045 - Septiembre - Octubre 2016

Ayotzinapa: cuna de la conciencia social

[1]

 

Introducción

Varias dimensiones están presentes en el análisis de lo sucedido en Iguala, Guerrero, el pasado 26 y 27 de septiembre de 2014, todas ellas históricas. No referirse a estos antecedentes, aunque sea enunciándolos, limita la reflexión a suponer que la tragedia de Iguala es un hecho aislado, local, versión que intenta, inútilmente, el Estado mexicano de convertir en una “verdad histórica”. Pensar sobre el estado de Guerrero nos remite necesariamente a carencias y necesidades: pobreza alimentaria y extrema pobreza, (después de Chiapas es la segunda entidad con mayor porcentaje de personas en extrema pobreza, 31.7 de cada 100 habitantes la sufren;  CONEVAL 20110-2012); en Guerrero, de cada 100 personas de 15 años y más, 17 no saben leer ni escribir, es decir, un 14.4% de la población estatal, comparado con el promedio de 7 % de analfabetismo a nivel nacional. El promedio de escolaridad de los individuos de 15 años o más fue de 7.3 años, un 13.1% inferior al 8.4% del promedio nacional; Guerrero tiene el significativo precedente de la guerra sucia de la década 1960-70 perpetrada por el ejército; sufre el ancestral abandono de sus comunidades indígenas; cacicazgo; muertes; violencia y desapariciones forzadas; violación sistemática de los derechos humanos; violencia de género; saqueo de los recursos naturales de los pueblos; narco y narco política y un largo etcétera. [2]

 Lo anterior nos dirige a valorar otros hechos que son respuestas locales a la inseguridad y a la violencia, respuestas desde abajo, desde el Guerrero profundo. Me refiero a los movimientos sociales como la Asociación Cívica Guerrerense (1959) fundada por el después guerrillero Genaro Vázquez Rojas,   la creación desde hace más de 20 años de la CRAP_PC (1995)[3] (con su territorio histórico, Costa y Montaña de Guerrero), las distintas policías comunitarias de reciente formación, como las de Tlapa, Olinalá, Temalacatzingo, Huamuxtitlán, Copala, Tixtla, etcétera, pertenecientes a la CRAP-PC;  La Unión de pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero formada en 2013 (UPOEG);[4] la construcción del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan en la Montaña de Guerrero, también con 20 años de antigüedad; el Movimiento Popular Guerrerense (MPG).  El papel de estas respuestas organizativas locales es de vital importancia, pues forman parte de la memoria histórica del estado, además cuentan con una fuerte presencia y arraigo ante la profunda crisis de inseguridad, violencia y violación sistemática de los derechos humanos. Las policías comunitarias son la respuesta desde la tradición, desde lógicas culturales para la resolución de conflictos a través de normas comunitarias de larga data. Asimismo muestran la “incapacidad” del Estado para brindar seguridad y justicia en amplias regiones del país. Abel Barrera Director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, acertadamente expresó en julio de 2013,  el sentir de su organización:

En Guerrero dos gobiernos consecutivos autodefinidos como izquierdistas en el discurso, no han revertido los patrones de violaciones a derechos humanos, como lo evidenciaron los abusos cometidos en el marco de la represión contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa el 12 de diciembre de 2011. En este escenario, la lucha  por los derechos humanos aparece para el oficialismo como una quimera respaldada por gente inconforme. Pero paradójicamente, en el contexto de la Montaña de Guerrero, donde los derechos reconocidos en las normas son negados cotidianamente por la oprobiosa realidad, la apropiación y el uso de los mismos derechos desde la lógica comunitaria sigue siendo un instrumento efectivo para cohesionar las luchas sociales, para crear movimientos emblemáticos que resisten la violencia caciquil y delincuencial.[5]

Este escenario de oprobio, brevemente enunciado remite por último, al Informe Final de Actividades de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero (15 de octubre de 2014).[6]  La Comverdad  define la guerra sucia en México y la sitúa a finales de los años 1960 a principios de los 1980, señalando que los autores materiales e intelectuales fueron  corporaciones del Estado mexicano en contra de la sociedad civil (ejército y policías, características semejantes a lo sucedido en Iguala) y para caracterizarla señala torturas, violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias, impunidad, desapariciones forzadas, acciones armadas y de intimidación contra comunidades de campesinos, estudiantes y maestros. Todo ello con el agravante del ocultamiento de los cuerpos de las víctimas. Resumiendo, para la Comverdad guerra sucia es violencia, impunidad y falta de acceso a la justicia. De acuerdo a este enunciado, concluyo que en el Estado de Guerrero existe una permanente guerra sucia, desde los 1960 hasta la actualidad. [7](Condición que parece haberse extendido a todo el país, ver Tlataya, San Fernando, Atenco, APPO). Cuando la acción de la justicia es inexistente, veremos la repetición de estos lamentables hechos una y otra vez.

La historia que documenta la Comisión de la Verdad de Guerrero sigue presente en la memoria histórica de los habitantes de la Montaña que vinculan la presencia del ejército siempre con la violencia y la impunidad que se vive en la región desde la década de los años sesentas. A estas historias se unen las memorias más recientes de la masacre del Charco, precisamente en el municipio de Ayutla de los libres y de donde son originarios cuatro de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Así, todos estos hechos se han vivido como un continuum de violencia que ha marcado especialmente a los pueblos indígenas de la región con el estado mexicano. La complicidad del ejército mexicano en los hechos de Ayotzinapa es evidente gracias a testimonios como el de Omar García, integrante del comité estudiantil de esa normal, señalando que cuando por fin aparecen las fuerzas armadas el día de la agresión, fue dos horas después de los hechos y en lugar de ofrecer asistencia a los heridos, detuvieron a los jóvenes y los golpearon “…nos dijeron ustedes se lo buscaron, eso les pasa por andar haciendo lo que hacen”.[8]

 

La creación de las normales rurales en México y la reforma educativa del siglo XXI

Antecedentes

La revolución de 1910, de profunda raíz nacionalista, creó las bases para una educación laica, gratuita, así como para la revaloración de las culturas indígenas, “pero sólo en la medida en que representaban lo nativo, lo que no es extraño, lo que es un componente orgánico y fundamental de la nacionalidad”.[9]  Así, siendo presidente Álvaro Obregón, sustituye en 1921 el viejo Ministerio de Instrucción Pública por la Secretaria de Educación Pública poniendo a José Vasconcelos a cargo, quien de inmediato efectuó su plan de fundación de escuelas rurales, escuelas de artes y oficios, bibliotecas, así como la formación de nuevos maestros. Sin embargo, la apertura de escuelas normales regionales realmente se ejecutó con los secretarios de educación pública Moisés Sáenz y Rafael Ramírez.

La primera escuela Normal regional fue la de Tacámbaro, Michoacán. Desde sus inicios estas normales trabajaron con un plan de dos años, combinando materias académicas con el aprendizaje de labores agrícolas y oficios. Fue hasta 1926 que se diseñó un plan de estudios de manera formal. En la legislación de 1927 se estipuló que todas las normales tendrían internado y que los alumnos contarían con becas. En su origen las normales rurales representaron una encrucijada entre la lógica de forjar patria y los derechos sociales conquistados desde abajo. En ellas se formaron maestros misioneros, profesores dispuestos a desplazarse a los lugares más recónditos del país. “Organicemos al ejército de los educadores que sustituya al ejército de destructores”, declaró Vasconcelos en 1920. Era una lógica de estado para crear una nación. Sin embargo la educación rural también correspondía a una lógica social de los de abajo  (lógica social que la reforma educativa actual pretende ignorar y hasta destruir). Por siglos no hubo escuela para los pobres; por siglos la tierra de  los campesinos había sido consumida por los hacendados; por siglos trabajadores laboraban en condiciones de esclavitud en las plantaciones y en las minas; por siglos los recursos naturales que esta mano de obra extraía pasaban a manos extranjeras.

En las normales rurales se revertía esa lógica: muchas, como es el caso de Ayotzinapa (fundada en 1926, hace 89 años), se fundaban o instalaban en antiguas haciendas; se formaron cooperativas agrícolas como parte de la pedagogía; los alumnos recibían, como ya se dijo, becas y derecho a una plaza de maestro al terminar la carrera.

