECTIVA PROPIA .

Es por ello que deseamos señalar que cuando hablamos de la defensa del territorio, por supuesto va implícito y está interconectado el sujeto colectivo, que no el sujeto individual. Defender el territorio implica defender el sentido de pertenencia y el proceso identitario de los sujetos colectivos, al igual que defender el sentido identitario es a la vez defender el territorio.

Caso Wixárikas contra la empresa First Majestic: En la Isla del Rey nacieron los Wixárikas, y desde ahí inician sus peregrinaciones hasta el Cerro del Amanecer, en San Luis Potosí, donde recrean el nacimiento del Sol. El cosmos huichol puede considerarse etnocéntrico. Todo el mundo es una "gran casa", Una comunidad (kiekari). Las fuerzas o elementos de la naturaleza son considerados deidades, al mismo tiempo que sus antepasados y parientes de los huicholes. El centro del mundo se ubica dentro del territorio huichol. La cosmovisión Wixárika no separa tajantemente entre los ámbitos de la naturaleza, de la sociedad y de lo sobrenatural o sagrado. La empresa minera amenaza con destruir ese lugar sagrado y si ello sucede moriría el pueblo Wirárika, pero también el mundo entero.

No debe sorprendernos que la defensa del territorio sea siempre de tipo multifactorial, puesto que el territorio es quien acuerpa la propia vida; ahí es donde nace la naturaleza; ahí se forman los sistemas ecológicos gracias a la combinación de elementos biológicos, físicos y químicos que suelen ser transformados por la acción del uso de los sujetos sociales (patrimonio biocultural). Por lo tanto, el usufructo también crea vida nueva y diferente dentro de un territorio, vida en donde de por sí ya la hay, pero también si durante su uso se pierde el enfoque y la visión de la importancia de lo multifactorial, entonces puede también generarse la muerte.

En ese sentido, si coincidimos en que la defensa del territorio es multifactorial y no está asociada a una acción en particular sobre el territorio en su sentido amplio, sino a partir de sus vínculos con los sujetos que lo usufructúan, pensamos entonces que será más fácil comprender e identificar qué tipo o cuáles son las amenazas que rondan por el territorio y con ello, amenazan y ponen en riesgo la propia vida de sus componentes, entre estos a los propios sujetos colectivos.

Enlistemos algunos casos para la reflexión y provocación:

  • ¿Los agroquímicos amenazan al territorio? O sólo al sujeto que los utiliza o a quien los consume a través de los productos que se originan con ello?
  • ¿El consumo y/o la siembra de transgénicos amenazan los procesos identitarios de los pueblos y por lo tanto, también al territorio?
  • ¿La ley de hidrocarburos amenaza al territorio?... ¿amenaza a la nación? ¿O es el modelo extractivo, es decir, la forma en la que se explota el petróleo la amenaza real?
  • ¿La privatización de los bienes naturales destruye la identidad de los pueblos?
  • ¿Cuidar a la naturaleza a través del “pago de servicios ambientales” amenaza el territorio?
  • ¿Los subsidios, por ejemplo el programa de Combate contra el Hambre o el programa Oportunidades ahora denominado Prospera o el Procampo son una amenaza al territorio, a la identidad y por lo tanto a la cultura?

Por supuesto, el anterior es un listado muy corto en comparación con la gran cantidad de procesos que hoy y desde hace años están amenazando al territorio, sin dejar de observar que en varios lugares ya no son meras amenazas, sino que ha iniciado la destrucción del mismo.

Sin embargo, en ese mismo contexto, debemos observar que justo bajo esas mismas circunstancias de amenazas y hechos reales, es donde también se recrean procesos para la defensa territorial desde posiciones integrales e integradoras, porque primordialmente se plantean bajo un enfoque inequívoco: La defensa de la vida.