Los alumnos de las normales rurales organizaron la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, FECSUM. Actualmente es la organización estudiantil más antigua de México con 80 años de vida, agrupa a estudiantes de las 17 normales sobrevivientes. La FECSUM no sólo se encarga de labores de concientización sino también se moviliza en apoyo de luchas campesinas, obreras, estudiantiles y magisteriales. En resumen: ser fiel a los principios que originaron estas instituciones. La fidelidad a estos preceptos originarios, explica por qué el Estado ha intentado desde la década de 1940, después del cardenismo cuando las normales rurales tuvieron un gran impulso, contener y desparecer estas instituciones.

En 1969, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, se cerraron 15 de las 29 normales rurales. Las protestas no se hicieron esperar enarbolando el derecho a la educación y la responsabilidad constitucional del Estado. “llegaron a la SEP enérgicas condenas de ejidatarios, normalistas y padres de familia: ‘No nos obliguen a pensar que seguimos en la etapa del porfirismo, en que sólo a los hijos de los burgueses se les impartía la educación, ya que a cada momento se habla del progreso en el aspecto cultural”[10].

El tipo de conciencia forjada a raíz de la Revolución y resguardada en un notable proceso histórico de resistencia en las normales rurales es una conciencia que tiene muy clara la hipocresía de un gobierno que habla del progreso (mover a México) mientras ejecuta una política educativa y social que facilita todo menos eso. El proceso de concientización de los preceptos resguardados en las normales rurales parte de un principio fundamental: la educación no debe ser un privilegio destinado sólo a las élites, por tanto su extinción como educación pública, es no sólo un asunto académico sino también social.

Afirma Eduardo Galeano:

La educación está vinculada con todos los aspectos de la vida. Culto no es el que más sabe, culto es el que más aprende a entenderse con los demás, el culto aprende a recrear un mundo donde el prójimo sea una promesa y no una amenaza. Donde yo pueda reconocer en otro alguien con quien pueda comulgar, con quien tengo cosas para compartir, alguien que tiene que decirme cosas que vale la pena escuchar.[11]

 

Las Normales rurales y los maestros en el neoliberalismo

La normal rural de Mactumatzá, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.[12]

Inicio este apartado describiendo brevemente lo sucedido en la Normal rural de Mactumatzá pues considero que es un ejemplo documentado de las políticas gubernamentales en torno a la privatización de la educación pública en México.

En 2002 ya solo existían 17 Normales rurales, para esa fecha el Banco Mundial aprobó un préstamo de 40 millones de dólares. Una de las condicionantes de tal préstamo fue la conversión de algunas normales rurales en secundarias técnicas semiprivadas, en concreto se refería a la normal de Mactumatzá. [13] De acuerdo a estos lineamientos el gobierno despojó a esta normal de una de las conquistas históricas del magisterio, la seguridad de la plaza al terminar su preparación, con ese fin impuso un examen como requisito para la obtención de la seguridad en el empleo a través de la plaza. La reacción de los estudiantes, padres y profesores no se hizo esperar organizándose un movimiento en contra de tales medidas. El gobierno canceló el semestre, y desató una feroz represión encarcelando a 150 maestros y estudiantes y un chofer asesinado, trasladando a los presos a una prisión de máxima seguridad. En 2004 la escuela que por 46 años sirvió a las comunidades pobres e indígenas de Chiapas, era ya una sombra, se canceló el sistema de internado, se contrató a una agencia privada para aplicar exámenes estandarizados. 

 Mactumatzá es una muestra de lo que el sistema neoliberal ha hecho con las normales rurales y con la educación en México. Actualmente están en proceso de extinción o de conversión en secundarias técnicas, Mactumatzá y la normal de El Mexe en Hidalgo.

 

Las normales rurales y los maestros en el neoliberalismo

Los que ganan dinero con la privatización son los grandes capitales nacionales e internacionales (esto se confirma con lo recientemente expresado por Roberto Servitje[14], uno de los fundadores del Grupo Industrial Bimbo, resulta extraño, por decir lo menos, que un empresario dedicado a mal nutrir y volver obesos a los mexicanos declare en contra de la normal de Ayotzinapa) pues sólo a estos capitales depredadores les conviene tener masas sin educación y sin identidad nacional, es una concepción de la educación al servicio de las maquiladoras, las grandes transnacionales, y el narco, ya se habla de una categoría social nueva: los jóvenes narco lumpen. Así la educación dejó de ser un mecanismo para fomentar la participación social, la movilidad social y en el caso concreto de la normales rurales la organización con las comunidades aledañas, como es el caso de Ayotzinapa, la educación ya no sirve para construir la democracia y  la formación de la conciencia social, es en cambio un mecanismo para clasificar o seleccionar la fuerza laboral, reduciendo la educación en mercancía.

Estas medidas aplicadas desde el gobierno no se han dado sin resistencia por parte de los protagonistas, un corolario de estas inconformidades es la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación CNTE ante décadas de corrupción y cacicazgo sindical (1978). Muchos de sus líderes son graduados de normales rurales, otros son maestros sobrevivientes del 68 y del 71, etcétera.

Lo que se aprecia en la formación de los normalistas es que poseen una larga historia de liderazgo social, de salir de las aulas para participar en luchas comunitarias (ejemplos como los de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas,  egresados de la normal de Ayotzinapa, Othón Salazar, preso político y dirigente del Movimiento revolucionario del magisterio MRM, quien por cierto cursó el segundo grado también en Ayotzinapa). La represión a estos líderes es conocida, el asesinato de los dos dirigentes guerrilleros, el olvido y despojo de su plaza de maestro de Othón Salazar quien muere prácticamente en la miseria exigiendo siempre una pensión como maestro y la impune desaparición forzada y muerte, aún sin aclarar, de alrededor de 150 maestros, desde que se inicia el movimiento de la CNTE, entre ellos Misael Núñez egresado también de la normal rural de Tenería, estado de México.

El primero de enero de 1994 entra en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC). Los estragos a 21 años de la firma de este Tratado los estamos constatando actualmente, más de un millón de campesinos fueron desplazados, se acabó con los cultivos de milpa, se importa maíz a través de cadenas minoristas como Wal-Mart, se afectó gravemente el pequeño comercio, entre otras muy graves consecuencias.

El TLC fue el primer tratado internacional de libre comercio que define a la educación como un servicio mercantil, socavando y violando el artículo 3º de la Constitución.

Posteriormente durante el gobierno de Fox, se promueve que en las escuelas primarias se paguen “cuotas” que de hecho son colegiaturas, aplicando pruebas estandarizadas manejadas por una agencia privada de “examinaciones”, son exámenes racistas y clasistas que catalogan a los alumnos en ganadores y perdedores. No obstante lo más fuerte, lo que ha causado el mayor estrago, ha sido reducir notablemente el presupuesto para la educación, estrategia perversa de privatización aplicada sistemáticamente desde hace décadas, cada año las normales rurales deben negociar con la SEP y con los gobiernos estatales las convocatorias de nuevo ingreso y viven en una permanente penuria económica.

Al mismo tiempo el Estado subvenciona con fondos públicos a la educación privada. Cuando los jóvenes hacen su examen de admisión para entrar a estudiar en instituciones de educación media y superior, a los candidatos, sin autorización alguna, les envían sus datos a instituciones privadas, ofreciendo el “beneficio” de una media beca.

El acoso constante en contra de las normales rurales forma parte de las estrategias para desaparecer la educación pública comprometida con las mejores causas de este país.

Actualmente sobreviven 17 Normales Rurales:

  1. Quinto, Sonora.
  2. Saucillo, Chihuahua
  3. Aguilera, Durango
  4. San Marcos, Zacatecas
  5. Cañada Honda, Aguascalientes
  6. El Cedral, San Luis Potosí
  7. Atequiza, Jalisco
  8. Tiripetío, Michoacán
  9. Tenería, estado de México (Misael Núñez Acosta asesinado presuntamente por órdenes de Elba Esther Gordillo, es egresado de esta normal).
  10. Panotla, Tlaxcala
  11. Amilcingo, Morelos
  12. Teteles, Puebla
  13. Ayotzinapa, Guerrero
  14. Tamazulapa, Oaxaca
  15. Hecelchakún, Campeche

Más las dos mencionadas en proceso de cierre, Mactumatzá en Chiapas y El Mexe en Hidalgo.

 

Ayotzinapa cuna de la conciencia social

En contextos como el guerrerense, la atomización del poder implicó el fortalecimiento de la delincuencia organizada, heredera y continuadora de los caciques de siempre. Lo hemos dicho hasta el cansancio: en Guerrero, la línea entre la delincuencia organizada y amplias franjas de los gobiernos es indistinguible. No se sabe dónde comienza uno, donde termina el otro, quién infiltra a cual. [15]

Los sucesos de Iguala, Guerrero, en perjuicio de los normalistas de Ayotzinapa, han desatado una movilización e indignación nacional e internacional, a casi seis meses de la tragedia la demostración de ineptitud, colusión e inoperancia gubernamental ha ido en aumento. Ninguna autoridad ha sido capaz de dar una explicación sólida y creíble sobre las razones de esos asesinatos ni de las desapariciones forzadas, ni se ha emprendido ninguna acción verosímil para encontrar a los 43 normalistas que siguen desparecidos y procurar justicia para las víctimas y sus familiares. Al momento de escribir estos párrafos, están ya los resolutivos del Comité de Naciones Unidas contra las Desapariciones Forzadas CD-ONU organismo que puso en duda la “certeza jurídica” y la “verdad histórica” del procurador Jesús Murillo Karam. Explica el Comité que el caso “ilustra los serios desafíos que enfrenta el Estado (mexicano) en materia de prevención, investigación, y sanción de las desapariciones forzadas”, afirmando que la desaparición forzada es delito “generalizado” en gran parte del país y que sus perpetradores gozan en su inmensa mayoría de total impunidad. El señalamiento no es menor, dado que en el derecho internacional humanitario, como lo señala el Tribunal Penal Internacional (Roma, 1998), la desaparición forzada practicada de forma generalizada o sistemática incluso en tiempos de guerra es considerada un crimen contra la humanidad, continuado e imprescriptible, sin posibilidad de indulto o amnistía y debe ser investigado por el fuero común.[16]

La respuesta del gobierno mexicano se dio a través del titular de la Secretaria de Relaciones exteriores José Antonio Meade, quien calificó de “inexactitudes” las recomendaciones del Comité de la ONU, asimismo dicho Comité recomendó al gobierno mexicano la urgencia de llevar a cabo acciones para resolver dicho problema, entre ellas, crear una unidad especial de búsqueda y un registro único de víctimas a escala nacional. Interesante y necesario sería saber a partir de este registro de víctimas, a qué estratos de la sociedad pertenecen, el género y la edad. Recordemos que varios estudiosos (Víctor Toledo en 2006 y Gilberto López y Rivas en 2015) han señalado que el Estado mexicano ha implementado una política de juvenicidios en donde los agredidos son precisamente los jóvenes, de cualquier género, pobres e indígenas.[17] Asimismo para documentar esta política en contra de los jóvenes aplicada en Guerrero recomiendo leer el artículo de Mariana Mora Ayotzinapa, violencia y el sentido del agravio colectivo. [18]

El Comité de las Naciones Unidas contra las Desapariciones Forzadas, CED, también se refirió al caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y afirma: “…ilustra los serios desafíos que enfrenta el Estado en materia de prevención, investigación y sanción de las desapariciones forzadas y búsqueda de las personas desaparecidas”. [19]  A estas recomendaciones respondió, como ya se comentó, la Secretaria de Relaciones Exteriores, pero también la de Gobernación.  En su misiva refutan las observaciones del comité y aseguran que “éstas no reflejan adecuadamente la información presentada por nuestro país el 2 y 3 de febrero pasados en Ginebra Suiza”; en el comunicado se destaca que “las recomendaciones emitidas no reflejan adecuadamente la información presentada por México ni aportan elementos adicionales que refuercen las acciones y compromisos que se llevan a cabo para solventar los retos mencionados”. Es difícil reforzar acciones y compromisos inexistentes; este comunicado, al ser como siempre impreciso, genera mayores incertidumbres y preocupación sobre el cumplimiento o no de las recomendaciones y observaciones emitidas por el CED.

Al mismo tiempo se intenta evadir el escrutinio internacional en materia de derechos humanos. Pero sobre todo el gobierno mexicano demuestra falta de voluntad política para respetar los derechos humanos, pretende negar la realidad y la verdadera dimensión de la crisis en materia de derechos humanos y  la ausencia de una democracia verdaderamente representativa del pueblo. [20]

Dentro de los fines de un Estado neoliberal, uno de sus ejes principales ha sido destruir la educación pública, laica y gratuita. Gracias a la tenacidad del magisterio organizado esto no se ha logrado, sin embargo, las escuelas oficiales, sobre todo las de educación básica y media, agonizan entre el abandono y la destrucción; los planes de estudio han sido prácticamente desbaratados, relegando al olvido el aprendizaje de la historia nacional, el civismo, el español, entre otros importantes temas. Incluso se promueve de año en primero, segundo y tercero, a niños que aún no aprenden a leer. Se busca la eficacia a partir de dejar en el camino a los estudiantes más pobres, los que para la lógica del sistema político hegemónico son desechables. Por eso las normales rurales le estorban al gobierno, esta es la razón execrable de lo sucedido en Iguala, Guerrero.

El crimen de lesa humanidad de Iguala tiene su base en gobiernos que decidieron desde hace por lo menos tres décadas secuestrar el derecho constitucional, destruir la soberanía nacional, impulsar un proyecto de subordinación integral a los intereses corporativos y de seguridad transnacionales. Este proyecto ha resultado en un Estado atomizado, derrumbado, carcomido, sometido a la disputa de distintas fracciones de partidos, de los grupos policiales,  de las fuerzas armadas, todos en colusión con la criminalidad.

 

[1] Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH

[2] Paradójicamente. en los años 60 Guerrero ocupaba el segundo lugar en pobreza en el país. (COMVERDAD) y cincuenta y cinco años después, como ya se apuntó, lo sigue ocupando. Comprobamos que la política estatal es mantener pobres a los pobres, quienes constituyen un ejército de reserva de mano de obra barata y prescindible (ver al respecto el documental actual “Migrar o morir”, hecho por el Centro de Derechos Humanos y compararlo con el documental de los setentas de Eduardo Maldonado, titulado “Jornaleros”.  www.youtube.com/watch?v=WLI5eRZNkmw, 2009. Y https://books.google.com.mx/books?isbn=9703236057

[3] Garza Marcué. Rosa María. Sistemas Normativos, principios comunitarios para la autodefensa: San Luis Acatlán y Olinalá Guerrero. Revista en el Volcán. Numero 25, www.enelvolcan.com. Septiembre de 2013.

[4] Para fines de 2013, en 43 de los 81 municipios de Guerrero tiene presencia algún tipo de policía comunitaria o policía ciudadana. Informe CNDH, 2013 http//www.cndh.org.mx/sites/allfuentes/documentos/informes/especiales/2013_IE_grupos_autodefensa.pdf.

[5] Barrera, Abel. Guerrero: el epicentro de las resistencias. La jornada, 20 de julio de 2013. Página 17

[6] http://w.w.w.jornada.unam.mx/2014/10/14/politica/008nlpc. http://desinformemonos.org.PDF/InformeFinalCOMVERDAD.pdf

[7] Opinión también expresada por un integrante del MPG quien habla de una “segunda guerra sucia” relatada en el artículo de Mariana Mora, Ayotzinapa, violencia y el sentido del agravio colectivo: reflexiones para el trabajo antropológico. Boletín del Ciesas, no, 25 enero de 2015.

[8] Testimonio de Omar García sobre el enfrentamiento en el 27 de Iguala: www.youtube.com/watch?v=FhMEt8xorcc

[9] Guerrero, Javier. Moisés Sáenz, el precursor olvidado. ”.   Revista Nueva Antropología. Revista de Ciencias Sociales. No. 1 julio 1975. http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/indice.htm?r=nuant&n=1

[10] Padilla, Tanalís. Los inquietos. La Jornada, 18 de octubre de 2014, página 6

[11] Entrevista a Eduardo Galeano, confrontar el documental Granito de Arena.

[12] Los datos de este apartado fueron seleccionados del documental: Granito de Arena. Directora Jill Freidberg.  www.youtube.com/watch?v=Mu2E-iTARjo.