 

LA LEGALIZACIÓN DEL DESPOJO

En toda Latinoamérica y no sólo México, vivimos una larga trayectoria de cambios políticos y de políticas que han estado ratificando y consolidando a los actuales sistemas de poder que hoy ya tienen en total subordinación y dependencia a naciones enteras. Desde nuestro punto de vista, ello no ha sucedido por casualidad, por errores de rumbo o por falta de dirección en los mandos superiores o gobernantes, sino todo lo contrario; hay una clara tendencia de “ir acomodando” paulatinamente todo aquello vinculado con los bienes naturales para la adquisición de ganancias, de construir condiciones para crear monopolios estructurales bajo la lógica del poder/fuerza por sobre la soberanía y la democracia, así como la apuesta cuasi idiota, de que este planeta puede aguantar todas las atrocidades que podemos ocasionarle, en aras del progreso y desarrollo, a partir del afamado desarrollo tecnológico. El capitalismo vil a todo lo que da.

Actualmente varios análisis nos llevan a ubicar por lo menos cuatro causales que consideramos forman parte de la columna vertebral de lo que padecemos hoy:

  1. Las Reformas a las constituciones nacionales latinoamericanas bajo el eslogan comercial de las llamadas “reformas estructurales”, en donde se pone de manifiesto una serie de iniciativas de leyes que abonan a “la legalidad” del usufructo insostenible de los bienes naturales de las naciones y el consecuente despojo del territorio que se encuentra totalmente articulado al franco adelgazamiento de los derechos humanos individuales y colectivos.
  2. La Alineación de las naciones para que asuman como “única e inequívoca forma de progreso y desarrollo” al proceso económico conocido como globalización, que no es más que reafirmar al ya conocido sistema capitalista, sistema que hace apenas unas cuatro décadas dejó de ser ejercido por las naciones, para ahora ser implementado a través de los corporativos empresariales y sus dueños, quienes son seres incapaces e insensibles ante su mayor resultado, que no único: el incremento de la desigualdad social.
  3. El Debilitamiento de los gobiernos como estado/nación, para ocupar un rol sumiso ante el poder económico de capitales privados, ha llevado a que abandonen a los sujetos y sus circunstancias -incluidos sus bienes naturales-, como punto central para el progreso, para ahora dar prioridad a la “inversión/dinero/especulación” como única condición para el cambio social. En el caso mexicano ello se traduce en la ruptura total del pacto social logrado durante el proceso de la revolución iniciada en 1910.
  4. El Incremento y fortalecimiento de las fuerzas de “seguridad” nacional e internacional, incluyendo la creación de grupos de choque, paramilitares y grupos armados que actúan en contubernio con el gobierno y el crimen organizado, y que son utilizados o azuzados para destroncar las protestas, movilizaciones y resistencias que este mismo modelo depredador genera. A este destronque se le conoce políticamente como “la criminalización de la protesta social”.

La alineación de estos cuatro elementos ha ocasionado que hoy tengamos una franca tendencia a la eliminación de la vida colectiva. Esa tendencia es mencionada atinadamente por el Papa Francisco en su encíclica como “la cultura del descarte”; es decir, lo que no sirve a los intereses corporativos y financieros simplemente se desecha. El modelo global rompe el bien común organizado, atenta contra la cultura fruto de la creación por el usufructo y sabiduría de los pueblos, destruye permanentemente la naturaleza como espacio espiritual y de confort, y por ende, su único destino es el “vil despojo” del humano en conjunto con lo que lo rodea.

El modelo global casi funciona perfectamente, y aunque varias voces lo pongan hoy en contradicción, la verdad es que a los intereses y objetivos para los que fue creado, funciona de maravilla. Por ello, aunque estemos ciertos y seamos racionales respecto a lo que nos ocurre, casi es imposible que -de forma individual o como colectivos-, no estemos inmersos en muchos de los componentes mismos que le dan vida propia al sistema global capitalista. Al modelo global lo han hecho ley para de esa forma convertirlo en un proceso de vida para cuasi 7 mil millones de personas, quienes lo retroalimentamos de manera cotidiana bajo el frenesí del consumo y de los servicios para que, de esa manera, el sistema continúe operando a la perfección a pesar de la insatisfacción, opresión y despojo que nos ocasiona.

En síntesis… el sistema capitalista se afianza de forma hegemónica y homogeneizadora bajo la denominada política de la globalización, misma que ha encontrado en el extractivismo y el monopolio oligárquico, una forma de vida que se retroalimenta mediante el dominio, la fuerza y la imposición. No tiene alma, ni territorio, ni espíritu, ni deidades, ni moral, menos aun ética y por ello no le importa que su destino concreto sea acabar con la vida. Ese es el sentido actual del Modelo Extractivo. Este es, a su vez, la expresión más relevante de la globalización y es altamente “eficiente” a los fines para lo cual fue creado.