[13] Los síntomas agudos de este proceso se advirtieron desde 1992, cuando se modificaron contenidos en los libros de historia de México, para cuarto, quinto y sexto grados de educación primaria. Los académicos del INAH, agrupados en la Delegación Sindical D-II-IA-I y el Colegio Mexicano de Antropólogos realizamos un encuentro y posterior publicación sobre el tema.  Secuestro de la Memoria. Un debate sobre los libros de texto gratuito de historia de México. En esa publicación Antonio Machuca afirma: “Sabido es que para la conformación de identidades nacionales, el pasado se nos presenta como el basamento de los significados y valores del presente. Si se modifican las versiones de la historia nacional sin considerar los sustentos consensuales representados por la población…si se ignora que hay una dinámica de sanción la cual, a pesar de las decisiones unilaterales del gobierno, se desplaza siempre desde direcciones distintas de la sociedad cuando se afecta el fundamento de los más estables marcos referenciales especializados (como es el de la identidad nacional), no puede menos que desencadenarse una reacción generalizada en contra de dichos cambios”. Contraportada.

[14] El Universal.com.mx/NACIÓN. Usan a Ayotzinapa para desestabilizar: Roberto Servitje. 15 de enero de 2015. Este empresario de origen catalán, pertenece a una familia conservadora,  su hermano Lorenzo fundó el grupo A Favor de lo Mejor, intentando evitar un concierto de Madonna en 1993; se ha opuesto a la educación sexual en las escuelas, el aborto, las marchas gay y el uso del condón. Al mismo tiempo influye en las televisoras para evitar programas y contenidos “inconvenientes” para la formación de las familias mexicanas. Wikipedia.org/wiki/Lorenzo_Servitje.

[15] Barrera, Abel. Del 2 de octubre al 26 de septiembre. La jornada 3 de octubre del 2014, página 26

[16] Confrontar el artículo de Carlos Fazio en la Jornada. Murillo Karam y su viernes 13, 16 de febrero, pág. 21

[17] La violencia estructural contra los jóvenes ha sido examinada por el Tribunal Permanente de los Pueblos en su Audiencia Temática sobre la Destrucción de la Juventud. Capítulo México que se llevó a cabo del 8 al 10 de diciembre del 2014 en la Ciudad de México. . Jovenesemergencia.org/tag/tribunal-permanente-de-los-pueblos/tribunal Permanente de los Pueblos.DSC_0061

[18] Mora, Mariana. Óp.cit. pág. 9.

[19] Critica Meade recomendaciones del Comité de Naciones Unidas. Nota de Víctor Ballinas. La jornada, 17 de febrero de 2015, página 4.

[20] De acuerdo a Amnistía Internacional en México hay 7 mil denuncias por tortura y sólo 7 condenas a escala federal, diariamente mueren 6 mujeres por crímenes de violencia de género, que más de 22 mil personas estan desparecidas, y que México se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos para ejercer el periodismo. La jornada, nota de José Antonio Román. Falta Voluntad del gobierno considera AI. 17 de febrero, página 4.

El Basurero de Cocula, Guerrero: Una Reflexión

[1]   [2]

 

Introducción

Se escriben las siguientes líneas a manera de consideración sobre los supuestos hechos ocurridos en el basurero de Cocula, Guerrero. Derivadas de las mesas de reflexión y análisis dentro del Seminario Permanente de Estudios sobre Guerrero y regiones vecinas, con el tema “¡Vivos los Queremos!. Significado y consecuencias de la tragedia de Ayotzinapa, Guerrero”. Organizadas por la Coordinación Nacional de Antropología del Instituto Nacional de Antropología e Historia el 18 de febrero del presente año.

Estamos seguros de que la sociedad en general está consciente de que las declaraciones emitidas por las autoridades federales respecto del destino de los 43 estudiantes normalistas de la localidad de Ayotzinapa, Guerrero, son simplemente inadmisibles e inverosímiles. Por lo que en estas breves líneas queremos brindar una modesta opinión sustentada en el conocimiento científico. En este sentido, la única intención es impedir que la falta de información justifique una deficiente investigación en torno a los hechos ocurridos en el basurero municipal de Cocula, Guerrero, en donde supuestamente fueron incinerados 43 jóvenes normalistas. Consideramos que callar, también nos convierte en cómplices de un hecho que carece de todo sustento científico y académico. Nuestro compromiso como estudiosos de las ciencias sociales es que ese conocimiento adquirido en las aulas y en la vida profesional, sea puesto al servicio de la sociedad.

 

Tafonomía forense

La combustión de tejidos humanos ocupa un especial interés en el trabajo de la antropología física. A menudo este fenómeno se encuentra relacionado con eventos en el ámbito arqueológico o forense. Las complejas transformaciones que sufren los tejidos expuestos térmicamente pueden ser explicadas desde una perspectiva tafonómica.

Epistemológicamente la tafonomía reconoce como sujetos de estudio a los tafones, definidos como: “…aquellas partes de los organismos que, después de la muerte de éstos, permanecen de algún modo, con cierta individualidad, hasta quedar enterradas, por procesos naturales, de sedimentación. Son los llamados tafones, o bien <<entidades conservadas>>…” (Fernández, 1989 cfr. Aguirre, 1997). Mientras que el objeto de estudio son todos aquellos agentes, procesos y circunstancias que inciden en los tafones, y que dejan huella en ellos (Aguirre, 1997: 42).

El uso de la tafonomía en contextos forenses puede definirse como la aplicación de los modelos, aproximaciones y análisis de la tafonomía a contextos forenses, que den cuenta del tiempo transcurrido desde la muerte, de la reconstrucción de los eventos antes y después de la deposición de los restos en el subsuelo o en superficie y de la discriminación de las huellas producidas por la acción humana, de aquellas producto de la naturaleza, de los subsistemas físicos, químicos y geológicos (Hagluond y Sorg, 1997:3).

La acción del fuego sobre un cuerpo humano, o de otra especie, se conoce como exposición térmica directa, y se define como todas aquellas alteraciones tafonómicas resultantes de la exposición al calor del fuego por radiación y convección, es decir el fuego en contacto directo con los tejidos (Pijoan y Lizárraga, 2004).

 

Entrando en materia

En primer lugar, debemos entender que el fuego es una reacción química, que se caracteriza por desprender una gran cantidad de calor, es decir es una reacción “exotérmica” (Fairgrieve, 2008; Matthew, 2008; Dehaan, 2008; Daédid, 2004). En una combustión se desprenden vapores a altas temperaturas, los cuales, dependiendo del tamaño del fuego (en términos de calor), tienden a provocar que otros materiales con alta inercia térmica puedan alcanzar su punto de ignición aunque las flamas del fuego no los toquen (NFPA_921 2004). En ese sentido, con base en las fotografías que diversos diarios y revistas de circulación nacional han publicado, preguntamos: ¿Por qué ningún material del basurero de Cocula tiene signos de haberse incendiado?, ¿Acaso los peritos nacionales y extranjeros recolectaron todos los indicios?, los cuales por cierto debieron de haber sido en gran número.

Considerando que en el lugar donde se “cremaron” los cuerpos está muy próximo a un basurero, y que la materia orgánica en descomposición de este tipo de tiraderos produce diversos gases (entre ellos el metano, el cual es altamente inflamable), parece ilógico pensar que un fuego de tales dimensiones, suficiente para consumir 43 cuerpos humanos, no se expandiera a este foco de desperdicios.

Aunque los materiales tanto en el basurero como en la vegetación, no hubieran alcanzado su punto de ignición, existiría una huella en ellos ocasionada por la columna de humo que se desprendió de las flamas, cosa que no se aprecia en las fotografías, máxime cuando se menciona en los testimoniales de los detenidos que se utilizaron llantas para el acto crematorio.

En una entrevista radiofónica, el ex Procurador mencionó que los cálculos que hacen los peritos de la temperatura del fuego fueron de 1600°C. Esta temperatura es muy difícil de alcanzar en medios no controlados, es decir, en espacios abiertos (ya que en estos espacios el calor se disipa y además existe una variación en la cantidad de oxígeno y calor), y con combustibles de bajo rendimiento térmico, como es el caso de la utilización de llantas neumáticas (las cuales están diseñadas con propiedades aislantes, para no ser buenas conductoras del calor), madera y plásticos. En otras palabras, es muy poco probable que en las condiciones planteadas en el basurero de la localidad de Cocula, pudiera ocurrir un fuego de esas características.