Sin embargo, la lógica de la competitividad y el libre mercado no atenúa sus secuelas y daños, por el contrario… el libre mercado exacerba al máximo sus componentes haciéndolo depredador de sí mismo; por lo tanto, consideramos que ese modelo no cambiará salvo se presenten por lo menos tres condiciones:

  1. Que se agoten los bienes naturales “estratégicos” que lo alimentan
  2. Que la ciencia y tecnología encuentre nuevos recursos que sustituyan a los actuales.
  3. Que se genere un estallido social que modifique sustancialmente el modelo energético en el cual hoy estamos inmersos.

 

RECURSOS NATURALES O BIENES NATURALES

El titulo ya sugiere una discusión de fondo y forma, pero en su apreciación más simplista queremos enfocarnos al hecho de que en el actual modelo global, la naturaleza y sus elementos -todos-, han sido convertidos en productos financieros, y por lo tanto, con valor mercantil para ser explotados bajo la tecnología de mayor avanzada mundial, tecnología que al mismo tiempo es la más irracional y destructiva que ha creado el ser humano.

El modelo extractivo no mira a los bienes naturales en su conjunto, sino al recurso natural específico, porque ese le proveerá de inmensas ganancias y cuando ese recurso haya sido agotado, la ciencia y “desarrollo” habrán encontrado un nuevo componente que pueda suplirlo y con ello continuar con su frenesí extractivo o peor aún, como ya sucede hoy en día, crear vida de laboratorio, sintética o manipulada genéticamente que contribuya a la construcción de monopolios, a la vez que otorgue un mayor control económico global.

Agua, minerales, gas esquisto o gas de lutitas, viento, biodiversidad, semillas y petróleo son los grades componentes que el modelo extractivo requiere para continuar con la dominación de los capitales sobre las naciones. Sin embargo, lamentablemente no sólo se trata de los bienes como elemento/insumo, sino del modo y la forma tan destructiva como son extraídos, generando millones de toneladas de tóxicos que se vuelen montañas inmensas de pasivos ambientales, los que por supuesto no están contabilizados en la fórmula financiera de los corporativos, porque si así fuera, literalmente el modelo extractivo actual sería incosteable económicamente. Un ejemplo cercano sobre ello sirve para mostrar lo anterior:

“La empresa Goldcorp en Carrizalillo, Guerrero, a través de la técnica de extracción a cielo abierto, obtiene, 28 kilogramos de oro al día, pero por cada tonelada de piedras y tierra SOLAMENTE extrae MEDIO GRAMO DE ORO,el resto se convierte en “desechos y desperdicios” llenos de metales tóxicos y otros contaminantes, los cuales afectarán el ambiente por lo menos durante 500 años. Para sacar sus 28 kilos de oro diarios empresa también utiliza 250 MILLONES de litros de agua y le agrega, igual cada día, 18 TONELADAS de cianuro de sodio. En contrasentido, ya se avizora que la propuesta de la nueva ley de aguas en México garantice no más de 50 litros de agua por persona al día. La irracionalidad hecha ley garantiza mayor acumulación y concentración de ganancias para los que de por sí ya tienen riqueza económica, mientras que al resto de la población esas leyes le administran precariamente el uso de los bienes naturales básicos.  

 

LA DEFENSA DE LA VIDA ES LA FUERZA DE LAS RESISTENCIAS

Es obvio que el despojo se sufre en carne propia; se despoja al ser humano de su salud; se le despoja de su identidad y cultura; se le despoja del ambiente limpio y sano; se le despoja de la naturaleza y la biodiversidad; se le despoja de la comunalidad; se le despoja de la tierra, del agua, del viento, y se le despoja y desplaza del territorio muchas veces con apoyo del crimen organizado.