Otro factor que no corresponde con la información presentada, y que reitera la muy baja probabilidad de que el fuego hubiese alcanzado esas temperaturas, son los fragmentos óseos que se muestran en las imágenes, los cuales tampoco corresponden con los relatos. Para explicarlo mejor, son los cambios que ocurren en los huesos humanos ante la exposición térmica directa, los cuales están dados en función de las siguientes cinco condiciones: 1) El calor del fuego, 2) El tiempo de exposición del cuerpo al fuego, 3) La posición del cuerpo con respeto al fuego (Fairgrieve, 2008; Maine, 1997; Glassman y Crow, 1996; Bonhert et al., 1998; Pope, 2007; Pope et al., 2004) , 4). Las características biológicas de los individuos: (edad, sexo, estatura, masa muscular, y/o cantidad de grasa en el cuerpo) (Pope, 2007; Dehaan, 1997; Dehan et al., 1999; Dehaan y Nurkbakhsh, 2001) y 5). Parte del cuerpo que se evalúe a través de la calcinación diferencial (es decir, no se consume de la misma manera un brazo, que una pierna, la cabeza, las manos o los pies), (Pope, 2007). En este sentido, considerando la temperatura mencionada “1600°C”, el tiempo de exposición al fuego y las características físicas de los jóvenes, los huesos debieron presentar diversos patrones de fracturación, así como “torsiones” en el eje longitudinal de los mismos, por la acción de músculos, tendones y ligamentos, cuestión que difiere con lo presentado a los medios de comunicación.

Dicha fracturación ocurre no sólo por una acción intencional, sino porque en el hueso ocurre un fenómeno de recristalización del componente inorgánico del hueso (McKinley, 2000; McKinley, 2008; Stheiner y Kuhn, 1995; Thompson, 2003, 2005; Piga et al., 2012). Además, hubieran presentado coloraciones grisáceas claras y no negruzcas. Esto último porque la coloración negra es indicativo de la presencia de materia orgánica en el hueso, y bastan en promedio 300°C para consumirla (Shipmann et al., 1984).

La grasa humana es uno de los combustibles fundamentales en las cremaciones de este tipo. En este sentido, una persona con mucha grasa corporal se consume más rápidamente que una con mayor cantidad de masa magra (Dehaan, 1997; Dehan et al., 1999; Dehaan y Nurkbakhsh, 2001; Koljonen y Kluger, 2012). Asimismo, los lípidos de origen animal tienen la propiedad de desprender grandes cantidades de hollín ante la combustión (Dehaan, et al., 2004), lo que necesariamente hubiese dejado huella en los materiales cercanos a la columna de humo que se debió generar en el citado basurero. Además, los jóvenes varones no poseen grandes cantidades de tejido adiposo, lo que hubiera dificultado el proceso de cremación.

Finalmente, el tiempo de enfriamiento de los huesos, y considerando el método indirecto de supresión de calor que supuestamente se utilizó (echarles tierra), y el “dejarlos enfriar” (método directo de supresión de calor), (Curtin, 2011), excede por mucho las dos o tres horas que se señalan en los testimoniales de los detenidos. Probablemente arrojarles agua hubiera funcionado mejor, para el tiempo que dicen tomó poder manipular los restos óseos.

Todo lo anterior puede estar sujeto a valoración, ya que no se cuenta con toda la información primaria necesaria para emitir una evaluación crítica más objetiva. Sin embargo, lo que sí se puede decir, con toda certeza, sin temor a equivocarnos, es que la recuperación, y en específico el embalaje (entiéndase, la forma de “empacar” los restos óseos), fue completamente inadecuada, por no decir irresponsable y negligente. Para ello se utilizó papel aluminio, cuando en muchas publicaciones: Fairgrieve, 2008; Mayne, 1997; Thompson, 2003; Pope, 2007; Schmidt, 2008; Talavera, 2012, Watherhouse, 2009, por mencionar algunas, coinciden que esta forma de embalar restos óseos es totalmente inadecuada, debido a que éste deteriora la apariencia superficial del hueso, dificultando el proceso de análisis y el poder determinar si existió algún tipo de lesión, tanto tafonómica como patológica. Asimismo, el papel aluminio retiene la humedad, lo que coadyuva a la proliferación de microorganismos (hongos), lo cual puede contaminar e impedir por completo la obtención de ADN viable para su análisis. En realidad la forma de embalar los restos, debe ser en cajas plásticas o de polipropileno (de preferencia individuales), utilizando papel absorbente libre de ácidos para evitar la contaminación de las muestras.

Por los videos mostrados en diversos noticiarios parece que los peritos que intervinieron sólo fueron a “pepenar huesos” y no observaron, ni registraron con el cuidado metodológico que un contexto forense primario merece. Este último comentario también está sujeto a controversia, porque tampoco se estuvo presente durante el proceso de excavación, registro y recuperación de los restos óseos cremados.

 

Una reflexión

Finalmente, nos solidarizamos como seres humanos con la indignación, la tristeza, la rabia y la lucha que prevalece en los padres, amigos y compañeros de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, y con todos los mexicanos conscientes de este abominable hecho, así como de otros acontecidos en el territorio nacional, además de asumir el papel histórico que nos toca jugar como académicos de las ciencias forenses ante estos lamentables e imperdonables acontecimientos.

Sinceramente, se escribieron estas líneas esperando contribuir un poco en los reclamos de justicia para la presentación con vida de los 43 normalistas, así como para que la sociedad de todo México esté más cerca de la verdad que tanta falta le hace a nuestro país. No encontramos palabras, y no tenemos más medios para colaborar, sólo los conocimientos que adquirimos en nuestra formación académica, precisamente para poder defender a aquellos que no tienen voz: Nuestros Muertos y Nuestros Desaparecidos de cada día.

 

Bibliogragfía

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[1] Equipo de Bioarqueología Dirección de Antropología Física, INAH

[2] Equipo de Bioarqueología Dirección de Antropología Física, INAH

La noche que enlutó las sendas

I

 

En esta hora

en que la muerte acecha

y arrastra su vestido nupcial

por los rincones de las vías

hagamos caminar al corazón

en las puntillas

haciendo el menor ruido,

sobre la gruesa loza del silencio.

 

En las penumbras de este instante,

la parca barre el polvo

de los senderos de los días,

con la extensión de su vestido,

que resuena y se atora

entre las piedras,

(las aristas de todos los temores),

que ruedan por el cauce solitario

de todas las veredas.

 

Ese ruido se ovilla

cual lúgubre quejido

de aves nocturnas

y perros espantados

en mitad de la noche,

entre los laberintos del oído.

 

 

II

 

La orden venía

desde el cenit de las alturas

y la dejaron caer

como guadaña

en medio del trigal.

 

Soltaron los chacales

 

Ebrios de impunidad

sicarios y policías

cortaron de tajo

los renuevos más tiernos de la patria:

seis fueron los muertos

en el primer ataque.

 

Cuando el pequeño sapo sátrapa

oye el número de víctimas,

ordena enfurecido:

“levántenlos a todos

y no dejen testigos”.

Y sin ningún remordimiento

se sienta a merendar con su familia.

Esa noche

de los fusiles cortos,

los desclasados

policías y sicarios,

como hienas y chacales

se cebaron con la sangre adolescente.

 

Y se llevaron secuestrados

a cuarenta y tres muchachos,

sin dejar una señas de su existencia.

 

Y las tres sanguijuelas

de las tres esquinas oscuras del poder,

fueron a descansar

después de tan agotador trabajo.

 

 

 

III

 

Todos se preparaban para ser docentes.

 

Para llevar la luz del verbo

y encender los luceros

en los eriales olvidados

del infantil pensamiento.

 

Y tan sólo en unos cuantos minutos los

                                                                       [troncharon.

 

Les echaron encima a los chacales.

 

Eran hijos del pueblo

y barro de su barro.

Y su lamento,

hace crujir la tierra

cuando por alguna causa se fisura.

 

El pueblo

no se desgarra sus prendas

antes los reflectores

para hacer creer que sufre,

ni se pone gotas de agua

en las pupilas para convencer.

Su llanto anega los caminos

y el gemido de su duelo,

es un doble de campanas

que con el eco de su voz

se va tocando las puertas

con los nudillos de cristal del viento.

 

Mienten desde el Palacio Nacional,

desde la casa amurallada de gobierno.

 

Mienten sus corifeos de la prensa:

ellos están felices

porque sus órdenes se cumplen.

 

 

 

IV

 

Noche de fines de septiembre.

En el marco de tus dinteles

se destacaron

con toda nitidez

los rostros que tiene cada patria:

la faz de la brutalidad,

del horror de la lepra,

de la más primitiva

de todas las barbaries

es la cara inconfundible del poder.

Y frente a esta visión de espanto

surge el contraste,

el semblante sonriente y franco

el regazo de luz

de la inocencia

llevando siempre abiertas

sus manos solidarias

del pueblo que estudia y trabaja.

 

Y por eso soltaron los chacales.

 

 

 

V

 

En estos días

en los que los dioses,

taparon sus oídos

y con toda alevosía

se vendaron los ojos,

cayeron por completo

en la ebriedad

y en el aburrimiento

y se marcharon a tirar su tedio

en el confín del infinito.

 

Nos dejaron a solas con la parca.

 

Solos y bajo sitio.

Metidos en las garras

oscuras de la muerte

que sin tardanza

aprieta el puño

para exprimirnos hasta el alma.

 

 

 

VI

 

Un faro frío

se encuentra anclado

entre los farallones

viajeros del empíreo.

 

¿Qué chispa hará que se ilumine?

 

Solo la lumbre solidaria

que habita bajo el párpado

del ser humano

puede hacer el milagro.

 

Sólo la brizna

del fulgor universal que nos habita

puede prender la lámpara.

 

Sólo mil veces mil

pupilas que se abran

pueden hacer que la luciérnaga

que vaga por el cosmos

alumbre solidaria los caminos.

 

En esta hora

de aturdimiento y miedo,

en la que los segundos y minutos

caminan en doble fila

hacia las fosas clandestinas,

(que la bestialidad del poder

ha cavado impune

Por todos los rumbos de mi patria),

levantan la bandera

de la dignidad más pura,

los jóvenes que estudian:

politécnicos, universitarios,

normalistas de todo el territorio.

 

Normal Rural de Ayotzinapa

cuánto llanto y dolor en tus contornos.

 

Cuánta sangre regada de tus hijos.

 

Y sin embargo,

la esencia de tu forja no se rompe

ni se rinde o se dobla.

Y esa es la yesca

que pretenderá la lámpara del cosmos.

 

 

Lorenzo Esteban

12 de octubre de 2014

 

 

Publicado en el libro "Manantial de Cocuyos"

© 2014, Esteban Juan Palacios Lorenzo

No. de Registro: 03-2014-091812285300-14

1a edición, noviembre 2014

Impreso en México, D. F.

 

La fuerza de las culturas de resistencia ¿Cómo es que surgió la gran ola de Ayotzinapa?

[1]

 

Asunto para pensar: cuando se mostraba victoriosa la blitzkrieg política del Ejecutivo y el Congreso federal que le impuso las reformas estructurales a un país sorprendido y con las oposiciones políticas doblegadas, irrumpió un  corto circuito emocional donde cientos de miles tomaron las calles para decir - en un espacio público copado por la fiesta de las reformas estructurales-   que lo que necesitaban  era otra cosa, antigua y moderna a la vez, pero inexistente en la vida cotidiana. Sólo  justicia, simbolizada en la presentación con vida de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa desaparecidos en la noche del 26 y la madrugada del 27 de noviembre del 2014. ¿Cómo fue posible que en un país con la política expropiada a favor de unos cuantos, vuelta saberes especializados y  altas  tecnologías para orientar opiniones y gobernar las emociones,  surgiera un tsunami de energía popular y ciudadana en sentido inverso?

Explorar esa enorme marejada es un asunto de interés público. Revela recursos y capacidades no expropiables, inherentes a la condición antropológica del hombre, a recursos sociales creados en los ciclos de movilización y a condiciones culturales y tecnológicas contemporáneas a la mano de muchos. Por ello, ese despliegue de energía social que rehace el espacio público, es capaz de hacer erupción en una política nacional copada por los poderes e impactar  en las agendas públicas que controlan; puede ocurrir aunque la cultura política y las instituciones de la democracia (partidos, congresos, medios masivos) vivan una fase de intenso conservadurismo y de alejamiento en relación a los problemas y sentires de la sociedad.

Sugiero que el paso de un evento local en los márgenes de la ciudad de Iguala hacia escenarios regionales, nacionales y globales, pudo ocurrir por la convergencia  de potencias antropológicas y sociales  de hombres y colectivos comunes, donde se juegan al menos cuatro dimensiones: a) los núcleos duros de culturas y el empalme de capas de experiencias formadas en un ciclo largo de luchas, b) la fuerza comunicativa del agravio en una sociedad herida, c) los lenguajes y esferas de resonancia comunicativa como la religión, el arte, la imagen y sus altas tecnologías comunicativas, y finalmente, d) la creación de un “nosotros” y un “ellos”, escindido por el relato de lo ocurrido y por sus consecuencias de responsabilidad jurídica y política, donde se abre paso el gran reclamo popular por la justicia.

 

  1. De noche sin luna hacia días globales

Cuando Javier Sicilia tronó su rabia por la muerte de su hijo en el año del 2011,  e inició sus marchas para romper el silencio y mostrar  rostros y circunstancias de los muertos y desaparecidos por la guerra contra el narco, hizo visible, tras muchos kilómetros de protestas ambulantes,  tres cosas. Primero el alud humano afectado y oculto (27 000 y sigue la cuenta); luego, la geografía extendida por el país  de la violencia entre policías, ejércitos, narcos y civiles inocentes y,  finalmente, las argucias del poder, que “resuelven” en escenografías vistosas de alto rendimiento político y leyes sin dientes y sin presupuestos.

En la noche oscura del 26 de septiembre del 2014 y la madrugada del 27, las calles de Iguala se hicieron campo de batalla, primero a las 21:40 y luego entre las 22:00 y las 23:00 horas.  Reconstruir lo que ocurrió fue materia de disputa entre afectados y autoridades desde su inicio hasta la fecha. Pero  ese día 27 y en los dos días siguientes inició una respuesta social pocas veces vista.

A diferencia de las muchas muertes solitarias y en zonas sociales fragmentadas, la noche de Iguala afectó a dos colectivos, uno, de futbolistas que para su desgracia atravesaron la línea de fuego y dejaron muertos y heridos, y el otro, el perseguido desde el centro de la ciudad hacia sus periferias por agentes de la ley que hasta ahora siguen imprecisos (¿sólo policías municipales, también la PFP que estaba presente, y el batallón 27 del Ejército con un negro historial a cuestas?): los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa en búsqueda de cooperaciones para sus prácticas educativas y para costear el viaje ritual a la ciudad de México a la marcha del 2 de octubre. Con sospechas de desapariciones y muertes pero con rastros de sangre y de casquillos de balas en las calles vacías, los estudiantes normalistas tomaron de inmediato varias acciones para que esos ataques fuesen investigados.  Empezaba a  erguirse su  cultura social de  resistencia.

Desde la madrugada, los estudiantes entran en contacto con otro colectivo en resistencia, los maestros asolados por una reforma laboral disfrazada de reforma educativa que lastima su permanencia en el trabajo, la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), parte de la  Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)  en lucha abierta contra las reformas. Ambos colectivos, en largo desencuentro con el Gobernador Aguirre y las autoridades federales. Gracias a las desgracias conocen los modos para entrar en contacto con periodistas y defensores de derechos humanos, una red de contactos para que las violencias del poder no queden impunes. Las primeras denuncias sobre la violencia oficial, los primeros reclamos contra la autoridad del Estado y del municipio, provienen de estos dos núcleos de grupos organizados que en intensas jornadas estallan en manifestaciones ya en Chilpancingo, la capital política del Estado. Quinquenios de acoso rompen como olas encrespadas en el palacio de gobierno del Estado y en el Congreso. Una efigie de Morelos miraba  impávida arder un área del Congreso  mientras la pugna adquiría visibilidad nacional.

Los estudiantes y maestros son de los segmentos más organizados de la sociedad, como ocurre con los electricistas y muy diversos pueblos indígenas, que combinan recursos y frentes de lucha, en ocasiones pacíficos, pero que en ocasiones confrontan la violencia del Estado. A la vez, no dejan escapar recursos legales, civiles y de opinión pública pues las formas de lucha, más que una identidad fija, están dictadas por las coyunturas y las acciones y reacciones de gobiernos que no dudan en echar mano de sus fuerzas represivas. A lo largo de cuatro meses trepidantes (octubre – enero) estos segmentos organizados por años serán las redes y la estructura que acompañará a las movilizaciones por los desaparecidos en diversas ciudades y estados. Al calor de esa pugna la CETEG y la CNTE harán visible la ofensiva del Estado para rehacer la educación en clave empresarial y según el modelo norteamericano de las evaluaciones.