No obstante, cuando las mujeres y hombres viven esas circunstancias, también suelen encenderse o activarse nuevas disposiciones y actitudes para la defensa de la vida y en contra del despojo y el desplazamiento. Aún cuando en ese contexto, las resistencias suelen presentar diversas características, básicamente la principal diferencia radica en que no es lo mismo resistir ante el potencial ingreso de un megaproyecto a un territorio, a resistir e intentar sacar de su tierra un megaproyecto ya instalado y funcionando, sobre todo porque en el segundo caso ya se tiene encima no sólo a la empresa, sino a todo el Estado y su marco jurídico que para ello ha creado, el cual, como ya hemos señalado, literalmente está diseñado y establecido para facilitar el despojo del territorio y de los bienes naturales de los pueblos.

En el escenario de las resistencias, quizás las que más nos preocupan y ocupan, son las masivas resistencias de conciencia pero que no se traducen en acciones recurrentes y cotidianas, porque consideramos que no es suficiente ser consciente de la problemática que enfrentamos si no realizamos acciones directas y concretas que pretendan lograr un cambio parcial o total sobre esa problemática. De esta diferencia entre pensar y actuar a la vez, es donde surge el activismo, surgen los activistas, aquellas y aquellos que se suman a esta lucha desde lo local hasta lo global en contra de la globalización y el modelo extractivo. Conocer, saber y hacer, son hoy tres facetas necesarias de una responsabilidad social que va más allá de la simple participación ciudadana abstracta, y si la responsabilidad se logra en alianza con otras y otros, se abona a la defensa de la comunalidad, al sentido de pertenencia y en consecuencia a la solidaridad.

Como última reflexión… ¿cómo hacer que las diversas y diversidades de la luchas se integren en un sólo frente y dejemos de ser luchas monotemáticas? requerimos que una sola conciencia asuma esta lucha global “a favor de la vida”, por lo tanto, juntarnos es la vía, pero cómo hacerlo es el reto que tenemos enfrente.

 

 

[i] Miguel Ángel Mijangos Leal, integrante de Procesos Integrales para la Autogestión de los Pueblos (PIAP, A. C.), asociación civil que trabaja en la región de la Montaña de Guerrero y en la región Istmo/Zanatepec de Oaxaca, sobre procesos de planeación territorial participativa, manejo adecuado de bienes naturales y estrategias para la defensa del territorio. PIAP es integrante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería -REMA-, Red que a su vez se integra al Movimiento Mesoamericano en contra del Modelo Extractivo Minero -M4-.

[ii] Otro ejemplo ocurre en las ciudades: dentro de una colonia dada, se forman territorialidades que suelen dar forma a barrios en los que por ejemplo, grupos de jóvenes se apropian de espacios para el desarrollo de sus propios procesos, sin que ello haya pasado por definiciones u acciones del conjunto de quienes ahí habitan. En este tipo de casos el espacio público suele ser administrado por el gobierno local, pero pocas veces por los ciudadanos, lo que genera apropiaciones del mismo desde otra lógica y perspectiva.

[iii] En un sentido simple aunque a la vez complejo, se entiende por territorialidad; la gobernanza, es decir, la organización y conducta que cierto grupo social determina para un territorio o zona determinada

Geopolítica, imperialismo y contrainsurgencia en América Latina

Que el imperialismo existe, no ha desaparecido ni es asunto del pasado, es la realidad acuciante que abordan dos importantes libros de reciente publicación: Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos. Manuales, mentalidades y uso de la antropología, de Gilberto López y Rivas (Ocean Sur, 2013)[1], y América Latina en la geopolítica del imperialismo, de Atilio A. Borón (UNAM, 2014).

En la obra del antropólogo mexicano Gilberto López y Rivas, se analizan los usos mercenarios que el poder militar estadounidense ha hecho de antropólogos, sociólogos y otros científicos sociales para llevar a cabo guerras asimétricas en diversas partes del mundo. El autor aborda la utilización de la antropología en las campañas contrainsurgentes y en la ocupación neocolonial de países por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos. A través de un análisis del contenido de manuales y otros documentos difundidos por Wikileaks, pone en evidencia los conocimientos antropológicos y culturalmente informados de los equipos humanos en el terreno del ejército estadounidense aplicados para derrotar movimientos insurgentes.

López y Rivas sostiene que “para justificar la extraterritorialidad castrense, los estrategas utilizan una entelequia jurídica denominada ‘nación huésped’, cuyo gobierno ‘invita’ a Estados Unidos “a poner en práctica una guerra de contrainsurgencia contra su propio pueblo, aunque dicha autoridad sea impuesta con posterioridad al derrocamiento del gobierno legalmente constituido y la ocupación militar del país por las fuerzas expedicionarias de Estados Unidos.” (Pp.21-22)

Los documentos estudiados son el Manual de Contrainsurgencia 3-24; la Guía cultural de las fuerzas especiales de Estados Unidos; el Manual de campo de las fuerzas especiales 31-20-3 (tácticas, técnicas y procedimientos de defensa interna para las Fuerzas Especiales en el extranjero); el Sistema Operativo de Investigación Humana en el Terreno; el Human terrain team handbook. En éstos, se da cuenta de las estrategias que utiliza el gobierno de Washington para su expansión y búsqueda de hegemonía mundial, de acuerdo a las circunstancias particulares y posición política, económica o religiosa del supuesto enemigo, esto es, todo aquel que no esté bajo su control o a su servicio, así como de los parámetros de su estrategia militar, dejando clara la idea que legitima su acción, cuando señala que: “dividen el mundo entre los que usan la razón (ellos, los estadounidenses) y quienes son presa de la pasión y se mantienen ‘fuera de los límites de las convenciones del mundo desarrollado’: los del ‘machete’ y atacantes suicidas, los que están ‘ansiosos de morir’”. (p. 44)

Para entender la mentalidad imperialista en su dimensión militar, se identifican las bases del “patriotismo estadounidense”, “nutrido de una historia de genocidios, etnocidios, despojos y conquistas territoriales; [que] se fundamenta en las nociones etnocéntricas y racistas de ‘pueblo escogido’ por ‘la Providencia’ para expandir su dominio sobre el continente, en su primera etapa, y después en el mundo entero”. López y Rivas destaca la construcción de un liderazgo unipolar después de la guerra fría, señalando su principal rasgo: “la idea del ‘policía mundial’ que vigila el cumplimiento de su ley y protege sus intereses y seguridad ‘nacionales’ por encima de cualquier otro; se alimenta de los mitos de ‘salvadores del mundo’ propalados, reproducidos y ampliados por la propaganda cinematográfica; los incansables rambos matando comunistas, y ahora ‘terroristas’, en nombre de la justicia, la democracia y la libertad”. (p.51)

Así, deja claro el poderío militar y de inteligencia que despliega el gobierno estadounidense por el mundo, en especial en América Latina, donde existen decenas de bases militares y centros de inteligencia. Según las fuentes de David Vine suman “más de 1000 bases militares estadounidenses en 150 países, (a las que hay que sumar las 6 mil bases internas)… [Y] están aumentando la creación de bases en todo el planeta, que ellos llaman nenúfares (estas hojas o plantas que flotan en la superficie de las aguas y que sirven a las ranas para saltar hacia su presa)”. (p.52)

Hacia el final de Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos, el autor muestra cómo América Latina es una de las regiones del mundo en la que se ponen en práctica las estrategias intervencionistas, señalando casos como Venezuela, Honduras y México. En este último país, refiere el uso de mecanismos como el TLCAN, el Proyecto Mesoamérica (antes PPP), Plan Mérida y ASPAN, entre otros, para mantener el control político, económico y militar, posible por la anuencia de una clase política que promueve el modelo neoliberal y, desde hace tiempo, se desnacionaliza.

Aquí encontramos el puente con la obra de Atilio Boron, quien realiza una exhaustiva revisión de la literatura y las fuentes sobre la actual fase del imperialismo en América Latina. El sociólogo y politólogo argentino aborda, de manera puntual, cómo esta región ocupa un lugar primordial en la agenda política del gobierno de Washington. No sólo se trata de una cuestión geoestratégica en el sentido militar, sino de apropiación de las riquezas latinoamericanas en materia energética, minerales, biodiversidad y producción de alimentos.