 

  1. Un ciclo de luchas a escala global:

A partir de la crisis financiera del 2008 muy diversas partes del mundo empezaron a registrar luchas sociales intensas, que no bien parecían acabar en un lugar cuando resurgían en otro. El norte de África, la Europa mediterránea, su norte gélido como Inglaterra, la primavera árabe, una América del Sur que viraba hacia la izquierda, no sólo como movilizaciones sino como gobiernos alternativos. A su modo y a sus ritmos, pero México también se incorporó a ese ciclo contestatario: el movimiento de las víctimas de la guerra contra el narco, las marchas de las madres de los migrantes centroamericanos, el estallido juvenil del #Yo soy 132, el movimiento del Politécnico contra el modelo neoliberal educativo en educación superior, entre muchos otros.

Hay en ellos una paradoja: son a la vez reactivos pero también abren nuevas opciones. Estos movimientos se encuentran inmersos en la crisis y posterior ofensiva financiera para disciplinar a países y continentes en torno a la deuda y la austeridad que fractura la “democratización del consumo” vivido sobre todo en Europa, pero también responden a la avanzada desintegración de los vínculos sociales y a la fragmentación y ausencia del Estado en ámbitos diversos. Son reactivos, pero a la vez renuevan las capacidades sociales para generar nuevos vínculos, identidades, redes y estructuras, horizontes de expectativas que no sólo resisten sino que abren el campo de lo posible en el mundo neoliberal. En México se fueron formando ánimos rebeldes y nodos capaces de generar redes en muy diversos ámbitos: uno estratégico es el de los estudiantes, otro, las organizaciones gremiales y los pueblos originarios y, de manera especial,  las organizaciones de derechos humanos  y, finalmente, los jóvenes contestatarios y el uso de los recursos tecnológicos (desde twitter hasta Internet) y de agitación mediante las imágenes que transmiten en tiempo real los contagios emocionales. Su convergencia o empalme puede crear puentes en ocasiones donde oscuras causas locales transitan hacia los reflectores del escenario nacional y global.

De octubre a enero, en cuatro meses turbulentos, los nodos duros de los estudiantes  y el magisterio crearon puentes y se encontraron con energías ya dispuestas por movilizaciones recientes en las ciudades más importantes del país. Se encontraron y amplificaron vibraciones emocionales de malestar, resistencia, deseos de cambio que envolvieron al norte, el centro y al sur del país y resonaron a escala global. Nacían los días y las jornadas de lucha globales.

Las jornadas por Ayotzinapa coincidieron con una pugna entre los grupos de poder donde se retroalimentó el interés de instancias, gobiernos y poderes mediáticos internacionales  por el país. Ya sufriendo del tropezón por Iguala, el gobierno federal y el presidente recibieron una andanada por importantes medios de información norteamericanos señalando el problema de la alta corrupción gubernamental, la opacidad de sus acuerdos con inversionistas y el grupo de “operadores” financieros de los negocios del grupo en el poder. Luego su principal aliado, el gobierno de Obama, revaloró el dólar y aumentó las tasas de interés en su país, a la vez que caía el precio del petróleo. Iniciaba así una crisis y la obligada austeridad cuando aún estaba la fiesta por un progreso a la vuelta de la esquina. Hasta ahora el saldo de esos juegos de poder es una mayor subordinación del gobierno mexicano, expresado en su ortodoxia para contraer la economía y los gastos del Estado, y en la exclusión de China como gran inversor en la nueva prosperidad imaginada.

 

  1. El protagonismo del parentesco

El 28 de septiembre llegaban a Iguala los camiones que transportaban a los familiares de los muchachos desaparecidos. Eran hombres y mujeres que hasta entonces sólo se ocupaban en su mayoría de afrontar la dura vida privada. No se conocían  entre ellos e  iniciaban sin saberlo una  ruta de transformaciones internas. Primero al visitar el Semefo de Iguala donde no encontraron   a sus hijos, luego las primeras búsquedas por las calles donde estallaron las balaceras, y los recorridos en la periferias de Iguala tras entierros clandestinos. En ese obligado “estar juntos” empezaron los destellos de intercambios sobre dudas, incertidumbres y esperanzas. La fidelidad al lazo del parentesco, las creencias religiosas en la justicia y la esperanza, las ideas aprendidas sobre sus derechos. Pero también la necesidad de apoyo y ayuda de las autoridades, los desencuentros ante falsas versiones o intentos de intimidación o  cohecho, sentir la solidaridad de muchos, pasar de la culpa privada a cuestionar el sistema de justicia.  En el camino incierto  de la búsqueda de sus hijos esos desconocidos se constituyeron bajo condiciones extremas y en tiempos relampagueantes  en un colectivo con una cultura de resistencia. Les ocurrió un tránsito esencial: pasar de la expectativa de encontrar una respuesta justa de las autoridades, a su distancia hasta llegar al rechazo ante las evidencias de incongruencias y luego el paso a las amenazas y a los intentos de cohecho.

Y a la vez la inmersión hasta entonces obligada en sus vidas privadas emergió hacia la vida pública. Ayudaba y mucho el trato esencial con los abogados de Tlalchinollan de la Montaña de Guerrero y su gran experiencia en la defensa de los derechos humanos, los actos públicos donde empiezan a tomar la palabra, sus reuniones internas para ponerse de acuerdo en los pasos a seguir, las entrevistas con funcionarios de todos los calibres y los intercambios crecientes con periodistas y reporteros televisivos. Un grupo hasta entonces anónimo y de las escalas más bajas de la jerarquía social, dan otro paso esencial en su transformación subjetiva: cuestionar los actos y respuestas de las autoridades y pasar a buscar su propia cura, con la ayuda solidaria de grupos y personas solidarias.

Surgió entonces un actor impensado de esa puesta en escena trágica: los padres de familia que se cohesionan como un colectivo que no se dejan vencer ante la adversidad. En colaboración con las redes y estructuras más experimentadas de maestros, estudiantes y defensores de derechos, se fueron convirtiendo en el eje que le otorga continuidad hasta la fecha al reclamo. Presionados desde muchos frentes y coyunturas cambiantes, lo mismo aparecieron encabezando los auges de la movilización en Guerrero y en la ciudad de México, que remontando sus reflujos mediante la agitación de su mensaje en universidades, plazas, iglesias, en ciudades y pueblos del país, o en sus largas jornadas por Europa y Estados Unidos.  Pero además transitaron de la figura obligada de las victimas afligidas ante la violencia de narcos y fuerzas públicas, la comunidad de los dolientes, hacia el cuestionamiento ciudadano, autónomo,  al Estado, a las fuerzas públicas, a las cadenas corruptas del sistema de justicia.

Cuando la hegemonía del poder se ejerce masivamente  como regulación de las emociones, una de ellas, surgida en el contexto del miedo pero de signo inverso, le provoca un cortocircuito de gran alcance. Las marchas por las víctimas de las guerras en el 2011 ya habían revelado esa atmósfera de malestar por el agravio a personas y familias en muchas partes de la República. Los padres de familia de los estudiantes normalistas hicieron del vínculo de parentesco herido su fuerza y brújula, la clave para irradiar hacia muchos otros espacios y colectivos esa vibración emocional que encontró un terreno fértil en el malestar social extendido. Era un foco de interpelación y de convocatoria más allá de toda pugna gremial y política, y que toca una fibra intensa de las culturas vigentes en nuestro país, la fibra del parentesco. Al irse encontrando con otras cargas emocionales y en las diversas confrontaciones públicas, esa vibración doméstica y familiar se politiza, es decir, muchos viven el paso de la pasividad a la actividad, del conformismo a la crítica, de la obediencia a la desobediencia, y con ello se  abren  rutas de autoconciencia, de culturas para resistir y abrir horizontes, de críticas contra el orden brutal de las cosas. La cúspide de esta politización provocada “desde abajo” es el momento en que la escena nacional se escinde en un “nosotros” y en un “ellos”, y que va prosperando en el mes de octubre y revienta en noviembre y diciembre, donde la punga por el relato y los recursos sucios para desprestigiar a un movimiento ascendente, polarizan a la opinión pública a escala mundial y global. No hay, sin embargo, una sintonía y retroalimentación en esa escala, donde se rasga la hegemonía dominante, con los partidos y organizaciones de la izquierda política que capitalizaran esa escisión en el plano estricto de la política.