Nuestro autor explica que el imperialismo sigue existiendo: “¿Por qué? Porque tal como lo señaló Lenin, se trata de un rasgo esencial del inherente al capitalismo contemporáneo, y si algo ocurrió con la globalización neoliberal, fue que la presencia del imperialismo se extendió a lo largo y a lo ancho de todo el planeta, y su accionar se tornó más opresivo y predatorio que nunca antes.” (p.39)

Boron describe la realidad latinoamericana, demostrando cómo Estados Unidos ha penetrado la región y destaca debates centrales alrededor de los cambios políticos, económicos y sociales que vive el subcontinente. Los capítulos intitulados Los bienes comunes en América Latina: el debate “pachamamismo vs. extractivismo”, y El “buen vivir (sumak kawsay) y los dilemas de los gobiernos de izquierda en América Latina, desarrollan una parte sustancial de la controversia entre concepciones encontradas dentro de la izquierda en torno al desarrollo y la defensa de la naturaleza y la disyuntiva de cuál es el camino para alcanzar la equidad. También estudia la geopolítica de los movimientos populares, precisando que su mayor trascendencia se da en aquellos territorios en los que se produce una intensa actividad extractivista con respaldo militar estadounidense.

El autor analiza los principales tratados y “acuerdos” económicos y políticos impuestos, la presencia militar y el espionaje, resultando clara la falacia de que el gobierno estadounidense ya no interviene en América Latina. Muestra de ello, son las 76 bases militares existentes, la reactivación de la IV flota y, señala Boron, “habría que agregar otras formas de presencia militar de Washington en la región: ejercicios conjuntos, cursos de adiestramiento para fuerzas armadas y, sobre todo, policiales, reuniones continentales de altos mandos y toda una maraña de redes, contactos, programas e instituciones que proyectan el poder militar estadounidense sobre nuestros pueblos”. (p.319)


This is war. Ilustración de Kamusaquario / DeviantArt

Llama a ser conscientes del momento de declive que vive el imperialismo estadounidense, señalando que “a diferencia de casos anteriores, el hundimiento del centro imperial y del sistema en su conjunto pone en peligro a la humanidad, a la propia supervivencia de nuestra especie” (p.277), pues en una “fase de descomposición, los imperios se tornan más agresivos y brutales. Lejos de aceptar resignadamente su ocaso, imponen crueles escarmientos a los pueblos que luchan por emanciparse del yugo imperial, y arremeten con más violencia en el saqueo de los bienes comunes”. (p.285) Este hecho lo podemos observar en las guerras de Irak y Afganistán, y en su intervencionismo en América Latina, en el que utiliza diversas estrategias para contener el fin de su hegemonía, es el caso de los golpes de Estado en Venezuela, Honduras y Paraguay, las campañas desestabilizadoras en Venezuela, Bolivia y Ecuador, y la histórica y continua agresión a Cuba, a través del bloqueo económico y la realización de acciones terroristas.

Este desmoronamiento imperial también se puede observar en el proceso de transición de un mundo unipolar a uno multipolar; haciendo referencia a dos especialistas del tema, Juan G. Tokatlian y Paul Kennedy, Boron señala que hay un desplazamiento desde Occidente hacia Oriente, y desde el Norte hacia el Sur, visión que se confirma, por ejemplo, con la existencia del BRICS, y mecanismos como Mercosur, ALBA y CELAC, para el caso latinoamericano.

Entre sus conclusiones, Boron alerta que a los pueblos de América Latina y el Caribe, les esperan tiempos complejos, pues al ser “regiones de suprema importancia estratégica para el imperio, serán aquellas donde su belicosidad se despliegue de manera más brutal. Aquí se han venido librando sus primeros combates y también se librará el último, el final y el decisivo. Los primeros, porque los imperialistas pueden resignarse a perder África, Asia, inclusive Europa, pero jamás América Latina. El último combate porque, destruidas sus bases de sustentación en otras regiones del mundo, buscarán refugio en nuestros países, haciéndose fuertes en la insularidad americana que, supuestamente, pondría al imperio a salvo de cualquier incursión terrestre de fuerzas enemigas extracontinentales”. (p.312)


World dominance. Ilustración de TreadLightly / DeviantArt

Estas dos obras ofrecen una visión profunda sobre la naturaleza del imperialismo estadounidense contemporáneo y resultan de consulta obligada para comprender la gravedad de la crisis mundial de nuestro tiempo y disponer de más herramientas de análisis para coadyuvar a la construcción de múltiples alternativas en defensa de la humanidad.

 

[1] En septiembre de 2015, la Universidad de San Carlos de Guatemala publicó la tercera edición ampliada de este libro, con motivo de la inauguración de la Catedra Carlos Marx.