 

  1. Desapariciones que se convierten en un Acontecimiento

La perspectiva adecuada para valorar las luchas por Ayotzinapa es la del contraste entre una política en manos de los poderes y el surgimiento de un torrente social que se abre paso con sus propios medios hacia la escena pública. Es un proceso donde se ponen en movimiento capacidades humanas preexistentes y que se van formando al calor de los acontecimientos. Una convergencia y retroalimentación que hacen crecer una causa de su ubicación específica hacia el espacio público nacional y global. Las grandes movilizaciones y los efectos mediáticos y de conciencia que arrojan van construyendo un Acontecimiento, una fractura de la vida cotidiana que se alimenta y provoca cambios en la mentalidad y la conducta de muchos. En ese proceso de construcción se revelan de particular importancia tanto la sobreposición como las alimentaciones entre muy diversas redes, la naturaleza del agravio y su fuerza comunicativa donde le ayudan las atmósferas de creencias compartidas y sus códigos específicos de comunicación.  Tres dimensiones en fuerte interacción.

Una es el de las potencialidades de los núcleos formados en la desobediencia, en ocasiones fragmentados y rutinarios para sobrevivir, pero que convergen al ocurrir algún evento que quebranta los valores elementales de la convivencia, en atmósferas de irritación ciudadana, y donde colaborar a crear un Acontecimiento. Es el caso de los normalistas, de los maestros, de los núcleos estudiantiles, de los organismos de derechos humanos, de las redes de periodistas comprometidos  y de jóvenes insurrectos con instrumentos de alta tecnología. La interconexión afortunada de estas redes hace que la emoción transgresora que exige la aparición de los estudiantes desaparecidos se masifique e irrumpa como un Acontecimiento, una erupción, que pone en movimiento a muchos ciudadanos que no tienen nada que ver con los núcleos de la resistencia y que inician su propia conversión.  La muestra más clara de que esas capacidades residen en una condición antropológica, es la rápida transformación de los Padres de Familia en el eje motivador y orientador de las luchas, siempre en retroalimentación con las capas superpuestas de las diversas redes.

La segunda dimensión tiene que ver con la potencia comunicativa de su agravio, la herida en el parentesco, que se revela en sus modos y ritmos como una energía que contagia y convoca a través de la sencillez y el poder de su mensaje: son los padres en búsqueda de los hijos en peligro, el antiguo relato de mitos y tragedias, de novelas y dramas históricos, que vuelve a la escena moderna y que en los primeros días de octubre pone en vilo a un país. A través de esa potencia comunicativa se vuelve a formar un nosotros que se distingue de “ellos”, una mezcla indiferenciada con uniformes policiacos, de parafernalia narco y de trajes oficiales y empresariales. Es de tal dimensión esa potencia comunicativa que se extiende construyendo a la vez otro relato de los acontecimientos en rechazo al relato oficial de las cosas. Desteje sus costuras apresuradas para mostrar no solo incongruencias sino actos que van en otra lógica, en lógica de Estado autoritario que encubre contra todos las evidencias de la presencia de la fuerza federal en los hechos. El caso de la Policía Federal Preventiva y del 27 Batallón del Ejército.

La tercera dimensión es una atmósfera histórica y actual, esferas vibratorias que reciben y envuelven a muchos, en códigos conocidos e innovaciones estéticas,  en ocasiones sagradas y en otras seculares. Desde las primeras demostraciones aparecieron las velas y los rezos de las mujeres en Iguala, y también el reclamo ciudadano a las autoridades de la República. El mensaje acusador con letras de fuego, veladoras alineadas, en la plancha negra del Zócalo y  que dijo: Fue el Estado. Las fiestas de muertos con sus marchas encabezadas por señoras disfrazadas de Muerte. Los contingentes de curas, monjas y novicias y el apoyo intenso de las redes de católicos militantes. Si en Mesoamérica se imploraba con los pies, en procesiones por lugares sagrados, ahora se aprende a desobedecer andando. Pero el viaje comunicativo también fue reelaborado a través del arte y las puestas en escena, en collages vivientes y en apropiaciones de dibujantes, pintores, poetas, irrupciones en estadios y cines. El mundo de la diversión y el espectáculo que desplaza, minimiza y encubre, ahora se convertía por momentos y con artistas especiales, en otra poderosa caja de resonancia.

 

  1. La reconquista de un liberalismo popular

Había comentado sobre una cuarta dimensión donde el Acontecimiento se convierte en disputa política a escala de la hegemonía. Esa  cuarta dimensión tiene que ver con esa escisión que se va abriendo paso a lo largo de octubre de ese año del 2014. Irrumpe  el 28 de ese mes en un evento oficial en los Pinos diseñado como acto de antropofagia política, (tal y como ocurrió entre Calderón y Sicilia en el 2012) para “devorar” el reclamo y  metabolizarlo a favor del Presidente. Pero se encontraron con unos Padres de Familia que consideraron “insuficientes” las investigaciones de la PGR y frenaron el intento de criminalizar a las normales rurales.  Fue un vomitivo. De entonces a los meses siguientes lo que se empezó a abrir fue una línea divisoria, un polo de configuración de un “nosotros” que se deslindaba de los otros, un “ellos”, el inicio de una rasgadura seria a la hegemonía, el inicio de la irrupción de fuerzas que reorganizan la escena nacional. Su punto de deslinde no fue de menor tamaño, mostraba la agenda pública que “viene de abajo” no sólo como resistencia sino como otro horizonte para el futuro, deseos - ideas para otro país, donde la vida cotidiana se rija por la Justicia en su dimensión pluricultural, como ley y costumbre, como poder judicial y valores de lo justo. No el modelo norteamericano que se quiere  imponer de los “juicios orales” sino la voz popular que reclama la  cura a los agravios en las ciudades, en el campo, en el trabajo, al cuerpo, a la libertad, a la vida.

En esta escisión se abre paso una continuidad histórica en constante transformación, el sentimiento de que el agravio afecta a los derechos de las personas y que exige la responsabilidad de un Estado ausente en esa esfera. Una vivencia y una lectura por los de abajo de los imaginarios propios del liberalismo mexicano. Una apropiación popular del liberalismo ahora radicalizado en sus contenidos individualistas y de garantías al gran dinero.

Desde la transformación de la antigua colonia de la Monarquía en República surgió en paralelo al esfuerzo de las élites por apropiarse de los nuevos imaginarios,  mientras que  “por abajo” se abrían diversas  rutas populares donde se enlazaron entre muchos el gran Morelos, el general Álvarez, los profesores e intelectuales de pequeñas ciudades y pueblos, hasta el zapatismo y luego el Cardenismo, caldos de cultivo para la difusión de ideas sobre las ciudadanías y las leyes que obligan al poder.  Veneros fecundos para que pueblos, barrios, regiones y ciudades se apropiaran e hicieran surgir el “liberalismo popular” del que habla Catherine Héau Lambert. México fue pionero de las nuevas luchas inscritas ya plenas en la globalización financiera, ahí el zapatismo reinventó la lectura liberal de los derechos e individuos, en la novedosa perspectiva de los derechos de los pueblos originarios. Y muchos pueblos en resistencia acudieron a ellos y a los derechos agrarios conquistados desde la revolución de 1910. Hay en la actualidad un florecimiento de los derechos y de las culturas ciudadanas donde Ayotzinapa representa otro enlace, otro eslabón en esa larga cadena histórica. La gran exigencia que surge “desde abajo” es el de la Justicia y la reorganización total del poder judicial mexicano. Ahora se combate por un Estado de Derecho hacia los de abajo que frene las tendencias autoritarias del Estado de Excepción vigente. 

Después del 11 de septiembre del 2001, cuando el derrumbe de las torres gemelas propició un cambio de políticas neoliberales hacia la dureza de la lucha contra el terrorismo, se confirmó que las elites de poder y sus muchos recursos  pueden crear “acontecimientos”, rupturas de la vida cotidiana, que reorganizan el mapa de la política hacia la derecha. De ahí surgieron las políticas de Seguridad Nacional que trituran los derechos humanos, la militarización y la búsqueda de enemigos internos y las “guerras contra las drogas”. Ayotzinapa como muchas otras experiencias mexicanas e internacionales, muestran que “desde abajo”, desde las zonas en apariencias más precarias de la vida social, es posible también desatar dinámicas constructoras del “acontecimiento”, esas irrupciones que quiebran el orden de los días y hacen aparecer fuerzas, deseos, horizontes, capaces de impactar la vida pública y política. Quien no llega a esta cita es la cultura política de izquierda y los partidos que se autodenominan zurdos.

 

[1] Dirección de Estudios Históricos, INAH

Informe Ayotzinapa - Resumen

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